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El pelinegro miraba en la pantalla a su novio acomodarse sobre el escritorio, siendo un total desastre en el proceso, dejando caer varias cosas por accidente, llamando así la atención de los animales que no estaban muy lejos de él.

— Kkami estuvo jugando con tus lápices de nuevo... Creo que tendré que dejarlo en el salón por la noche. — Comentó, acariciando al felino que acababa de saltar a sus piernas.

— ¿Por qué no guardas mis cosas en el cajón del escritorio? Kkami se sentirá solo. — Sugirió. — Creo que debí traer algunas cosas para dibujar aquí, no es lo mismo que dibujar en la tableta. — Se lamentó.

— Pero tu tienes un novio muy listo, y que te conoce muy bien. — Sonrió con burla. — ¿Revisaste los bolsillos interiores de tu maleta?

Jeongin lo miró confundido, estaba seguro de haber vaciado completamente la maleta el día que llegó, por lo que, rápidamente fue en busca de ésta, revisando el fondo del bolsillo que el mayor había mencionado. Abrió su boca, sorprendido, ¿Cuándo había puesto Chan esas cosas ahí?. Sacó el cuaderno de dibujo, dejándolo a un lado para después sacar el pequeño estuche con lápices y demás herramientas.

— ¿Cuándo pusiste esto? No imaginé que hubiera nada más aquí... — Dijo con una sonrisa, acercándose una vez más a la cámara con los objetos en sus manos.

— Cuando estuviste buscando tus cosas del baño. — Se encogió de hombros.

— Eres el mejor, lo sabes, ¿no?

— Buah, sólo creí que tal vez te gustaría dibujar en papel estando allá, te gusta hacerlo cada cierto tiempo. — Le restó importancia, más el pelinegro del otro lado de la pantalla no podía quitar su sonrisa de enamorado.

Jeongin abrió su cuaderno, buscando una hoja libre para trazar líneas, queriendo plasmar a su novio en el papel. Mantenía su vista en la hoja, más las palabras no paraban de salir de su boca, hablando de todo lo que había hecho esos días junto a sus padres y hermano.

El mayor sólo podía mirar con todo el amor posible a su novio, y cómo este hablaba de las ocurrencias de su hermano. Se sentía tan enamorado, como si ese amor que tenía desde que empezaron su relación no hubiera disminuido ni un poco, y era lo correcto, ¿no? Más de sentir su relación como algo cotidiano y repetitivo, él creía que siempre había algo nuevo esperándolos. Habían pasado por mucho, en algún momento temieron que ese amor tan grande fuera a destruirlos, pero jamás pasó, siempre afrontaban cada uno de los obstáculos que se cruzaban, haciéndolos diminutos cuando lo arreglaban.

Podía sonar quizás demasiado intenso todo, pero Christopher creía que jamás iba a amar tanto a alguien como amaba a Jeongin.

De repente, su corazón se aceleró, sintiendo la emoción en todo su cuerpo, ¿Por qué esperar a que el pelinegro volviera? Todo siempre había sido espontáneo de una forma u otra.

No quería pasar otro día sin saber si Yang Jeongin sería su esposo.

— Amor.  — Llamó el Australiano. Jeongin levantó su mirada, dejando el lápiz a un lado para tomar su taza de té y dar un sorbo. — Tengo... algo que enseñarte. — El coreano asintió, esperando.

Christopher rascó su frente, algo nervioso. Buscó en el cajón del mismo escritorio, no tardando mucho en sacar una caja roja de puntas redondeadas y algunos detalles dorados. La miró un segundo antes de abrirla y mostrar el contenido ante la cámara.

El líquido en la boca de Jeongin ardió al pasar a su garganta y empezar a toser sin control, llevando su mano a su pecho para dar suaves golpes ahí, sin entender para nada lo que su novio estaba haciendo.

— ¿Qué estás...? — Quiso preguntar, pero los nervios se habían adueñado de su sistema. — Chris, no entiendo... — Hablaba nervioso al ver que su novio tampoco decía nada.

— Sé que ahora mismo estás muy lejos de aquí, y tal vez muy sorprendido, pero yo...— Suspiró, negando con su cabeza. — ¿Debería decir un gran discurso sobre lo mucho que te amo, y por ello preguntar si quieres ser mi esposo?

Su sonrisa estaba ahí en cada una de las palabras, riendo aún sintiendo su corazón en la mano de los nervios — hasta cierto punto absurdos —. El pelinegro mantenía una mano en su pecho, aún golpeando para que el líquido dejara de arder en su garganta, mientras que la otra cubría su boca, sin poder creer lo que estaba escuchando, de pronto sentía todas sus emociones a flor de piel, sintiéndose próximo a soltar lágrimas.

— Porque lo hago. — Continuó el mayor. —Te amo demasiado; amo cómo siempre intentas dar lo mejor de ti, tu forma de expresarte, amo todas tus pequeños detalles, Jeongin, estoy agradecido que estés en mi vida, y lo que has hecho con ella, yo... De verdad espero haber hecho lo mismo que tú conmigo, espero que todas las enseñanzas que me has dado, signifiquen lo mismo que para mi, y espero haber correspondido, y seguir correspondiendo de igual manera. Por favor, Jeongin, ¿Te casarías conmigo?

The rest of my life ♡︎ [ChanIn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora