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Aunque Albert se paseaba por todos lados con su característica expresión de puro recelo y enojo luego de la escena en el club de México, a todo aquello se le sumó la escalada de su ego que le provocó ganar la ante última fecha en Suzuka, Japón.

Corrió una carrera muy poco limpia y muy al borde de las normas del reglamento, pero la FIA no pudo ni quiso culparlo de ninguna falta en contra de Jungkook, por lo que logró igualar su puntaje apenas a una fecha del final del campeonato.

Hace años no sucedía algo como esto; dos pilotos llegando empatados a la última fecha, dejando que esta sea la que lo defina todo y consagre a uno campeón.

Y que ganara no fue bueno para Jungkook, de más esta decirlo. Pues ahora continúa luciendo igual de resentido que antes pero con el ego por las nubes, y Jungkook echa humo por las orejas de sólo pensar en él.

Detesta su actitud despreciable, su personalidad arrogante y egocéntrica. Le enferma su mirada burlona cada vez que se cruzan. Odia el hecho de que el alemán no corrió una carrera limpia y justa, pues intentó empujarlo de la pista en cada curva y realizó estrategias que fueron dudosas para todo el equipo de Mercedes y millones de fanáticos alrededor del mundo, menos para la FIA.

Jungkook siente que se le burlaron, que la Federación Internacional del Automóvil no actuó justamente como debería haberlo hecho, sin tener favoritos. Siente impotencia, siente que Albert lo odia como nunca antes e incluso siente miedo, porque sabe que no se la hará fácil en la última carrera. No ha estado corriendo limpiamente y puede presentir que romperá las reglas que deba romper para evitar que Jungkook se lleve el título.

Y aquello es incluso más peligroso.

Porque Jungkook no sólo tendrá que enfocarse plenamente en su auto y en el circuito, sino que también preocuparse por Albert.

Ahora son las siete de la mañana y Jimin sostiene el vaso de agua en la boca de un adormilado Jungkook mientras este toma su diaria pastilla. El castaño murmura un agradecimiento algo desanimado y cansado antes de volver a hundirse en el colchón y esconderse entre las sábanas.

Jimin sonríe débilmente hacia él en lo que se asemeja más a una mueca, algo apenado por los sucesos de la noche.

Una de las partes agridulces de los campeonatos son los últimos días antes de la definición del ganador, porque pueden ser divertidos debido a la adrenalina que se siente, pero siempre le son pesados a Jungkook. Y este año definitivamente se corona como el peor, porque sus asuntos personales se mezclan con la situación del empate con Albert y todo lo tiene más nervioso que nunca, con emociones disparadas hacia todos lados y demasiado sensible.

Hoy es viernes, faltan dos días para la gran carrera y sus pensamientos ansiosos se apoderaron de él durante toda la noche, haciéndolo despertar a cada rato por las recurrentes pesadillas que no dejaron de atormentarlo. En medio de una, arañó su cuerpo de forma inconsciente y ahora Jimin se encuentra limpiando con algodones y alcohol las pequeñas heridas que provocó sobre algunas marcas, aunque Jungkook haya querido negarse y no salir de su escondite bajo las sábanas.

"En una hora tenemos que encontrarnos abajo con el resto," le informa Jimin con su voz más suave, colocando una última bandita adhesiva en el torso tatuado que fue violentado hace algunas horas. "Será un largo día, pero verás que será uno bueno. Podrás practicar en el circuito finalmente, y vas a ver que te hará sentir menos nervioso."

Jungkook abraza la almohada contra su rostro y observa a su novio con ojos de cachorro, pero sonríe finalmente.

Siempre tan fuerte.

"¿Cómo te sientes?" Jimin acaricia el cabello castaño y lo peina un poco para despejarlo del rostro del menor.

"Mejor, mejor," Jungkook suspira levemente pero mantiene su pequeña sonrisa, a pesar de apenas haber dormido en toda la noche. "Estoy cansado, pero.. emocionado. Sólo espero no cruzarlo hoy, no quiero que me ponga de mal humor."

MY F1 DRIVER [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora