Frankelda miró por una rendija de la puerta abierta, Herneval estaba sentado y hablando con otros sustos de temas más bien diplomáticos, pero cerró la puerta cuando sintió que sus ojos se posaron en ella.
Herneval se levantó y disculpó para salir, al hacerlo, Frankelda se estaba yendo por el pasillo, así que la llamó.
-¡Mi amor! ¿Qué haces acá?
Al darse cuenta de cómo Frankelda se detuvo, podía notar un aura extraño en ella, con las piernas cruzadas al flotar, los brazos completamente rectos con los puños cerrados, la cabeza gacha, cuando se giró no levantó está y algunos mechones de su pelo no le permitían ver su rostro y por lo tanto su expresión, además de que se mantenía callada.
-¿Sucede algo?
Preguntó Herneval con preocupación acercándose pronto a ella para intentar tomar sus manos, pero Frankelda retrocedió un poco más y al fin levantó el rostro, se le veía realmente disgustada.
-Herneval ¿Es verdad que Procustes fue quién te dijo que salieras conmigo?
Este no entendía muy bien la situación, ni la pregunta, pero se sonrojó un poco por vergüenza y pasándose una mano por el pelo respondió lo mejor que pudo.
-Bueno, él me lo sugirió en un principio, cuando no sabía cómo pasar más tiempo contigo y lo que me dijo me ayudó a animarme a...
Frankelda lo interrumpió, sentía que se le calentaba la cabeza y que sus ojos picaban ante posibles lágrimas.
-Procustes se ha estado poniendo mis historias a su nombre mientras me invitas a pasear o tomar el té.
Esto realmente tomó desprevenido a Herneval que apenas pudo soltar un ¿Qué? Totalmente confundido.
-Todos allá fuera me están llamando la novia del príncipe. Cuando vine aquí, fue porque me dijiste que me ayudarías a ser una autora reconocida.
Herneval comenzaba a sentirse nervioso, recordando de golpe sus propias palabras.
-¿Eso qué tiene de malo?
Dijo él refiriéndose a qué la llamarán así, pero eso sólo hizo a Frankelda alterarse.
-¡Herneval! ¡Me engañaste! ¿Por eso nunca aseguraste si podías hacer que los humanos conocieran mi nombre? ¿Si quiera has pensado en hacerlo realmente?
El temor creció en Herneval como agua hirviendo, no sabía cómo podría explicarse, se trababa cuando intentó abrir la boca un par de veces, hasta que se salió decir.
-Sí lo tenía planeado, es s-solo que aún no s-sé cómo.
Frankelda estaba entre la furia y el llanto aunque incluso se había estado conteniendo le fue inevitable levantar la voz al reclamar.
-¿Y que Procustes le ponga su nombre a mis historias es parte de tu plan?
Herneval negó inmediatamente con la cabeza, levantando las manos y agitandolas.
-No, no, claro que no, no sabía que hizo eso, hablaré con él muy seriamente.
Dijo mostrándose molesto al darse cuenta lo descuidado que había sido.
-¿Y qué le dirás?
Herneval volvió a quedarse callado, observando a Frankelda, quién sólo pudo interpretar aquel silencio y esa cara afligida como que tampoco podía hacer mucho ante la situación.
-¡Eres un...!
Frankelda había levantado la mano, pero al ver que la reacción de Herneval fue encogerse, cubriéndose con brazos y alas y retroceder un paso asustado se detuvo, parecía un niño indefenso, Frankelda volvió a gruñir y agitar los puños, alejándose de él.
-¡Arg! ¡Yo me largo!
Al volver a mirar Frankelda se marchaba por el pasillo, pero Herneval no dudó en seguirla, realmente preocupado.
-¿A dónde vas cariño?
Trató de preguntar yendo tras ella, que al girar entró en su habitación atravesandola y no abriendo la puerta.
-¡Me marcho de este lugar! ¡Y no me llames así!
Gritó desde adentro mientras tomaba principalmente sus hojas y su tintero y los guardaba en una maleta, luego tomaba su libro principal que estaba abierto sobre la cama y lo trataba de acomodar también, ya que al intentar cerrarlo la maleta no se ajustaba por completo, ni siquiera pensó en meter nada de ropa, luego rebuscaba entre las plumas.
-Pero no puedes irte, no tienes a dónde ir.
Le dijo Herneval abriendo y entrando por la puerta, mientras ella con furia volvía a intentar cerrar la pequeña maleta.
-¡Cierto! No puedo volver a mi antigua vida, pero quizás sí pueda vagar por ahí como alma en pena. ¡Después de todo ya soy una escritora fantasma por tu culpa!
Herneval se le había puesto enfrente en la puerta pero Frankelda lo atravesó, ocasionando que este fuera empujado por la maleta, que no pudo pasar a través de él, entonces ella la jaló para que el búho que la había agarrado la soltara y así poder marcharse, Herneval se sentía desesperado, no sabía que hacer, pero ella se veía tan enojada y a la vez tan triste, que decidió que la dejaría para ver qué tan lejos llegaba.
-¡Te prometo que lo voy a arreglar!
Le gritó aún así mientras ella cerraba la puerta, entonces Herneval se dejó caer sentado en la cama y se cubrió el rostro con ambas manos, se sentía perdido, angustiado, decaídas sus alas y él mismo, lo había arruinado todo por su falta de acción y hasta de reacción ante la realidad que dejó pasar al punto de haber alcanzado a Frankelda.
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Fanfic oculto para Frankelda
FanfictionLa última esperanza de la joven Frankelda para convertirse en la autora de terror más conocida de la historia se vuelve una aventura peligrosa en la dimensión de los Sustos, un lugar del que no puede escapar.