Parte I
Con el corazón temblando a mil por hora, el sudor bajando por mi pecho y mis ojos casi en blanco, me quite de la cara de Marcos para acomodarme en la cama. Dios, este chico si que sabe usar su lengua en los lugares adecuados
— ¿Y no le has hablado? — Pregunta Marcos pasándose una servilleta por la cara para limpiarse mis fluidos
— No, estoy esperando el momento adecuado
Arquea una ceja — Me sorprende que tú busques el momento adecuado
Marcos es uno de mis mejores amigos, que cuando nos aburrimos tenemos sexo. Tenemos mucho tiempo así, creo que ambos somos lo suficientemente maduros como para que no afecte en nuestra amistad. Además de que la confianza es sumamente enorme, tengo el pensamiento de que el mejor sexo se obtiene con alguien que te conoce de pies a cabeza. Las cosas de una noche solo es para comprobarme que puedo tener a cualquiera
— Es que... no creo que sea fácil, ni siquiera me mira — Me amarre el cabello — ¿Quieres seguir? Aún tengo una hora libre
Con una sonrisa, no lo dudó y respondió — Va
Marcos toma mi cuello para llevar mis labios a los suyos, todo esta tan mojado que resbala con mucha facilidad. Nuestras lenguas se encuentran y comienzan a juguetear, mientras con una de sus manos toma mi mandíbula con fuerza y control. Deja de besarme para tomar mi cuello y alejarme, así mismo me cachetea con su otra mano para después bajar mi cabeza hacia su pene: — Ahora te toca a ti — Me ordena con una voz jadeante y llena de poder, lo cual hace que me excite la idea de tenerlo pidiéndome más mientras le hago un oral. Me toma del cabello, el cual ya estaba amarrado en una coleta alta, mientras con su otra mano toma su pene y me lo mete a la boca. Dejo que él me controle, solo mantengo mi boca abierta y hago suaves movimientos con mi lengua para saborearlo entero. Ahora con sus dos manos agarradas de mi coleta, comienza a subir y a bajarme, primero lento, pidiéndome que escupa y succione, le sigo las órdenes como si fuera mi dueño. Su pene está tan duro que ni siquiera hay que sostenerlo, sus movimientos comienzan a ser más bruscos y rápidos, siento como topa con mi garganta y mis lagrimas comienzan a salir por el reflejo del vomito — el cual estoy aguantando como nunca —, de pronto, deja de moverme. Me levanto para ver su rostro lleno de éxtasis, voy hacia el para darle besos y mordidas en su cuello, mi lengua se encuentra con su oreja y siento como sus jadeos comienzan. Me siento encima de su pene, para que mi intimidad y la suya se encuentren, pero no me penetro. Doy movimientos lentos en círculos para masajear mi clitoris y a la vez, su pene. Mientras que Marcos suelta leves quejidos, le doy una cachetada que hace que su rostro se voltee y sonría maliciosamente. Vuelvo a darle besos en el cuello, hasta bajar a su pecho y lentamente ir por su abdomen hasta su pene, pero mi boca no se cruza con el. Bajo mi lengua hasta sus testículos y los lamo, como si fueran un par de dulces, entran a mi boca y comienzan a mojarse por mi saliva. Doy pequeñas succiones, no tan fuertes pero tampoco tan leves, mi lengua está haciendo todo el trabajo moviéndose de arriba a abajo, estimulando sus testículos, mientras que con mi mano derecha tomo su pene y empiezo a masturbarlo. La respiración de Marcos estaba haciéndose notoria, así que para aumentar eso, tome su pene y lo metí a mi boca, mientras subo y bajo, lo succiono a la vez que hago presión con mi lengua. Es algo difícil, pero entre más práctica, mejor. Cuando dejo de succionar, mi lengua se apodera de la intimidad de Marcos y comienza a estimular, mientras mi boca genera más saliva y moja el asunto, no dejo de ir de arriba a abajo solo que esta vez sin succionar y un poco más rápido, siento como Marcos se mueve bruscamente: — Ah... Dios... No pares, me... Me vengo — Escucho sus plegarias y comienzo a hacer mi trabajo más rápido, solo que esta vez con mi mano masturbando su pene y mi boca chupando y lamiendo la cabeza de este: — ¡Dios! —El líquido viscoso de Marcos visita toda mi boca, sin pretender parar, sigo masturbando y chupando, mientras me trago su semen y lo siento temblar. El toma mi cabeza y me separa, mirándome con ojos de súplica para que pare
Me reincorporo y hablo: — Bueno, me tengo que ir
— Si... — Dijo apenas respirando — Cierra cuando te vayas porque yo no tengo fuerzas
Me rio y salgo por la puerta de su habitación.Después de bañarme y salir casi corriendo, fui a un Seven Eleven que está a dos calles de mi casa. Aquí me encontraría a Ramiro, no tengo idea de quién es y tampoco me interesa, pero me invito a un antro. Lo cual obviamente terminaría con sexo, y solo acepte por eso. Además de que el tipo es guapo, lo he visto un par de veces en la universidad pero nos toco conocernos por una aplicación de citas. Se me hacía conocido su rostro de algo, no encontraba en qué — incluso pensé que ya me lo había tirado —, pero mencionó la escuela y supe que de ahí.
Cuando llegamos al antro, me dejo sola en la mesa en lo que iba y pedía bebidas. Mientras tanto yo, comencé a observar el lugar; nunca había venido, no soy mucho de salir a antros por gusto. Solamente de cacería. El lugar es muy bonito, muy amplio, de tres pisos, en medio la pista de baile y la barra bar en una esquina. Al rededor de la pista hay unas cuantas mesas y asientos, todo es neón y hay demasiada gente. Entre tanto observar, vi un rostro familiar recargado en el balcón del segundo piso: es él.
¿Qué hace aquí? No pensé que fuera un chico al que le gustara salir a antros, solo estaba ahí, de pie. Sus 1.80 y algo bien marcados, el cabello negro y su piel pálida, no pasaba desapercibido. Pero no volteaba a verme.
Ramiro, quien llegó con las manos ocupadas de una cubeta con botellas de cerveza, se sentó en frente de mi y me ofreció una cerveza: — Perdón, debí habértelo dicho. No tomo cerveza— Oh... bueno, no te preocupes. Más para mí — Me ofreció una sonrisa tímida — Si quieres puedo ir a buscar alguna botella, ¿Qué te gusta?
— Preferiría no beber hoy, solo quiero divertirme haciendo otras cosas
— Bueno — le dio un trago a la cerveza — ¿Quieres bailar?
— No — sonreí — Quiero coger
El hecho de que casi se ahogara con su trago de cerveza me dio a entender que lo agarre por sorpresa, entre tos y risa, Ramiro comenzó a ponerse rojo de la pena: — Tranquila... no te traje para eso, me interesa conocerte
— ¿Y para conocerme me traes a un antro? — pregunté bufona — No es buena elección
— Lo sé, solo que... quería ser diferente. Sé que muchos te invitan a salir y lo último que piensan es en un antro
Sonrió y pienso: es verdad. Esta es la primera vez que me invitan a un antro sin querer algo más: — Pues si, tienes razón. Pero esto no te asegura nada — me levanto de la mesa y tomo su mano para dirigirnos a la pista de baile, él no hace ninguna oposición y me sigue el paso. Comenzó a sonar una canción de reggaetón viejo, «Wisin y Yandel», abusadora. La reconocería en cualquier lado y la pista se comenzó a llenar de más gente gracias a la conmoción de escuchar un clásico del reggaetón. Mientras Ramiro le daba tragos a su bebida, mis caderas se pegaban a él y se movían al ritmo de la música. Tome de su cuello y lo acerque a mi, pero se soltó para ir a dejar su cerveza en la mesa más cercana y volvió a mi casi corriendo, sonreí y sus manos se colocaron en mi cintura, mientras las mias volvían a su cuello y mis caderas seguían el ritmo rozando su entrepierna. Me di la vuelta para estar a espaldas de él y que mi trasero sea el protagonista, lo comencé a mover mientras Ramiro respiraba en mi nuca y de igual forma se movía al ritmo de la música, siempre tocando solamente mi cintura.
Cuatro o seis canciones más de Wisin y Yandel sonaron, añadiendo a Daddy Yankee — obviamente —, Ramiro y yo ya estábamos sudando de tanto que bailamos, nos acercamos a nuestra mesa y de la sed que tenia, tome una cerveza a lo que él me mira con descaro: — ¿No que no? — ríe— Es solo para calmar la sed — le di un trago y el amargo y frío sabor de la cerveza recorrió mi garganta, pero que delicioso se sintió
Después de unas cuantas cervezas, el alcohol se subió a mi sistema y al parecer, al de Ramiro también.
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Oscuridad y deseo
Short StoryNunca me he considerado una mojigata, pero tampoco una zorra. De hecho, no me considero nada de lo que esta sociedad nos hace creer para rebajar a una mujer por disfrutar de su vida sexual. Porque hagas lo que hagas, jamás tendrás contentos a todos;...