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Gritos, silbidos y aplausos resuenan por el gigantesco autódromo de Ciudad de México cuando el Mercedes número 13 vuela a más de trescientos kilómetros por hora debajo de la bandera blanca y negra que flamea anunciando el final de la carrera. 

Con una buena diferencia de cinco segundos, el Ferrari 44 de Albert Klausse es el segundo en cruzar, pero ya nada importa.

Jimin festeja y chilla de la más pura alegría cuando todos en los boxes de Mercedes se quitan los auriculares con brusquedad o saltan de sus sillas y se abrazan entre sí, festejando y gritando. No hay nadie que no esté sonriendo, no hay nadie que no sienta aquella explosión de felicidad en sus cuerpos. Todos se regalan las mismas miradas, esa que les asegura que nada está perdido.

Jungkook tuvo una increíble carrera y aquel sentimiento de que nuevamente es invencible lo tiene en la cima de su euforia.

Triunfar silencia las voces, opaca el dolor, borra las marcas. Hace que todo duela menos, que todo se calle a su alrededor y el pasado se esfume.

Y no debería ser así, él lo sabe. Su salud mental no debería depender así de la Fórmula 1 y de cuántas carreras gane; y es por eso que decidió tomarse el siguiente año libre. Sabe que los trofeos y los gritos de sus fans y su equipo no deben ser la razón por la cual todo deje de doler. Sabe que aquella forma de vivir no es la ideal, pero por ahora es lo único que puede hacer, ganar es su único mecanismo de supervivencia.

Jimin y todo el resto del equipo Mercedes gritan todo tipo de alientos y aplauden a Jungkook, palmeando su espalda cuando se acerca a ellos brevemente; pero no puede quedarse a celebrar aún. Distintos empleados de la FIA realizan los usuales controles de los tres pilotos ganadores y sus autos luego de la carrera y cada uno es entrevistado brevemente por la prensa. Jungkook tiene una sonrisa de conejo gigante dibujada en el rostro, simplemente no puede dejar de sonreír. Los demás pilotos se acercan y lo felicitan, incluso miembros de los otros equipos como Taehyung; aunque claro que Albert no y aquello no le sorprende, tampoco le impoorta. 

Pronto Jungkook está parado en el podio más alto con el trofeo dorado en manos y rociando champagne a los pilotos que salieron segundo y tercero, él también siendo empapado de pies a cabeza por el espumante.

Jimin le sonríe a la distancia y todo está bien, todo se siente más que bien.

Media hora después de las pequeñas ceremonias oficiales de la FIA y algunas felicitaciones más por parte de personas famosas e ilustres, Jungkook es libre de relajarse con su equipo y pronto volver a boxes con su auto y trofeo.

"Cinco segundos, Jungkook-ah, es una diferencia increíble," Namjoon palmea su espalda orgulloso mientras caminan entre las personas y los flashes, claro que a una distancia prudente.

"El auto voló hoy," Hoseok añade con otra sonrisa radiante. "Estás a buen nivel, y sólo quedan dos carreras."

Jungkook ha conseguido retomar su primer lugar en la tabla de posiciones luego del pequeño percance de las últimas carreras. Nuevamente está en la delantera y no sólo ganó la carrera, sino que se llevó también los puntos de todos los récords que se podían marcar, por lo que sumó demasiados y ahora tiene gran ventaja con respecto a Albert. La anteúltima carrera en Japón siente que será pan comido, y si la gana ya tendrá asegurado el campeonato, pues ni aunque el alemán ganara la última en Abu Dhabi podría alcanzar su puntaje.

Y está confiado, tiene una energía en el cuerpo que ciega a todos por completo y sabe que podrá con Japón, como también con la última carrera en Emiratos Árabes.

"Siempre me fue bien en Japón, ese circuito me encanta," Jungkook concuerda con las palabras de sus amigos y hermano, suspirando feliz mientras atrae con un poco más de fuerza el cuerpo de Jimin a su lado.

MY F1 DRIVER [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora