Los lobos ahora estaban sueltos, así era como los llamaba William, siempre que algo pasaba estaban recorriendo toda la ciudad. Se preguntaba en esos momentos cuando terminarían las estúpidas peleas, cuando los estúpidos de los hombres dejarían las armas y dejarían de sacrificar sus vidas en inútiles causas que ya debían de haber muerto hace mucho. No sabia en que se había metido el gobernador para terminar siendo asesinado por aquel extraño hombre enmascarado, pero de algo estaba seguro, los lobos estarían en la provincia por un buen tiempo molestando a todo el que podría saber algo.
William esperaba el momento en que apareciera alguno de los lobos para interrogarlo y hacer sus típicas y estúpidas preguntas. A William no le importaba en lo más mínimo la muerte del gobernador, no le importaba las cientos de tropas rebeldes, con ambiciones y ideologías diferentes, no le importaba la república ni el antiguo imperio. William solo quería seguir en su puesto el tiempo suficiente como para tener un retiro prosperó que asegurase el futuro de su familia, esto solo podía molestarlo y mientras esperaba que llegara el día en que acudiera alguno de los lobos a molestarlo, seguía con su trabajo.
- Lamento informarle señor que no podemos hacer una excepción, deberá pagar en el plazo acordado, ya le he perdonado el pago en más de una ocasión - le decía a un viejo y rico comerciante, que seguramente esperaba conseguir los mismos favores que debía de conseguir con su antecesor.
- Pero debe entender caballero - volvía a decir con los modales dignos de un bastardo con mucho dinero - el dinero que necesito para pagar mi deuda con ustedes y con nuestra honorable republica - William al escuchar eso por novena vez en la semana sonrió "honorables son mis dos bolas" hubiera querido decirle al idiota, pero como era servidor del pueblo no podía - lo tendré recién en una semana luego de que cierre un nuevo trato con mis socios.
William ya deseaba vomitar, eran unos parásitos inútiles y despreciables, pero este en particular, a pesar de que siempre pagaba, a tiempo o no, le caía especialmente mal.
- Lo lamento - volvió a decirle mientras juntaba las manos - pero no se hacen excepciones, o paga sus impuestos en tiempo y forma o tendré que empezar a sumar intereses y si luego de eso no paga, tendré que informar a las autoridades pertinentes.
El viejo lo miró con claro enfado, apretó con fuerza la pipa de la cual fumaba y vacío las cenizas sobre su escritorio y se levantó bruscamente, era un hombre que a pesar de su edad era alto, fuerte por lo que se podía ver y seguramente cuando era más joven podría haber sido esa clase de hombres con las que jamás se te cruzaría por la cabeza entablar una pelea.
En el rostro del viejo comerciante se veía lo que claramente era una amenaza, sus manos se apretaban con fuerza y empezaban a ponerse rojas. William sonrió complacido por esto y se levantó. El viejo lo miró fijamente y pareció encogerse un poco cuando vio que William era más alto que el. William le sonrió desafiante mientras comenzaba a desabrochar las mangas de su camisa. Amaba esta parte de su trabajo.
El viejo rápidamente dio un paso atrás. William no necesitaba luchar, no tenía que lanzar un solo golpe, ni siquiera necesitaba saber luchar, el simple hecho de que un hombre de escritorio no temblara y se levantará desafiante, era suficiente para hacer dudar al hombre que lo amenazaba confiado de que por ser un hombre de números, sería un cobarde.
- Me retiro - dijo el anciano - haré llegar el pago por uno de mis hombres.
El anciano comerciante le dedicó una inclinación de cabeza y salió por la puerta rápidamente.
William volvió a arreglar las mangas de su camisa y las abotono. Volvió a sentarse, sacó una botella de whisky y se sirvió un vaso, mientras bebía, busco en los estantes un buen libro, este había sido el último de los estúpidos suplicantes y ahora tenía el resto del día libre, al menos hasta que le llegaran los informes del día, seguramente muchos preferirían dejar aquella oficina subterránea, pero como no había nadie que lo esperara en casa era mejor quedarse allí donde al menos no debía esperar que alguien lo molestara.
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Las Semillas De Arcanis
FantasyHace ya veinte años que el Imperio mas grande que jamas existio llego a su fin. El Imperio de Arcanis, que fue gobernado por mas de medio milenio por los todo poderosos Arcanistas, llego a su fin a manos una gran rebelión en favor de un regimen repu...