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Mientras aguardaba en las tinieblas, recorría la fina y bien estilizada madera de su bastón con los dedos. Era muy impresionante las maravillas que podían lograr las manos de un buen artesano, era madera de quebracho, posiblemente la más dura y difícil de trabajar, pero había valido cada marco republicano que le había pagado al maestro artesano. Desde la caída del régimen aristocrático ya no se usaron los bastones como el que tenía entre sus manos, pues a los ojos de los ciudadanos de la nueva república era un símbolo de la nobleza y por lo tanto lo tachaban de anticuado y completamente innecesario. ¿Acaso la elegancia no importaba más? El lo tenia desde hacia pocos días, pero no podía evitar disfrutar la elegancia de andar con ese bastón en la mano, las miradas que atraía, era en extremo divertido.

Igual que la última vez planeaba entrar por el techo, por fortuna esta vez el techo por el que debía entrar estaba hecho de cristal y no de madera de roble, la última vez tuvo que gastar mucha energía en imbuir su bastón y así hacer un boquete en el duro techo de madera. Ahora con una simple oleada de energía arcana podría destrozar todo el techo y así llevar a cabo una gran entrada.

Las entradas en su propia opinión eran la parte más importante de todo, si lograba entrar de una manera específica, la reacción de los presentes podría muy bien facilitar su trabajo o entorpecer a aquellos que están allí para detenerlo. Con su anterior entrada causó tal confusión y asombro a los presentes que no tuvieron la oportunidad de impedirle matar a aquel inútil mariscal.

Pero en esa ocasión sería un poco más complicado, si, su entrada era más sencilla y si, sus poderes seguían siendo una ventaja insuperable, pero eso no negaba que ahora todo el mundo buscaba a un asesino enmascarado que usa bastón y al que le gusta hacer entradas sorprendentes, ademas ahora estarian mas alerta y posiblemente tuvieran muchos más guardias.

Bajo sus pies aparecieron las luces del edificio en el que debía entrar, era impresionante lo alto que se podía llegar con un simple hechizo de empuje siendo mezclado con una degradación gravitatoria potente. Aunque decirles hechizos a las cosas que hacía era verdaderamente tonto, los poderes que poseía tenían un mayor parecido a una habilidad, una destreza que se adquiría con la práctica, aun recordaba cuando lo intentó por primera vez, su rostro terminó estrellándose contra el duro suelo de piedra. Pero con años de práctica ahora surcaba los cielos como si de una nube se tratara. Empezó a disipar sus poderes, su peso aumentó y como resultado también comenzó a descender, planeo por el aire mientras su peso aumentaba y reducía la potencia de su empuje, aterrizó grácilmente en la azotea de la inmensa construcción. Hizo una reverencia en dirección a su público invisible y apoyó la punta de su bastón sobre el suelo de baldosas blancas. Para desacreditar los excesos de la aristocracia, los miembros del gobierno republicano adoraban los edificios grandes y ostentosos, seguramente deseaban compensar algo. Volvió a reducir su peso cuando comenzó a caminar por la superficie de cristal, por debajo de él se podían ver las luces de aquella magnífica fiesta que se llevaba a cabo allí abajo, la hija del senador Krant se había casado con un importante burgués con influencia en el comercio internacional y ahora celebraban un baile en honor a la joven pareja. Una lastima que el padre tuviera que morir esa noche, por lo menos había vivido lo suficiente para ver a su hija casarse con un hombre al que le gustan mucho las prostitutas y pasar noches enteras con varias de ella. Que hermoso matrimonio le esperaba a esa muchacha de cabellos rubios y ojos azules.
Justamente en ese momento pudo ver cómo la joven pareja bailaba al compás de la música y como todos los presentes se maravillaban ante el despliegue de habilidad y elegancia de la atractiva y joven pareja.

Espero hasta que varias parejas mas se unieron al baile y entonces comenzó a prepararse. Revisó su corbata, perfectamente ajustada, revisó su gabán, impecable como siempre, reviso sus botas, tan bien lustradas que reflejaban la mascara que le cubría su rostro, desenfundo el estoque, afilado eficientemente. Todo listo, apoyó una rodilla en el suelo y cuando toco el vidrio con una mano el vidrio tembló frenéticamente y para evitar que algún mal afortunado sufriera heridas por el desplome del vidrio, lo convirtió en un fino polvo. Se escuchó un potente chasquido y comenzó a caer velozmente. Escucho los gritos de asombro y terror, como adoraba esos gritos.

Las Semillas De ArcanisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora