Lamentos

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La pareja no tardó en darse cuenta de un detalle, y es que no podían salir ni siquiera de la habitación en la que se encontraban.

Frankelda lo intentó, una y otra vez atravesó cada rincón solo para dar a otro punto del mismo cuarto, en todo ese tiempo, Herneval se había quedado quieto, justo  enfrente de la ventana, su mirada seguía el movimiento oscilante de una de las manos que estaban allá afuera, se encontraba perdido en un mar de pensamientos tan grande como lo fue el pueblo antes de ser cubierto por la niebla.

Finalmente Frankelda se detuvo, completamente afligida justo al lado de Herneval.

-¡Es inútil! Estamos atrapados aquí.

Herneval la miró de reojo apenas reaccionando, pero entonces soltó un siseo.

-Baja la voz, podrías despertarlo.

Y Frankelda reaccionó con algo de enfado.

-¡Arg! ¿Eso es lo que te importa? Si nos quedamos aquí habrá ganado.

Herneval tragó saliva y empezó a sacar algunos de sus temores.

-¿Y si lo que quería era invadir el mundo humano?

Frankelda negó con la cabeza.

-Si fuera eso él no habría...

Y se quedó callada, mirando allá afuera, entonces todo tembló y por un momento ambos se sintieron terriblemente asustados, hasta que se detuvo, entonces Herneval volvió a mirarla.

-Frankelda, no es prudente tratar de escapar, no tenemos ningún modo de enfrentarnos a él si eso no resultara.

Frankelda se cruzó de brazos.

-¿Qué puede ser peor que esto?

Y Herneval respondió sin dudarlo.

-Perderte.

Algo se removió dentro de Frankelda, que finalmente se sentó recargando sus codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos, mirando a una pared sintiéndose frustrada.

-¿Qué propones que hagamos?

Y Herneval sí dudó en su respuesta esta vez.

-Pues... Aguardar, a tener una verdadera oportunidad.

Frankelda suspiró y asintió.

-Esta bien, vamos a esperar.

Herneval volvió a ver a la ventana, y esta vez Frankelda logró notar su semblante melancólico.

-Herneval, realmente lamento lo que pasó, ¿Sabes? Ellos siguen aquí.

Herneval la observó, Frankelda lo apuntó con un dedo, el cual se acercó hasta las hojas del libro y pasó este de arriba a abajo, haciendo que estás se recorrieran y los ojos de Herneval se pusieron bizcos antes de mirarla de nuevo.

-Están en tus historias.

Y Frankelda asintió con una pequeña sonrisa, esto dejó a Herneval nuevamente ensimismado, mientras Frankelda volvió a su escritorio, y acomodó un zootropo que hizo girar con los dedos, hasta que el libro se le volvió a acercar.


-Yo podría hacer nuevos sustos, e incluso recuperar un cuerpo.

Frankelda se levantó algo emocionada y esperanzada.

-¿En serio?

Pero algo que pareció recordar de pronto hizo retroceder a Herneval, temeroso.

-Mejor no... Olvídalo.

Esto dejó realmente confundida a Frankelda, pero decidió no molestarlo, mientras aguardaban, trató de escribir más, pensando que después de todo estar ahí no era muy diferente a cuando era una humana en su propia casa, tenía papel y tinta, y eso ya era ganancia, pero repentinamente Herneval se había quedado callado, solo deambulaba por la habitación, a veces como si no le pusiera atención a ella, cuando le hablaba tardaba mucho hacerlo reaccionar, y comenzó a negar que le sucediera algo, los días se estaban volviendo interminables para la escritora.

Herneval comenzó a quedarse dormido seguido en muchas ocasiones.

Frankelda la estaba pasando mal, realmente la desesperación la estaba venciendo, pero trataba de esconder sus lamentos para intentar disminuir los de Herneval, que claramente le pesaban demasiado en su mente.

Fanfic oculto para Frankelda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora