Parte 20

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.EPÍLOGO

Armando sonríe feliz, definitivamente su mamá y Betty, han hecho un excelente trabajo. Es el tercer edificio del centro de la ciudad que rehabilitan y venden por apartamentos, ambas se han convertido en socias y empresarias y están teniendo mucho éxito.

Aquél primero, que en sus días fue una fábrica, ahora es una nueva tienda de Ecomoda, en su planta baja, además de la nueva vivienda de sus papás, de Daniel Valencia, de Mario Calderón y del propio Nicolás Mora, que adquirieron los restantes apartamentos. Este último, en el que celebran la inauguración y la fiesta de entrega de llaves, a los nuevos propietarios, fue en sus días un palacete de un noble español, y luego casa de vecinos y por último, academia de señoritas. Ahora, con su renovado esplendor, es un precioso ejemplo de lo que fue la arquitectura colonial, que tiene en su interior seis viviendas, de las cuales, las tres del primer piso, son dúplex.

Mientras escucha sin poner mucha atención, la conversación de unos invitados, observa como sus dos hijos, Guillermo de casi siete años, y el pequeño Marcos, de dos, miran embelesados, una reproducción de una armadura medieval, que adorna un rincón del vestíbulo. Seguro, que el mayor, le está explicando al pequeño, alguna magnífica historia de dragones, doncellas y caballeros... seguro, porque Marcos, lo escucha con la boquita abierta y esa carita de admiración, que siempre ponía, cuando su hermano le contaba o leía un cuento.

Habían pasado unos días dificiles, de Nueva York les habían comunicado, que el señor Mark Stevenson, había sufrido una grave crisis de la enfermedad pulmonar, que lo aquejaba hacía varios meses, y ellos quisieron estar junto a él, con los niños. Especialmente porque era el padrino del pequeño, y porque Guillermo le quería mucho. Los acompañaron sus papás, y llegaron casi a lo justo. Apenas cuarenta y ocho horas después, el viejo gringo, había fallecido.

En la lectura del testamento, supieron que Guillermo y Marcos, y los demás hijos que ellos pudiesen tener, a partes iguales, quedaban como únicos herederos del paquete de acciones del Fashion Group, que poseía el fallecido. El resto de sus propiedades, las casas, otras inversiones, y la plata en metálico, se repartía entre algunos sobrinos y obras benéficas, a favor de la infancia.

Ahora, como tutor de sus hijos, se vería en la obligación de asistir cada seis meses, a las Juntas de Accionistas, en la Casa Matriz, representando los intereses de ellos. Aunque Betty le había sugerido algo, que podría servir. Nicolás, deseaba pasar un tiempo en los EEUU, y en la casa matriz le habían ofrecido un puesto en el área financiera. Muy bien, se le podían dar poderes, para que representase a los niños Mendoza Pinzón, ya verían.

Asintió sonriente a las personas que le hablaban y se disculpó con ellos. Don Roberto, acababa de cargar en brazos a Marcos y seguido de Guillermo, salían de la casa.

Los siguió, para ver, como el abuelo les consentía, comprándoles a cada uno, un helado, en el kiosco que había en la esquina, y los tres se sentaban a comerlos en uno de los bancos de la plaza, en la que estaban.

Los brazos de su mujer le rodearon la cintura y su voz, los sacó de sus pensamientos.

Betty.- Te veo muy pensativo, mi amor... ¿ocurre algo?...

Armando.- Para nada cielo, solo estaba pensando en todo lo bueno que nos ha dado la vida, en estos años... claro, a excepción, de la muerte de Mark, le vamos a echar mucho de menos.

Betty.- ¿Incluídas la varicela de Guiller y de Marcos, hace dos meses, el robo y destrozo de tu carro, la gastroenteritis que tuviste hace un año, y la reaparición de Marcela Valencia en Ecomoda, de hace dos días?...

Armando.- Jajajajaja... incluidas todas esas grandes desgracias mi vida... no cambiaría ni un solo momento, desde el instante en que te reencontré.

Betty.- Estás cansado amor, han sido semanas de mucho trabajo y yo lo mismo, podríamos tomarnos unas vacaciones, aunque sean cortas, ahora que Guiller tiene vacaciones en el colegio.

Armando, irónico.- Y que podemos hacer en esas vacaciones, porque ya sabes que a mi no se me ocurre nada especial, soy tremendamente aburrido...

Betty.- Podrías llevarnos a conocer la nieve, ninguno de nosotros la ha visto nunca, o bien podríamos regresar a Disney World, o quizás ir a bucear a Santa Marta, o tener una hija, o viajar a Méjico, me apetece mucho conocer las ruinas precolombinas... hay cientos de posibilidades...

Armando.- Si vamos a la nieve y encargamos allí a la niña, la podemos llamar, Blanca... claro, que si vamos a bucear a Santa Marta, y allí hacemos a nuestra hija, la llamaríamos Marina... por otro lado, queda la opción de Méjico, después de todo, no me disgusta el nombre de Guadalupe... pero lo de Diseny World queda descartada, nunca llamaría a una hija mía, ni Daisy, ni Minnie, ni Bella, ni ninguno de esos nombres de heroínas de dibujos animados... ni pensarlo, conociendo a tu hijo Guillermo, se empeñaría en que su hermanita se llamase Pocahontas o Mulán... ¡ni pensarlo!...

Betty.- Es curioso como Guiller mejoró su dicción, al poco de cortarle el frenillo, aún recuerdo, lo que nos pudimos reír, cuando se empeñó en decir esas palabras, al entregarme a ti, el día del matrimonio católico.

Armando.- Si, jajajaja, pobrecito se esforzó mucho y lo dijo todo del tirón, tal y como lo obligó a memorizarlo doña Eugenia... "Papá, te entgrego a mi mamá, paga que zea tu mujeg y la quiegas y la guezpetez paga siempgre jamáz..."

Betty.- Estaba tan bello mi niño ese día...

Armando.- ¿Solo tu niño?... ¿y tu esposo?, ¡ah!... ¿no iba bello tu esposo?...

Betty.- ¡Dios mío!, ¿no es esa Marcela Valencia?... ¿quién viene con ella?...

Armando.- ¡No me lo puedo creer!, mi mamá me dijo que tenía un novio y que estaba muy feliz con él, pero nunca imaginé que fuese un tipo así...

Betty.- Es... es...

Armando.- Por el volumen y el peinado, creo que luchador de sumo... jajajajajaja...

Betty.- Iba a decir enorme, ojojojojojoj... mi madrina seguro que le cantaría eso de "yo tengo una novia gorda, que en invierno me calienta y en verano me da sombra"... solo que en este caso es un novio... ojojojojoj

Armando.- Pagaría por escuchar a Mónica Agudelo y a Patricia Fernández, hablar de ellos, a espaldas de Marcela... jajajajajaja... de verdad que pagaría...

Betty.- A ver señor Mendoza, nosotros a lo nuestro... ¿qué?... ¿Blanca o Marina?, lo de Guadalupe, lo dejamos para otra fecha...

Armando.- Nos podemos tomar un mes... bien, creo que puede ser primero Blanca y después Marina..., o viceversa...

Betty.- ¿Las dos?... ¿cómo?...

Armando, abrazándola y dándole tremendo beso.- Recuerde señora, que Vd es muy fértil y que yo soy, muy, pero que muy macho... creo que esta vez, le haré unas preciosas gemelas.

FIN.-

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