Capítulo X "Frío como la Roca... Cálido como un abrazo"

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🩰

-¿¡Estás loca!? -me gritó Robinson- ¿Cómo pudiste llamar a Mikaela? ¿Qué crees que pueda hacer ella, además de angustiarse?

-¿Y que esperabas tú que hiciera? -Dije sollozando.

-Lo que sea, menos angustiar a esa pobre niña. -me dijo Robinson de espaldas a mí.

Realmente sabía que tenía razón pero Akin es mi precioso hijo, no podía permitir que algo malo le pasará; tenía que hacer algo. No sé si estuvo bien o mal llamar a Mikaela, lo que si sabía era que no quería enfrentar este problema yo sola.

Coloque el móvil sobre la mesa del estudio, y crucé el pasillo para ir a la cocina. Por inercia, me serví café. Cuando apena probé el saber cálido en mis labios, lo vertí en el lavabo. El café me pone más ansiosa y ya con la carta que recibí de Akin, estaba suficientemente ansiosa.

«"Mamá... Lamento hacerte pasar por esto..."» Negué con la cabeza pues aún escuchaba su voz en cada letra de la carta. Así que, me tomé mi tiempo y, con movimientos mecánicos y calculados, me preparé un poco de te verde, voltee la vista al estudio y dije en voz alta:

-Querido, ¿Te apetece un poco de té?

El silencio cruel y despiadado fue mi respuesta. «"... Sé que papá y tú me habéis tratado bien pero ya no puedo más mamá..."» Por la profesión de mi esposo, estoy acostumbrada a tener solo silencio en esta enorme casa.

La vida de mi esposo siempre estuvo inundada de silencio, en cada cliente, cada caso, cada juicio; siempre había un silencio proveniente del estudio. Desde que se graduó, siempre estuvo inexpresivo como si se hubiera convertido en una roca: fría, indiferente y silenciosa. «"... Ya sé que te encanta verme sonreír y ser tu chico feliz y brillante pero... Mamá, ya no puedo más..."».

He estado casada con mi esposo por varios años, pero los primeros fueron difíciles pues solo había monotonía, frialdad y soledad de su parte. «"... Papá y tú estarán mejor sin mí, ella me odia y no puedo soportar vivir con su odio..."». En cambio, mi Akin es totalmente brillante, es un ser de luz.

Aunque al principio, cuando lo adoptamos, era un poco tímido pero cuando se adaptó a su nueva vida fue cuando percibí su verdadera esencia, ví su luz.

Desde que Akin llegó a mi vida lo único que he sentido es miedo, miedo a perder esa luz en mi vida... «"... Sabes que te amo, ¿Verdad? Ya llegó mi hora de reunirme con mis padres, mis padres de verdad. Te amo"». Y presiento que el día que más temía llegó... Pero demasiado pronto.

🩰

La noticia me cayó como un balde de agua fría; aún tenía mi teléfono en mi oreja, aún escuchaba la voz de Mónica: "Akin, se va a suicidar". Tragué saliva, pero tenía la garganta seca. «Akin... No».

Mi mente estaba en un torbellino de emociones, estaba... No lo sé... No sé cómo me sentía.

Baje mi teléfono con lentitud y la pantalla se iluminó y ví mi fondo de pantalla: era una foto grupal con las gemelas, Laura, Akin y yo. Akin estaba junto a mí, como siempre su gran sonrisa opacaba la de cualquiera.

Recuerdo ese día, salimos a comer unos helados y...

-Ay por favor Mika, hoy estás preciosa -Me suplicaba Laura.

-No, no me gustan mucho las fotos. -decia mientras negaba con la cabeza.

-¿Y te gustan los retos? -preguntó Akin. Aquello llamó mi atención y lo miré.

Vangoberith, La Bailarina de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora