Secreto

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A partir de entonces Frankelda y Herneval usaban las tardes para salir, principalmente a pasear y platicar, pero sobre todo a satisfacer la curiosidad de Frankelda por el reino de los sustos, a su vez esos días Frankelda conoció a algunos fantasmas que le enseñaban sobre las habilidades que podía desarrollar, como mover objetos, entre otros.

A pesar de todo, Frankelda de vez en cuando se encontraba tratando de no discutir con Procustes cuando estaba cerca de él, aunque este de vez en cuando hablaba como un conversador imparable, sobre todo cuando Herneval no estaba.

-¿Sabes Frankelda? Te has vuelto mucho menos molesta desde que sales con su alteza.

Frankelda lo observó levantando una ceja desde su escritorio.

-¿A qué viene eso Procustes?

-Bueno, me preguntaba cuándo harían su relación oficial ante el rey.

-Pero Herneval y yo no...

-¿Qué dices? ¿Él no te ha dicho nada? Mmm bueno, quizás quiere mantener su amor en secreto.

-Con todo respeto Procustes, lo que dice no tiene sentido, mejor déjeme seguir escribiendo.

Por fin cayó Frankelda lo que le parecían disparates.

Para la tarde, paseando, Frankelda se había puesto a discutir con Herneval.

-Pero si me vuelvo intangible no podrías ver en qué punto estoy mientras volamos.

-Ah pero hacerte invisible en una carrera sería trampa, aún así, puedo volar más rápido de lo que te he mostrado, tú puedes flotar por ahí pero es diferente al impulso de unas alas.

Le replicó Herneval a Frankelda.

-Creo que solo hay un modo de saberlo.

Dicho eso, Frankelda tomó la ventaja volando lo más rápido que podía, y Herneval no tuvo más remedio que extender sus alas para ir tras ella, y aunque tardó un poco en alcanzarla, la carrera por un rato se mantuvo muy pareja, ambos daban vueltas en el aire y se cruzaban entre sí a propósito, lanzándose miradas con risas satisfactorias cuando alguno lograba ir un poco más adelante del otro, no notando que su carrera los llevó hasta una zona en las afueras del reino.

Frankelda había vuelto a tomar la delantera cuando notó abajo que terminaba el suelo y comenzaba lo que a simple vista parecía un abismo, pero bajando para sobre volar en él vió algo que parecía una niebla brillante, se preguntó si sería algún bosque o plantación cuando de forma inesperada una mano hecha de este mismo humo la atrapó, primero trató de hacerse intangible para que la mano la traspasara pero notó que no podía, luego trató de volar pero parecía que su cuerpo volvía a ser sometido a las leyes de gravedad y sólo era sostenida por aquella mano que la apresaba.

-¡Frankelda!

Escuchó la voz de Herneval por sobre la niebla que le había cubierto su cabeza, la joven comenzó a golpear la mano que la tenía prisionera con los puños de forma furiosa.

-¡Suéltame cosa, mano o lo que sea!

Hasta que en el sonido de un zumbido gran parte de la niebla se abrió y disipó por el impacto de las alas de Herneval que abanico la zona y rodeando la cintura de Frankelda primero tocó aquella mano que aflojó su agarre para luego caer inmóvil y voló sosteniendola con fuerza hasta que volvió al suelo normal.

La preocupación de Herneval era notable, tomando el rostro de Frankelda con ambas manos como revisandola.

-¿Estás bien?

Ella asintió y poco a poco sintió que recuperaba su capacidad de flotar pues dejó de tocar el suelo.

-¿Qué eran esas cosas? Había cientos.

Dijo recordando lo que vió cuando trataba de safarse.

-Son manos nube de la oscuridad, una fuerza un poco ajena a los sustos, tienen un poder que los sustos no pueden controlar, a veces pueden debilitar las habilidades de algunos, me alegra que no te haya pasado nada.

Herneval abrazó a Frankelda y está comenzó a reír abrazándolo de vuelta.

-¡Eso fue increíble! Eres realmente intrépido Herneval, debo admitir que has ganado esta vez, tus alas son asombrosas.

Este se rió nervioso y un poco avergonzado.

-No fue nada, realmente me asustaste, no quiero que te pase algo malo, debemos ser más cuidadosos, este lugar es peligroso.

Esta vez iniciaron el regreso caminando, con calma.

-No le tengo miedo a esto, en realidad me he divertido bastante hoy, tal vez lo exageras un poco por tu secreto.

Herneval se detuvo con cierta sorpresa.

-¿Mi secreto? ¿Qué secreto?

-Ah, Procustes me ha dicho que estás enamorado en secreto.

Herneval se le puso enfrente a la escritora impidiéndole avanzar, hablando muy en serio y para aclarar las cosas.

-Pero Frankelda, mis sentimientos por ti no son ningún secreto.

-¿Ah no?

El joven la tomó por los hombros con delicadeza, con su mirada rebosante de sincera ternura.

-Te amo, no hay nada que llene de dicha mi corazón más que pasar un momento a tu lado.

Herneval tomó las manos de la fantasma para besar sus nudillos con devoción.

-Tu eres la escritora de mis alegrías y mis penas, eres la mejor escritora de dos mundos y yo tu fiel lector. Tan sólo me gustaría poder leer también tus sentimientos, realmente lo siento, creí que ya habías leído los míos, no me dí cuenta que necesitaba sacarlos desde mi pecho hasta mi boca.

Herneval presionó las manos de Frankelda contra su pecho, dejándola escuchar su corazón, ella sin apartar la vista dió un paso para acercarse más, embelesada.

-Mi querido Herneval, ¿,Recuerdas aquella vez que casi me das un beso?

-Ah sí, también debo disculparme por eso, fue un atrevimiento muy grande de mi parte al dejarme llevar.

Frankelda acarició una de sus mejillas con ternura.

-En realidad, yo también quería ese beso, fue sólo que nos interrumpieron.

-¿Ah sí?

Dijo Herneval con el mismo tono que había usado la chica antes poniendo su mano sobre la de ella que acariciaba su mejilla ladeando un poco la cabeza, pero en lugar de responder Frankelda lo besó por sorpresa haciendo que a él se le esponjaran todas las plumas, tuvo que tomar aire mientras Frankelda se reía un poco por su travesura, antes de tomarla de la cintura y cerrar los ojos para devolver el beso, está vez más largo y lento, disfrutando de cada instante.

-Soy el susto más feliz que haya existido.

Le susurró a Frankelda al oído volviéndola a estrechar contra su pecho, y ella compartía esa emoción estando en sus brazos, poder abrazar a Herneval era lo mejor que le había pasado.

Fanfic oculto para Frankelda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora