Hace ya tres semanas que Caspian y yo somos reyes, cumplí un mes de embarazo y mi vientre creció un poco y estoy completamente feliz casada con Caspian, apenas los reyes de antaño se fueron Caspian y yo volvimos al lugar de nuestra boda, donde recogimos mi vestido de novia y nos quedamos hay en la tienda unas horas. A Caspian le encanta cuando nos vamos a dormir poner su mano en mi vientre y sentir a nuestro pequeño, aún no sabemos que será no me a querido decir si será una linda princesa o un lindo príncipe, en cambio Emma ya tiene cuatro meses y hace dos semanas nos dimos cuenta que tendrá una linda elfa.
Ahora tuve un descanso de mis labores como reina, estaba caminando por los jardines del castillo con un lindo vestido azul que me hizo Emma, lo tenia acompañado de una peineta que Caspian me regalo, según el no le molesta darme los regalos que en cuatro años de relación no me dio.
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Debo aceptarlo estoy demasiado emocionada por el nuevo integrante, tanto que ya le tejí un par de guantes blancos junto a un gorrito, cuando se los mostré a Caspian el no pudo evitar sonreír y sacar unas pequeñas lágrimas de felicidad, que tuvo su efecto secundario ya que mis hormonas me vuelven sensible así que me puse a llorar yo con el.
Llegue a la parte del jardín que estaba llena de flores plantadas por elfos, fue un regalo que Amara le dio al castillo y le da un hermoso toque, me senté bajo la sombra de un árbol y me quede ahí admirando todo, pensando en toda mi vida y que no cambiaria nada.
—Te queda hermosa la peineta que te regale—escucho una voz a mi espalda que me hace sonreír a saber de quien se trata.
—Gracias, tienes un buen gusto para darle regalos a tu esposa.—digo viéndolo y corriéndome un poco para que se siente conmigo. Cosa que hace y pasa un brazo por mis hombros.
—Espero también tener buen gusto con nuestro nuevo cuarto.
—Sigues insistiendo en cambiar de cuarto, sabes que no es necesario estamos bien en donde estamos.
