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Desde que tenía memoria Teran odio a los aristócratas, no logro vivir en los tiempos del régimen aristócrata, mejor llamado antiguo régimen, pero si había visto de lo que eran capaces esos monstruos con los poderes que usaban para someter a los demás. Pues cuando la república se alzó el ya tuvo edad para entender el mundo y ver desde primera fila como la guardia aristócrata, sus malditos arcanistas masacraba batallones enteros de soldados republicanos. El terror que lo había invadido ese dia, mientras desde lo alto de la azotea de un edificio veía volar por los aires a cientos de hombres y como grandes explosiones de una luz violácea hacían pedazos sus cuerpos. Aun recordaba al aristócrata que aterrizó a su lado con su bastón en mano, vestimenta elegantes pero con claros rasgos militares y una máscara dorada, el símbolo de la guardia aristócrata.

El estaba en ese momento acompañado por otros niños de su barrio que habían sido llevados allí por sus padres para que estuvieran a salvo del fuego cruzado.

- No deberian estar aqui niños - dijo el alto aristócrata con la punta de su bastón cubierta de sangre - vayan a los sótanos, ahora mismo.

Varios de los niños obedecieron, pero Teran no, su padre luchaba abajo contra los aristócratas, no planeaba obedecer a uno sin importar sus buenas intenciones.

El aristócrata se quedó allí parado mirándolo fijamente a los ojos, Teran había logrado ver los del monstruo que se alzaba frente a él. Eran de un color azul intenso y largos cabellos dorados le caían hasta los hombros. Era típico que los aristócratas se dejarán el cabello largo, era una especie de moda que les gustaba llevar, al igual que los bastones y los trajes elegantes. Eran asquerosos.

- Todo acabara pronto - le dijo el noble con una postura recta y repleta de orgullo.

- Eso no detendrá al pueblo - le dijo el niño en un susurro repleto de odio.

El noble logró escucharlo y se giró a ver el combate de abajo, donde los republicanos eran masacrados, pero no dejaban de atacar.

- Si, muchachito, tienes razón - dijo sin emoción - pronto acabarán con nosotros.

Teran quedó verdaderamente sorprendido y lo vio con curiosidad, ¿cómo podía decir eso cuando estaban acabando con los republicanos de una manera tan terrible?.

El régimen había caído hacía meses y los aristócratas se habían reunido en un ejército que había comenzado una resistencia en todo el país, formando esas letales guardias arcanas.

- No tiene sentido - le dijo al aristócrata que seguía observando la lucha - ustedes están ganando, claramente acaban con ellos.

El noble negó con la cabeza y entonces sacó algo de su abrigo, era una pistola, eso si era inusual, la aristocracia no solía tener esa clase de armas, sus poderes arcanos eran un arma mucho más letal que cualquier arma de fuego.

Pero algo más lo sorprendió, el noble se la extendió, para que la tomara. Teran dudo, pero finalmente la tomó entre sus manos, era muy grande para él, se notaba que estaba hecha para las manos de un hombre no para las de un niño.

- Caeremos y entonces serán ustedes los que gobiernen - dijo el enmascarado - pero quiero que recuerdes algo muchacho.

Teran vio al noble que parecía asentir por lo que pasaba en las calles. Observó también y se sorprendió al ver que varios de los arcanistas caían inertes, vio como algunos antes de caer golpeaban el suelo con sus bastones causando enormes explosiones que causaron muchísimas bajas a los republicanos. Teran sabía que era muy difícil hacer que una bala impactara contra aquellos seres, pero la abrumadora superioridad numérica de los soldados republicanos terminaban por rodearlos y acribillarlos.

- El poder nos corrompió - dijo mientras tomaba con fuerza su bastón - ahora pagamos nuestra deuda, pero quiero que recuerdes que ahora otros serán corrompidos, no importa que aquellos que tomen el poder no sean arcanistas, ejercerán poder, uno diferente al que corría por nuestras venas, pero poder al fin y al cabo. El poder corrompe independientemente de la sangre que corre por tus venas.

- ¿Porque me dice todo esto? - le pregunto Teran verdaderamente confundido.

El arcanista se encogió de hombros y comenzó a elevarse por los aires.

- Solo quiero que entiendas quien es el enemigo, además, siempre me gusto hablar con niños inteligente - dijo mientras una gran andanada de balas lo alcanzaba, pero estas rebotaron y terminaron volviendo en dirección a aquellos que las habían disparado causando bajas entre las filas de soldados republicanos.

Otra andanada lo alcanzó y varias balas rebotaron, pero una logró alcanzarlo en el hombro y el arcanista enmascarado cayo al vacio. Teran corrió hasta el borde de la azotea y vio cómo cayó de pie con el bastón golpeando el suelo, esto causó la más grande de las explosiones que había visto jamás, la onda expansiva causó que una gran franja de la calle donde se desarrollaba la batalla quedaba despejada. El aristócrata se levantó y mientras los soldados enemigos lo rodeaban miró hacia donde estaba Teran, el enmascarado asintió y con bastón en mano desenvaino el estoque que escondía y cargó contra los soldados. Muchos intentaron disparar y las balas rebotaron contra un muro invisible. Con el estoque atravesó a un soldado y al instante esquivo la bayoneta de un segundo liberando el estoque lanzado un mortífero corte que le abrió la garganta a uno más que intentaba apuntarle.

Teran estaba maravillado y a su vez horrorizado. Pero entonces una bala lo alcanzó en la rodilla, el arcanista plantó la rodilla en el suelo y los soldados dispararon todo lo que tenían, varias de las balas rebotaron causando varias bajas más, pero al final el arcanista cayó al suelo muerto y como si eso no fuera suficiente varios de los soldados lo atravesaron con sus bayonetas como si temieran que volviera a levantar después de todo el plomo que lo había atravesado.

Teran siguió observando cómo las palabras de aquel extraño arcanista se cumplian, todos, hasta el último de los arcanistas y sus simpatizantes que luchaban con sus propias armas de fuego, eran masacrados. Al final los republicanos sufrieron cientos, quizá miles de bajas, pero todos los guardias aristócratas yacían muertos en el suelo. Esa había sido la última de sus resistencias y la república ya no tenía enemigo que se le opusiera.

Teran siempre conservó aquella pistola, como el símbolo de aquella enseñanza que le había dejado el enmascarado. Le enseño que los arcanistas son humanos igual que todos los demás y que aquella corrupción contra la que se levantaron los primeros republicanos no era propia de los aristócratas y sus habilidades sobrehumanas, no, la corrupción era propia del ser humano. Pues el poder lo ejercen los hombres y el poder es lo que corrompe.

Ya habían pasado casi veinte años desde que eso ocurrió y ahora se encontraba sentado en una casa de té, esperando a una informante que le permitiera cazar a uno de los últimos arcanistas con vida. Era una lastima que tuviera que matarlos a todos, pero así era su trabajo, se había unido al ejercito y destacado, aquellos que mas destacaban siempre eran llevados ante la cámara privada del gobierno y puestos bajo el mando de la agencia de Los Purgadores, que a su vez formaban parte de una alianza política que se encargaba de recordar lo importante que era la eliminación de todo arcanista que hubiera sobrevivido a las purgas anteriores.

Teran odiaba a los políticos y aún más a los miembros de la cámara privada, que eran los que verdaderamente gobernaban la república sin importar verdaderamente su tan amada democracia, por lo que la única manera de alcanzar un puesto de verdad importante en el gobierno era por medio del servicio militar y matar arcanistas aún daban el prestigio necesario para ganar cualquier puesto. Lamentablemente tendría que matar a los últimos miembros de la especia arcanista, sin importar cuán nobles y buenos pudieran ser, con tal de alcanzar la posición que deseaba para poder realizar un verdadero cambio en la república, se lo había prometido a su padre antes de morir, no planeaba decepcionarlo, ni al arcanista de máscara dorada que le había legado aquella enseñanza.

Las Semillas De ArcanisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora