No sé.

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POV: Carina

Al subirnos al coche noté que Arizona había vuelto la mirada y a lo lejos estaba Callie parada con una tremenda cara de angustia, en otro momento me hubiera alegrado de ver que había mostrado interés pero ahora solo me importaba hacer sentir mejor a Ari.

No dijimos ni una sola palabra, sólo condujo hasta su casa, cuando entramos vimos que había una nota en la mesa de centro:
"Ari tuvimos que salir a ver unos contratos, regresamos mañana, nos llevamos a Sofía. Escríbeme cuando leas eso. Te amo."

Era obvio que si me iba Arizona iba a quedarse sola y eso no sería bueno, de por sí ya andaba triste y ahora con esto qué pasó sería peor.

Seguíamos en silencio, vi que tomó su celular así que asumí que le escribiría a su mamá y de repente habló.

Le dije a mi mamá que te quedarías a dormir, para hacerme compañía—su voz era bajita y ronca, las ganas de llorar se le notaban—si no puedes quedarte no pasa nada, solo se lo dije para que estuviera tranquila.

—Ey chiquita, estoy aquí para ti. No voy a irme a ningún lado.

—¿Lo prometes?—tenía los ojitos rojos y escucharla decir eso me hizo querer protegerla de todo.

Lo prometo. Voy a hacerte un té. Ven y acuéstate en el sofá.

—No quiero té. Quiero borrarme de la cabeza lo que vi. Trae vino. Mucho vino.

No estaba segura de si dejarla tomar fuera la mejor opción pero lo hice. Después de la primera botella dejó de llorar, sollozaba de vez en cuando pero su estado de ánimo empezaba a cambiar. La segunda botella iba a la mitad y ya habíamos puesto una película, se reía, siempre me gustó escucharla reír. La película terminó y la segunda botella también. Antes teníamos un gusto culposo, ver la trilogía de Fifty shades of Grey cuando ya no encontrábamos que película ver, aunque a decir verdad pasábamos más tiempo haciendo otras cosas que ver la película.

No sé que otra película poner, ¿ya viste la hora? Son las 2 de la mañana Ari.

—No tengo sueño—decía medio arrastrando las palabras pero aún seguía cuerda—¿y si pones la de siempre?

—¿Segura?

Arizona solo asintió con la cabeza.
Puse Fifty shades of grey y nos volvimos a acomodar en el sofá. Saqué la tercera y probablemente última botella de vino.

La escena del helicóptero siempre había sido la favorita de Ari y se veía que lo estaba disfrutando.

No era que hubiera calor pero el ambiente se sentía diferente, hacía mucho que no hacíamos esto de sentarnos a ver películas. No sé si fue el vino o la tensión de la película pero casi podía asegurar lo que pasaría.

Vi de reojo que Ari se movió de su lugar y se mordía una uña, la conocía tan bien que ya sabía lo que estaba pasando por su mente.

Sentí cómo acercaba su mano poco a poco y la ponía sobre mi pierna, esto estaba pasando.

Giré a verla y nuestras miradas se conectaron, como si el tiempo entre nosotras jamás hubiera pasado. Yo sabía lo que ella quería, ella sabía lo que yo quería. Me dejé llevar por el momento, extrañaba tenerla así de cerca, y se lo dejaría en claro.




POV: General

Se encontraban en el sofá, la película seguía reproduciéndose pero ambas estaban sumidas en una tensión sexual que casi podía tocarse. Arizona rompió la distancia y tomó a Carina del rostro para besarse. Se conocían, sabían que movimientos volvían loca a la otra. Primero solo besos, por todos lados. El punto débil de Arizona: el cuello, y Carina lo sabía, empezó a dejar besos húmedos en él para después ir bajando lentamente por su clavícula. Arizona sentía que su cabeza daba vueltas, la sensación del momento era exquisita. El sexo con Carina siempre había sido así, delicado, sin prisas, sin pena, cargado de emociones y sensaciones. Carina estaba por llegar a sus senos pero esta se lo impidió, levantó su cara para ahora ella dejar besos y una que otra mordida sutil por todo su cuello hasta la clavícula. En algún momento las blusas de ambas desaparecieron y la ropa interior pronto dejaría de estar presente. Carina se puso sobre ella y la recostó en el sillón.

Tú, Secretos y Adicciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora