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NARRADOR OMNISCIENTE

Joaquin despertaba después de unas horas de sueño atrasado, sentia sus ojos menos pesados que los días anteriores, su cuerpo estaba mucho más descansado y se sentía bien.

Tomó su celular sonriendo al saber que tendría un mensaje de Emilio avizándole de su llegada a su cada.

Pero no fue así.

No tenía ningún mensaje ni llamada de su parte. Checó la hora y ya pasaban de las cuatro de la tarde, tuvo el presentimiento que se le habrá olvidado, pero Emilio siempre le aviza sin excepción. No tenía porqué suponer nada, asi que buscó su número entre todos sus contactos.

Pulsó al botón de llamar y esperó.

Uno...

Dos...

Tres...

—¿Hola? —sonrió apenas escuchó su voz, pero esa no era la voz de su Emilio, tenía algo diferente.

—Hola amor

—Hola —el tono tan frió con el que le respondió lo desorientó por completo. Ahí supo que algo estaba mal.

—¿Estás bien? —cuestionó sintiendo una sensación extraña al escucharlo.

—Si ¿por qué no debería de estarlo? —masculló serio. Aunque desde el otro lado de la línea estaba tratando de seguir sin que él lo notara. Joaquin sentía que no estaba hablando con su novio, como si se lo hubieran cambiado.

—No-No lo sé, no llamaste ni...

—Tengo que irme Joaquin, te llamo después —y colgó. A Joaquin le tomó unos segundos asimilar que le colgó con esa actitud y con la palabra en la boca. Miró la pantalla apaga de su teléfono y un pequeño pinchazo apareció en su pecho.

Hace unas horas estaban bien, Emilio se había despedido con un beso y habia dicho que su padre le necesitaba.

¿Habrá pasado algo malo con él?

Bueno, le dijo que le llamaría después asi que no tenía porqué llamarle nuevamente pidiendo una explicación ante su actitud. Esperaría a que él mismo le llamara hablando por su cuenta.

Salió de su cama y se arregló por primera vez después de que pasara... eso.

Una vez terminó, abrió su laptop e hizo algunos pendientes que tenía y había pospuesto durante este tiempo. También habló con su maestra de teatro pidiendole una disculpa por estar ausente los días anteriores y sus faltas a los ensayos de la obra. Ella lo entendió y le deseó que mejorara, le explicó cómo habían estado los movimientos durante la semana mandándole el guión y las correciones que se le hizo.

Duró aproximadamente una hora hablando con la señora de cabello opaco y lentes redondos hasta que se despidió y colgó. Siguió haciendo algunos pendientes más, hasta que recibió un correo donde decía que la carrera y última que estaba programada para el viernes de esa semana, se atrasó para una semana más pues necesitaban un poco más de tiempo para verificar que todo estuviera listo.

Éxtasis de Velocidad | EMILIACO [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora