Parte 11

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Dentro de un imponente Mercedes negro alquilado para la ocasión, viaja Mark Stevenson, acompañado de Gabriela Garza y de don Roberto Mendoza, les precede Armando, en su propio carro y les va guiando camino de su casa. Acaba de saber que el gringo viene decidido a hospedarse en su casa, así que al borde del ataque de nervios, ha debido de llamar a Betty por teléfono y advertirla, para que prepare la habitación y un plato más en la mesa, y ella se había quedado tan tranquila, ni un aspaviento, ni unos grititos nerviosos, nada... tan solo un "tranquilo Armando, ahora mismo solucionamos ese pequeño inconveniente".

Era absurdo, porque en aquella extraña pareja que formaban, él era el controlado, el sereno, el sosegado y ella la polvorilla, la chispa, la hiperactividad... claro, que seguro que se sentía así a causa de la mentira, no le gustaba para nada tener que mentir en un negocio tan importante. Pero ¡que demonios!, la culpa era del maldito gringo por mezclar asuntos personales y laborales...

Cuando accedieron a la casa, el mayordomo les hizo pasar a la sala, dónde les esperaban, doña Margarita, Betty y Guiller. En impecable inglés, Armando hizo las presentaciones, y comprobó con agrado que Betty, lo hablaba con bastante soltura. El gringo, a pesar de que todos excepto Guiller, le hablaban en su lengua, se esforzó en hablar español.

Mr. Stevenson.- Guassias señoga, pog guecibigme en su casa, mejog hablag español, yo quegued apendeg, mejogag en estos días en Colombia.

Betty.- No es nada señor, nuestra familia está encantada de compartir con Vd estas Navidades... ¿desea tomar algo?, en media hora estará la cena, o quizás quiera subir a su habitación a acomodarse...

Mr. Stevenson.- Subo después, tengo sed, vino no tomag nunca, solo un poco con comidas... ¿algo fuesco?...

Betty.- ¿Un jugo de frutas, le parece bien?... ¿de naranja, de mora, de tomate...?

Mr. Stevenson.- De tomato está bien, con sol y pimiento...

Betty.- Roberto, Gabriela, mi amor... Vds ¿qué desean?...

Armando, le sonríe, le ha encantado que le llame mi amor, ha sentido un extraño calorcillo por dentro.

Roberto.- Yo tomaré un jerez seco...

Gabriela.- Lo mismo Beatriz, muchas gracias...

Armando.- Yo como el señor Stevenson, Esteban, jugo de tomate con sal y pimienta, si no está frío, le pone un poco de hielo...

Guiller, que está muy callado observa con detenimiento al americano. Su mamá le ha explicado muy bien, por qué juegan a aquél juego, y él sabe a la perfección, como se debe portar... pero está feliz, aquél adulto habla lo mismo que él, incluso peor. No se puede contener y se coloca frente al ejecutivo americano y le pregunta muy serio, cruzando los bracitos en una postura que ha comenzado a imitar de Armando y que a su mamá le hace mucha gracia.

Guiller.- Zeñog... ¿Uzté también tiene cogto el fgrenillo?

Mr. Stevenson, sorprendido.- What?.... ¿que cosa es fuenillo?...

Guiller.- No ez fuenillo, ze dice fgrenillo... ez ezto de acá...

Y abriendo la boca y levantando la lengua, se señala con el dedo.

Guiller.- Ez ezto de acá... ¿lo ve...?... yo lo tengo cogto, y por ezo no digo bien algunaz letgras... papá dize que me lo va cogtad un doctog y ya puedo hablad bien...

Armando, lo atrae hacia él y lo sienta sobre sus rodillas.

Armando.- Sr. Stenvenson, Guillermo tiene demasiado pegado el frenillo a la punta de la lengua, y eso le impide pronunciar correctamente muchas letras, cuando sea un poco más grande, se lo tendrá que cortar el médico... él piensa que el acento de Vd, es a causa del mismo problema... ¿me expliqué?...

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