9. Alana y su malhumor.

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CAPITULO 9

Alana y su malhumor.

—¡Sal ya del maldito baño, Said! —grité como loca y sentí mis nudillos calentarse por los respectivos golpes que le propiciaba a la puerta del baño.

Eran las seis de la tarde y se supone que la segunda reunión del club sería hoy a las siete. Luego de unos largos días había llegado al fin el anhelado sábado, me sentía especialmente feliz este día, emocionada por la reunión, ya saben de esos días en los que todas las cosas marchan de maravilla... Pero claro todo cambia cuando llega el momento de usar el baño y al estúpido de mi hermano se le ocurre la maravillosa idea de tardarse años en él.

—Diablos Avery ya te dije que salgo en un rato.

—Dijiste eso hace como una maldita hora.

—¿Podrías dejar de maldecir todo?

—¡No! No se me da la gana de hacerlo, ¿Qué tantas cosas puede hacer un chico de diecisiete metido en un baño? Además ni siquiera tienes a una novia a la cual impresionar con tu físico. —revolee los ojos.

—¡Rayos, Avery, ya!

—Si no me abres voy a entrar a la fuerza... tengo mis métodos, voy a contar hasta tres y espero que para tu propio bien esa puerta se abra en dos... —Esperé unos momentos y nada pasó, tomé una pinza de mi cabello haciendo que un rubio mechón cayera suelto y traté de manipular el manubrio usando la punta de la pinza como llave—. Uno..., dos..., tres.

Satisfactoriamente la puerta se abrió y mi mandíbula casi cayó al revelar lo que se ocultaba en el baño...

He tenido muy mala ideas en la vida, pero creo que la peor ha sido definitivamente esta, ¡Entrar a la fuerza mientras mi hermano está en el baño! 

Me miró con sus ojos desorientados y llevó una mano apresurada hasta su oreja izquierda para tratar de ocultar lo que yo ya había notado. Su oreja sangrante y su cara aterrada. ¡El perfecto Said Meier, había roto las reglas!

Hace unos dos meses que Said cumplió los diecisiete años y de regalo le pidió a mis padres que le dejaran abrirse un hueco en la oreja, obviamente mis padres se negaron... y obviamente yo me burlé de él durante todo el resto del día, admito que fui muy  molesta.

—¿Hiciste un hueco en tu oreja incluso cuando mamá y papá te lo prohibieron? —casi me ahogué con mi risa y él solo respiraba con agitación y trataba de ocultar su oreja.

—Avery, por favor, solo, no se los digas... por favor —sus ojos estaban a punto de llorar y eso me hacía sentir... poderosa.

—¿Cuando te hiciste eso y cómo es que nadie lo había notado?

—Me lo hice hace una semana y desde entonces no ha parado de doler y sangrar, creo que se ha infectado, ¡Rayos! Cris dijo que sabia cómo hacer estas cosas.

—¿Dejaste que Cris perfore tu oreja? ¿Es en serio? —El gordito Cris es el mejor amigo de Said, han sido amigos desde que tengo memoria y yo siempre me he divertido burlándome de ellos y sus patéticas vidas, son la más extraña combinación, Cristopher  es de estatura baja y unos cuantos kilos de más con ese cabello rizado y esos cachetes tan rosados que parecen dos manzanas adheridas a cada lado de su cara, con sea actitud de loco descarrilado, de esos que se creen "sexys galanes" y no son mas que unos payasos, por otro lado Said es mucho más tranquilo, cero relajado y sobre todas las cosas "El hijo perfecto"

—¡Él dijo que lo había hecho antes! Dios, ahora mi oreja no para de sangrar y se está poniendo oscura, ¿Cómo voy a ocultar esto de mamá y papá?

Cómo tratar a tu novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora