• Capítulo 3 •

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C.

Esa clase por la mañana fue todo menos normal. Si bien había entendido que en el instituto ambas haríamos como si nunca nos hubiéramos conocido, me desestabilizó un poco el saludo cordial que la maestra Myoui me dio en el receso. No entiendo muy bien por qué lo hizo, aún así decidí regresárselo.

Tal vez estaba siendo amable por aquella vez que la ayudé en su primer día aquí. Agradezco entonces a todos los cielos por haberle dado una buena primera impresión. Ese día estaba tan cansada, que lo último que quería hacer era ayudar a una desconocida a encontrar un teléfono. Supongo que el hecho de haber visto desesperación en su rostro y a la vez esperanza, fue por lo que me detuve a brindarle una mano.

—¡Tom! —grito en cuanto lo veo a lo lejos, sin embargo, él me regresa el saludo un poco más apagado.

Y como siempre no le tomo importancia a nada a mi alrededor y me concentro solo en el chico de cabellos castaños. Hablamos animadamente por todo el tiempo que dura el receso, ambos explicando las situaciones que habíamos vivido cada uno en nuestras casas. Es entonces que por fin Tom me revela el motivo por el que no había podido ir a desayunar al R'chester el sábado por la mañana y me confiesa lo que Dahyun anteriormente me había dicho. Como siempre lo comprendo y le digo que pronto visitaré a su hermana para cuidarla, al fin de cuentas la familia de Tom y la mía se llevan muy bien.

Mi madre siempre me repite que tengo permitido salir con alguien, siempre y cuando sepa que los actos que cometa traerán graves consecuencias y que por lo mismo debo ser precavida a la hora de actuar. Aunque para la época estos temas nunca se hablaban y mucho menos en público, el hecho de que mi madre me aclare los riesgos de acciones inmaduras, me agrada, porque eso significaba que ella se preocupa por mí.

Claro, que a pesar de las advertencias que mi madre me da, yo sigo siendo una persona muy inocente. Tanto que la primera vez que me llegó mi mes, pensé que estaba a punto de morir. Luego penosamente me enteré que aquello era normal entre las mujeres y que me ocurriría en todo el transcurso de mi vida, hasta que fuese mayor. Qué horrible destino.

—¿Tu madre ya está mejor? —pregunta Tom y yo asiento mientras termino de comer mi desayuno—. Me alegra saber eso, ¿y tú? ¿Estás bien?

—A veces mis dolores de cabeza se ponen mucho peores, supongo que es por el estrés que tengo en casa. Fuera de ahí me encuentro bien.

—Ya veo. Por cierto... Anthony y los chicos quieren ir el viernes en la noche a Break a beber, por si te interesa. Solo irán por unos cuantos tragos y nos devolveremos a casa antes de la una.

—¿Y me cuidarás?

—Siempre lo hago. —Es imposible no sonrojarme ante la dulzura de sus palabras—. ¿Entonces, iras?

Claro que iré, si Tom está ahí, entonces yo igual estaré. Sin importar qué, haré cualquier cosa para estar a su lado.

—Primero debo hablar con mi madre, aunque seguramente me dejara ir porque voy contigo, pero el problema será mi padre, ya sabes cómo es él.

Tom asiente dándome la razón, pues conoce el carácter de mi padre.

—Bien, en caso de que no te den permiso por la hora, entonces tampoco iré. Mamá cree que vamos a un autocine, pero si no vas a ir tú, entonces no veo el chiste de mentirles.

Tan comprensivo como siempre. Su personalidad me recuerda a un caramelo, el cual estoy lista para comer.

—¿Quiénes irán? —exclamo curiosa.

—Aparte de nosotros, solo irán cuatro más, era una salida de chicos, pero los convencí para que pudieras venir.

¿Ninguna chica entonces? Me alivia saber eso.

|¿Cómo el verano enamoró al invierno?|MICHAENG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora