Capítulo 17. Y él me llama luz de luna también...

785 64 12
                                    



El silencio está lleno de electricidad.

Los ojos de Phupha están llenos de un sinfín de emociones diferentes: ansiedad, pasión, ardor, todo ello envuelto después con la presencia de un amor que raya en la más completa adoración que alguien haya sentido jamás.

Sus ojos no se despegan del cuerpo del otro hombre quien sonríe a pocos centímetros de él con emoción. Hay algo en los ojos de Tian que es nuevo y también, reconfortante y conocido. Sus ojos brillan con la misma intensidad con la que lo hacen los rayos de luna que entran por la ventana. La luz de luna se refleja en su sonrisa y en la piel desnuda de su vientre.

Hace rato que los dos han entrado a la mágica penumbra de aquella habitación. No ha hecho falta encender la luz de las velas porque sus sentidos están afilados, expectantes, un tanto agitados por la proximidad del otro.

Phupha no puede reprimirse y levanta a Tian en brazos para pasar con él por el umbral de aquella puerta que si bien no sería su hogar por siempre, porque su nueva casa espera por los dos en Bangkok, sí sería el primer nido en el que los dos experimentarían la emoción de un primer encuentro como aquel, el primero siendo esposos.

Las manos de Phupha tiemblan sin que él pueda evitarlo. La piel de Tian es como uno de sus libros favoritos ya, un libro amado que se conoce con el solo tacto, con el aroma. Phupha piensa que podría reconocer la piel de Tian aun si sus ojos dejaran de ver. Podría reconocer a Tian solamente por su perfume o por el modo en el que un sonido alegre y complacido sale de sus labios cuando las manos de Phupha comienzan a posarse sobre la luz de la luna que acaricia a Tian también.

Aquella noche es especial, es diferente. El aroma a nueva vida entra por la ventana y se cuela alrededor de ellos. Los brazos de Tian se enredan en la cintura de Phupha mientras intenta atraerlo a sí mismo con un dejo de desesperación que pinta una sonrisa complacida en los labios del Mayor. En los brazos de Tian, el hecho de ser deseado con intensidad jamás ha sido un problema para Phupha. En los brazos de Tian, lo que harán a continuación se ha convertido en la experiencia de miles de sensaciones placenteras que él no sabía un hombre podía llegar a sentir.

Esa noche es una celebración, Tian y Phupha lo saben y quizá es esa certeza la que hace que, después de que una sonrisa de mutuo acuerdo aparezca en sus bocas, los labios de los dos se estrellen con calma y se abran de forma lenta y dulce. Aunque hay pasión en sus besos, no hay prisa. Porque aunque sus manos se deslizan sobre la piel del otro como si aquella fuera la última noche de sus vidas, en realidad los dos saben que es la primera de muchas. La primera en la que podrán llamarse el esposo del otro.

Phupha sabe que esa noche no hay lugar para el pasado, ni siquiera piensa en ello en ese justo instante. En su mente solo existe Tian, bajo sus manos se encuentra solo la piel de Tian y alrededor de él ese perfume fresco y masculino que emana del cuerpo de su amado y que ahora se mezcla con el suyo.

Un suspiro feliz que lo avergüenza un poco, escapa de los labios de Tian cuando siente que las manos de Phupha se cuelan por debajo de la delicada seda blanca de su camisa. Las manos de Phupha son cálidas y están llenas de luz de luna. Aunque algunas noches en Pha Pun Dao son frías aun, en aquella habitación de la casa que Khama asignó para los dos lejos de la base y de los demás vecinos, las pieles de los dos parecen indicar que las flores nacerán en cualquier momento y Tian no puede evitar preguntarse si esa ansiedad que llena cada centímetro de su piel con cada caricia de Phupha, es lo mismo que las flores del prado donde suelen volar cometas, sienten antes de florecer con majestad.

Las mejillas de Tian están sonrojadas y sus labios buscan la boca de su esposo que hasta hace unos segundos besaba su cuello con suavidad, succionando su piel como si Phupha estuviese comiendo un caramelo especialmente dulce y apetecible y Tian deja que sus manos se deslicen por la suave piel de Phupha también. Quiere tocarlo todo. Quiere aprender cada uno de los recovecos de aquel cuerpo de memoria. Quizá una sola noche no sea posible pero lo intentará. Claro que lo intentará.

Cometas Por El CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora