Sin ti.

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Ahí estaba yo, sin ti una vez mas, solo podía encontrarte en ciertos pensamientos, aquellos que aun no podía borrar de mi mente, aquella tarde de noviembre, fría como tus manos, esas manos que yo tanto anhelaba, esas manos prominentes que moría por tener junto a las mías, esas manos que jamás quería soltar.
Me sentía sola, pero no era ese tipo de soledad que yo solía sentir a diario, esta vez, era completamente diferente, una soledad llena de vacío, una soledad llena de inhumanidad, solía cantar para mi misma, justo después que deje de cantar para el mundo, mi mundo, que eras tu; deje de cantar para tus odios, cuando deje de escuchar tus palabras, cuando deje de escuchar tus poemas, cuando deje de verte como arte, ese arte tan abstracto, que aún no termino de comprender, que aún llena mi mente de falsa realidad.
Eras como ese mar que todo marinero veía calmo, pero yo veía tus olas, tus tormentas; te amaba por esas incontables mareas, estremecían mi ser, mi persona, mi alma.
Lo único que quería en ese momento era calidez, calidez tuya que ya no encontraba en ningún otro lugar, que no volvería a sentir, porque no volvería a ese sentir que tenía cuando aún estabas conmigo, esa calidez que me llenaba de vacío, necesitaba algo que me llenara de calor, y en este caso, ya no serias tu; una cajetilla era lo que necesitaba, un cigarrillo, de esos que me diste a probar por primera vez, esa noche, la única noche en la que me sentí completa, donde no sentí vacío, ese calor tuyo, ese calor de los cigarrillos que solías fumar, eso era lo único que iba a calmar mis ansias, lo único que encendería esa pequeña flama de calidez que yo necesitaba, ese olor a cigarro, ese sabor que me hacia recordar el sabor de tus labios, el sabor de ese beso que me lleno, ese olor, ese humo que me hacia recordarte, ese humo que me hacia extrañarte mas, que me hacia recordarte, tenerte, sentirte, percibirte cerca, percibir esa calidez, esas manos, ese ser, ese arte que solía ver con gran curiosidad, ese mar lleno de olas, que ni el mismo controlaba, que ni el mismo comprendía. Esas ansias de comprenderte, de entender el porque de tus mareas, el porque del amor que sentía por ti, que siento; calidez de un mar helado, lleno de tus palabras vacías, olor a cigarro, sentimiento de extrañamiento que inundaba mi alma, que inundaba mi ser.

Notas del primer cigarro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora