12. ¡Kaden!

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Bajo del carro sola evitando cualquier contacto con Adam, camine hacia la entrada principal de la mansión con la bestia pisándome los talones.

Antes de tocar la perilla la puerta se abre sola, bueno Kaden lo hace con mala cara.

-¿Por qué tardaron tanto? -pregunta y no digo nada.

Me quede parada frente a él, pero Adam me empuja por la espalda baja para que entre.

-Nuestra pequeña liebre se portó muy mal, me ha golpeado de nuevo y voy a vengarme.

-Adam, no hay tiempo -le reprocha y sigo estática entre ambos-. Tenemos que ir a comprar lo que usaremos mañana.

¿Mañana? ¿Qué haremos mañana?

-Vayan sin nosotros, Jane por hoy a perdido el libre albedrío. Usara lo que escojas tú o el cachorro -concluye y toma mi brazo bruscamente.

Miro suplicante a Kaden, pero su rostro no expresa nada. Nos movemos escalera arriba y me giro a ver por donde piso para no caerme o resbalar.

Ya llore, ya grité, estoy cansada, mis ojos arden. Quiero dormir y tengo frío.

Parpadeo constantemente en un intento de aliviar un poco el escozor de mis ojos.

Visualizo a dura penas la puerta negra, Adam la abre y aún jaloneándome sin algún motivo nos introducimos a la habitación.

Me suelta y llevo mi mano al lugar donde apretaba. Ejerció gran fuerza y me duele.

Escucho un cerrojo, con brusquedad muevo mi cuello a la puerta. Adam me sonríe macabro y se encamina a la otra puerta que conecta con el cuarto de Oliver.

No tengo escapatoria más que ir escalera arriba a lo que consideran mi habitación.

Pero rechazo la idea, tiene que pasar lo que quiere esta bestia pase para que me deje de una vez tranquila por un rato.

Suspiro y lo sigo con la mirada a donde va, toma asiento en su cama de piernas abiertas y se recarga de manos en el colchón inclinándose un poco para atrás.

-Ponte enfrente de mí -ordena y mis pies se mueven solos.

Apágate y hazle caso en lo que quiera...

Repito una y otra vez dentro de mi cabeza mientras me acomodo delante de él.

-Quítate la ropa hasta quedar en bragas.

Respiro hondo disimuladamente y desabrocho mis pantalones a conjunto de que me quito los tenis con los pies, en cuanto mis piernas están libres me quito la blusa.

Me desagrada el hecho de que la persona con la cual me estoy desvistiendo no sea Tommi, me empiezo a sentir sucia como una zorra.

-Buena chica, ahora acércate más. No puedo tocarte si estás hasta allá.

Estira su brazo y son centímetros lo que queda para que me toque, cierro los ojos por un momento y al abrirlos me encuentro con la ilusión de Tommi.

Me sonríe tan agradable y tierno, su mano hace contacto con mi brazo que acaricia a la vez que camino hacia él para quedar entre sus piernas.

-Eres tan hermosa... -sigue pasando sus dedos con delicadeza por mis brazos, sonrió y me sonrojo-. ¿Por qué sonríes?

Estaba viendo una de sus manos cuando me desconcierta lo que dice, giro mi cuello y la imagen de Tommi se distorsiona. Mi sonrisa cae poco a poco y la de Adam se queda pegada a sus facciones.

-Desabróchame la camisa y quítamela -pide y como un robot subo mis manos hasta sus botones.

Trae puesto una camisa de rayas verde oscuro con blanco, al llegar abajo la saco de sus pantalón porque la tenía fajada, trago saliva en seco y deslizo la prenda por sus hombros, Adam pone sus manos en mi cintura pegándome a su cuerpo bruscamente y comienza a besar mi piel expuesta.

Poliamor enfermizo © [Versión 2020 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora