Cometas Por El Cielo

Capítulo 5. Hay una canción en mi corazón, este es el lugar al que pertenezco.

TIAN

La mañana los descubrió abrazados. Los ojos de Tian se abrieron primero apenas los rayos dorados del sol empezaron a colarse por las rendijas de la habitación de Phupha quien parecía seguir profundamente dormido a pesar de que sus brazos rodeaban la cintura de Tian con fuerza.

El joven ingeniero no pudo evitar suspirar y entregándose a toda la dicha que le procuraba aquel despertar, Tian dejó que su cabeza descansara sobre el pecho de Phupha. Era algo tranquilizante escuchar el ritmo acompasado de su respiración y sentir el corazón del Mayor latiendo justo debajo de su oído. El mundo parecía un lugar nuevo, más brillante. Era increíble que la cercanía de una sola persona pudiera alterar su universo de aquel modo, claro, pero no era solo la existencia de Phupha la que lo hacía sentirse por fin de nuevo en el lugar correcto.

Tian sentía que su corazón cantaba alegremente por fin desde que los paisajes de Pha Pun Dao se habían pintado una vez más en su mirada. Cuando Phupha lo había llevado a la aldea todo el mundo se había acercado a él para recibirlo con abrazos y mil historias acerca de todas las cosas que habían hecho durante aquellos dos años. Tian había vuelto a corretear con los niños quienes lo habían abrazado más cálidamente y quienes le habían pedido que se quedara por siempre. Tian les había prometido que esta vez no tendrían que volver a despedirse y el reencuentro con todos ellos se había sentido como la más cálida de las bienvenidas que alguien le hubiera dado alguna vez.

Y aquel día también estaba lleno de promesas. Tian podía sentirlo en la quietud de la mañana. Era temprano claro, pero el chico sabía que en una aldea como en la que viviría a partir de ahora, la vida iniciaba muy temprano. De hecho, Tian no pudo evitar preguntarse por qué Phupha no se había despertado aún pero cuando sintió que las manos de su compañero comenzaban a acariciar su espalda, Tian se dijo que quizá era mejor idea posponer todos los planes en el mundo exterior hasta el año próximo.

—Capitán...— dijo Tian antes de que Phupha besara su frente haciendo que todas las palabras que pensaba decir se diluyeran en medio de la cálida sensación de los labios de Phupha sobre su piel.

—Buenos días— susurró el Mayor y el corazón de Tian cantó con más alegría esa melodía que la cercanía de Phupha parecía hacerle recordar.

—¿No tienes que ir a trabajar hoy?— preguntó Tian por fin riéndose del modo en el que los ojos de Phupha se llenaron de desgana al escuchar aquella pregunta.

—Supongo que sí— respondió Phupha con aire abatido—. Aunque si soy el jefe, quizá pueda aprovecharme un poco de mi cargo el día de hoy ¿no crees? Yod y Rang deben estar ya patrullando y si me necesitaran, ya me habrían llamado...

—¡Vaya! Soy una muy mala influencia en tu vida— dijo Tian riendo de modo juguetón— ¿Puedes quedarte aquí conmigo hasta el medio día?

—Pensé que tú y Longtae también tenían muchos planes para hoy— dijo Phupha sintiéndose completamente feliz de que Tian hubiera despertado al lado suyo.

—Sí, y pueden esperar hasta el mediodía...

—Rebelde como siempre— dijo Phupha riendo divertido—. Pero eres un profesional ahora y debes hacer las cosas bien desde el inicio ¿no crees?

—Tan mandón como siempre...— respondió Tian con algo de molestia.

—Pero me amas así ¿no es cierto?— preguntó Phupha de modo casual y fue todo un descubrimiento para Tian notar que las mejillas del otro hombre estaban sonrojadas.

Aquella era la primera vez que Phupha pronunciaba la palabra amor en voz alta. Por supuesto que antes no había hecho falta porque Tian sabía que el Mayor era un hombre de acción. Phupha le había hecho sentir amor con su mirada, con la forma en sus manos lo tocaban y con esos ojos oscuros que jamás mentían y que podían hablar de amor en un lenguaje silencioso que Tian podía interpretar de forma perfecta. Y sin embargo, el corazón del joven ingeniero se había derretido dentro de su pecho al escuchar aquella pregunta. Él jamás había dicho aquellas palabras tampoco pero ahí estaba que quizá aquella mañana sería la primera vez.