EPILOGO

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—¡Sarada Uchiha, espero que eso que tienes en la mano no sea el ratón de mi ordenador!

Su niña de tres años, sentada en la alfombra de su despacho, se volvió moviendo sus rizos morenos para mirarla con sus ojos negros bien grandes. —Mami, mi ratón no va.

Ella miró el ordenador de juguete que tenía delante y se agachó para cogerla en brazos. —Así que no va. Pero es que este es el de mamá.

—¡Este es mío!

—Noooo es míoooo. —La niña se echó a reír cuando la besó en el cuello y su carísimo ratón cayó al suelo abriéndose por la mitad. Hizo una mueca pensando que era el tercero ese mes. Tendría que empezar a pensar en esconderlo en otro sitio. Pero la niña siempre lo encontraba. —Hora del baño.

—¡Sí! ¿Y papá?

—Papá me va a oír cuando llegue. Es el segundo baño que se pierde en una semana y se le van a caer las orejas escuchando mis quejas.

Barbara soltó una risita y cuando la dejó en el suelo, corrió hasta su dormitorio empujando la puerta con fuerza, para recorrer su desastre de habitación antes de entrar en el baño alicatado de rosa. Ella misma abrió el agua caliente y Sakura se acercó para


comprobar la temperatura. Cuando puso el tapón se volvió para verla sentada sobre la alfombrilla del baño quitándose las zapatillas de deporte. —¿Te ayudo?

Negó con la cabeza y ella sonrió sentándose en el canto de la bañera. Cada día la sorprendía más porque era igualita que su padre. Cuando algo se le metía en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo.

Consiguió desatarse los cordones ella sola y se quitó las zapatillas muy concentrada en lo que hacía, antes de levantarse y quitarse los leggins rosas que llevaba. La camiseta le costó algo más, pero sonrió triunfante cuando lo consiguió.

—Eres una niña muy lista.

—El primo Boruto dice que soy más lista que él.

—¿Ah, sí? —Comprobó el agua de nuevo y tiró dentro todos los juguetes que había por allí.

—Y que soy más rica.

Se detuvo volviéndose a la niña que ya sin braguitas levantaba una pierna para entrar en la bañera, pero ella no pensaba dejar que lo hiciera sola. La cogió metiéndola en el agua pensando en lo que le había dicho su primo. —¿Y qué más te ha contado?

No me  vas a dejar /Sasusaku/ AdapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora