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La joven era mas talentosa de lo que parecía a simple vista, era dedicada con su trabajo y mas brillante de lo que parecía. Era la clase de personas que Teran quería tener bajo su servicio, personas con iniciativa y con una mente ágil, en resumen, personas que no fueran unos completos inútiles que lo único que sabían era seguir órdenes.

Hasta el momento su misión más importante era encontrar y capturar al arcanista que había asesinado al mariscal Pierce Malvon y a aquellos senadores. Pero por primera vez en más de cinco años de carrera Teran no estaba seguro de que rumbo seguir, aquel hombre enmascarado aparecía y desaparecía de la nada, podía o no estar trabajando con los rebeldes, nada era seguro y por los testimonios no solo era un arcanista, ese hombre que se cubría con la mascara parecía estar loco y eso lo hacía impredecible, algo que no le gustaba nada a Teran.

La joven se había adaptado bien en su primera semana de servicio, Teran le daba tareas simples, simples pero que le permitían a Teran entender cuáles eran sus habilidades y lo comprometida que estaba esa joven con su tarea. 

A lo largo de los años había estudiado a los arcanistas, había intentado entender cómo pensaban, cómo utilizaban sus poderes y cuáles podrían ser las ambiciones de estos ahora que el imperio llevaba muerto más de veinte años. Pero este era una rareza entre las rarezas, en el poco tiempo que llevaba siguiendo a este arcanista había empezado a armar un perfil de este sujeto. Era hombre, de entre veinte y treinta años, alto de complexión fuerte, cabellos castaños y ojos marrones claros, parecía ser bueno engañando a los demás y era mucho más poderoso del común de arcanistas. Teran no lo había visto en acción, pero parecía que era más poderoso que el de la máscara dorada de su infancia. ¿Cuánto tiempo y dedicación había invertido a usar sus poderes para llegar a ese nivel?.

Se encontraba sentado en su escritorio estudiando el último caso de un arcanista, recordaba bien al tipo, se había escondido en una lejana aldea del norte, tan remota y pequeña que había logrado eludir a las autoridades y cazadores de la república por más de quince años. Recordaba que era un hombre bajito y delgado, pero con una mirada dura como ninguna, recordó cuando llamó a su puerta seguido por más de un centenar de soldados, recordó cómo habían expulsado a todos los habitantes de la aldea durante la noche para que pudiera liquidar al arcanista. También recordó que cuando abrieron la puerta, fue una niña pequeña la que abrió que sostenía a un bebé en brazos. Teran aun recordaba la mirada de terror cuando uno de sus hombres la empujaba dentro y como entraban por la fuerza, encontraron a una mujer embarazada, que estaba sentada junto a una chimenea con una taza de té en las manos y a aquel hombre que al verlo dejó caer la bandeja donde llevaba comida a su esposa embarazada.

El recuerdo de aquella noche desapareció cuando golpearon a su puerta. Teran se limpio rápidamente el rostro pues siempre que acudía a su mente aquel recuerdo sus ojos se llenaban de lágrimas y sudaba mucho.

- Pase - ordenó cuando había recuperado la compostura y dejado el informe en un cajón y lo había cerrado con llave.

La puerta se abrió y la señorita Angélica Geniz entró con lo que parecía ser un telegrama en la mano, al ver su expresión tan seria Teran entendió de qué se trataba.

- Le tengo malas noticias comandante - dijo mientras le entregaba el telegrama en mano.

"Gobernador de la provincia de Magneg, Luis Von Rosent muerto en atentado arcanista".

Teran asintió molesto y dejó el telegrama a un lado.

- Viajaremos a Magneg - informó a Angelica - informa a los demás y también envía un telegrama al mariscal de la provincia, necesitáremos su colaboración si es que llegamos a encontrarnos con el arcanista.

Las Semillas De ArcanisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora