Frankelda se encontraba tanto enojada como dolida, pero en su camino terminó en uno de los parajes de las afueras del pueblo que ya había ido a explorar con Herneval en alguna ocasión, este estaba cerca de un río y había varios árboles secos y muertos.
Mientras caía la tarde, Frankelda pensó en recoger una buena cantidad de ramas y hacer una fogata, a pesar de ser un fantasma, sentía algo de frío en su ser que le molestaba un poco, así que ahora sentada junto al fuego daba golpecitos en la tapa de la maleta y pensaba si habría un modo de volver al mundo humano, Herneval le había dicho que simplemente no podía, aunque era en realidad el único que conocía que podía ir y venir, gruñó furiosa al darse cuenta que sus pensamientos iban de nuevo a él.
Se levantó dejando la maleta en el piso.
-¡No debí confiar en él! ¡Me dan ganas de...!
En ese momento una enorme sombra se iba haciendo cada vez más grande tras Frankelda y la interrumpió lanzando un rugido que la hizo voltear, pero ella estaba tan enojada todavía que en lugar de asustarse devolvió a la criatura un rugido aún más feroz, a la vez que su rostro se había transformado al de un espectro cadavérico, sus ojos brillaron en rojo, parecía un susto endemoniado, dejando a la otra criatura muda por un momento.
Poco a poco Frankelda volvía a la normalidad, mientras se daba cuenta de lo que acababa de hacer, y la sombra empezó a reír, hasta que su risa se convirtió en carcajada.
-¿Pero qué? ¿Su majestad? ¿Qué hace aquí?
La criatura tardó unos momentos en detener la risa y recuperar el aire sólo para decir.
-¡Frankelda tú estás muerta!
A lo cuál ella retrocedió, pues se sintió como una amenaza.
-Bueno, soy un fantasma...
Y el rey de los sustos negó.
-No no, es que siempre que pasabas cerca tu aroma era de humano, pero puedo ver ahora que eres todo un susto.
El rey de los sustos era una sombra, mirarlo fijamente era como ver un abismo con ojos.
-¿Soy un susto?
Preguntó ella alerta pues los movimientos del rey no le daban confianza.
-Y uno de los más terroríficos. Ahora sí puedes ocupar el puesto de pesadillera real. Y te lo dice una sombra.
Frankelda no sabía a dónde mirar, a que la llamó susto, a qué se llamó a sí mismo sombra o al hecho de que mencionara el puesto de pesadillero, trató de responder por lo que más curiosidad le causó.
-¿El rey de los sustos es una sombra?
Este se rió y comenzó a girar hacia un lado, aunque su presencia seguía en el mismo lugar, era como si se estirase, y con eso todo se volvía negro, incluso se apagó el fuego al pasar junto a él, y su misma presencia cubrió dónde estaban las ramas de la fogata al punto que no se veía que estaba ahí.
-Uno de los miedos más comunes es a la oscuridad, ¡Yo el rey de los sustos soy el dueño de esta! Nadie puede escapar de las sombras.
Frankelda seguía los ojos del rey de los sustos, que parecían querer buscar tras ella, pero pronto se dió cuenta que lo que este en realidad hacía era rodearla por completo como si quisiera cubrirla, se volvía de noche a su alrededor.
-Su majestad, puedo ver su poder y es impresionante, quizás demasiado, ¿Podría dejar de...?
La sombra no paraba.
-¿Así que te asusto? Bueno, realmente es la primera vez que ambos nos vemos de frente.
Toda la oscuridad se había cerrado dejándola en un pequeño círculo de luz, y la sombra volvió a reír.
-¡Sé que las historias son tuyas, pero sólo podían estar a nombre de un susto! ¡Si logras escapar te daré el puesto de pesadillera real!
Aunque la oferta era tentadora, Frankelda veía a la oscuridad que se cerraba más y más alrededor de ella, que sólo pudo pensar en volar hacia arriba para alcanzar ese punto dónde aún se podía ver el cielo, aunque esté también empezó a cerrarse pronto, el rey de los sustos bostezó y sus ojos que se veían como faros entre la oscuridad desaparecieron, la sombra se seguía cerrando al punto que cuando Frankelda estaba alcanzando su única salida apenas pasaba su mano, cuando, una sombra diferente pareció tapar un segundo la luz de esta salida y una mano de tres dedos tomó la suya, sólo que la oscuridad se había cernido por completo, envolviendola y apresandola, no podía moverse, y por más que abría y cerraba los ojos, todo se veía igual de oscuro, así que decidió cerrarlos, sólo sentía frío y un apretón en su muñeca de esos tres dedos cerrándose en la misma, al menos hasta que perdió la conciencia.
Cuando abrió los ojos pudo ver el cielo, tenía un tono morado, estaba acostada con la cabeza en la maleta y al levantarse se dió cuenta que la fogata estaba encendida y todo a su alrededor estaba en calma, excepto quizás por el sonido común de los grillos y criaturas de cualquier bosque, miró a su alrededor, ¿En qué momento se había quedado dormida? ¿Acababa de soñar aquello? Lo que más la llegó a intrigar fue el haber soñado estar de frente al rey de los sustos y que ella hubiera podido hacer aquella cara aterradora en su furia, entonces imitó aquella cara otra vez frente al fuego soltando un grito y luego empezó a reír, cualquiera podría tener miedo si la viera, así que sacó su libro de la maleta y comenzó a escribir junto a la luz del fuego, tenía al menos dos historias nuevas que contar.
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Fanfic oculto para Frankelda
FanficLa última esperanza de la joven Frankelda para convertirse en la autora de terror más conocida de la historia se vuelve una aventura peligrosa en la dimensión de los Sustos, un lugar del que no puede escapar.