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EMILIO

No sentía todo mi cuerpo, estaba entumido y el más mínimo movimiento me dolía. No podía ver nada y era porque tenía los ojos cerrados; poco a poco fui recuperando la consiencia y abriendo mis ojos.

Un destello de luz me cegó la vista unos cuantos segundos, parpadeé algunas veces enfocando mejor mi vista. Heché un vistazo a todo mi alrededor y fue entonces que comprendí dónde estaba; un cuarto de hospital.

El pitido que transmitía la máquina a mi lado estaba logrando que me doliera la cabeza, tenía suero inyectado en mi mano derecha y otta cosa que desconocía en el mismo brazo.

—Emilio, hijo que bueno que despertaste —la voz de mi madre sonó a mi derecha. No me había dado cuenta de su presencia.

—¿Qué me paso? —los recuerdos que tenía eran escasos e imágenes muy borrosas hacían flashback en mi mente, pero nada concreto.

—Tuviste un accidente —al mencionar la palabra accidente hice todo mi esfuerzo por tratar de recordar algo. Cerré un momento mis ojos hasta que algo hizo click.

—Joaquin ¡¿dónde está Joaquin?! —pregunté exaltado sentándome casi de golpe en la cama.

—Cariño, cálmate, sus papás están con él —por sus ojos, sabía que algo no estaba bien.

—Hay algo más ¿cómo está Joaquín, mamá? —automáticamente desvió la mirada y tragó duro. Ya que no quería decirme, jalé todos los cables conectados a mí causándome un pequeño dolor por el repentino arranque.

—¡Emilio, santo cielo! ¡¿Qué haces?!

—Ya que no quieres decirme cómo está Joaquin, iré yo mismo a verlo y a asegurarme que está bien —bajé de la camilla y fui a por mis zapatos que estaban en una esquina.

—¡Emilio, regresa a la cama! Te diré cómo está Joaquin —detuve mis movimientos y la miré esperando anque hablara —Joaquin recibió un golpe muy fuerte en la cabeza provocándole más que contusiones, él ahora está en terapia intensiva y... —apretó los labios como si estuviera decidiéndose si decirme o no —no despierta.

Eso fue suficiente para colocarme rápidamente los zapatps y a oidos sordos salir del cuarto con mi madre gritándome desde atrás que me detuviera, conocía el hospital por lo que sabía dónd estaba el área de terapia intensiva. Al llegar los papás de Joaquin estaban pegados a la puerta abrazados mientras que su madre lloraba en brazos de su ex-esposo.

Camila estaba sentada en las sillas atrás de ellos llorando en el pecho de César. Y también estaba Marco, que estaba recargado en la pared junto a Tara. Mi presencia se hizo notar ya que todos a excepción de Eli, quien seguía llorando, voltearon a verme con ojos cansados y angustiados. De inmediato me acerqué a sus padres.

—¿Cómo está Joaquin? —jadeé por el recorrido.

—No lo sabemos —contestó su padre —hemos estado aquí toda la noche y nadie nos ha dicho nada, seguimos esperando al doctor —. Asentí y fui hasta Tara. Ella vino hacia mi y me abrazó sintiendo su apoyo que me estaba brindando.

—Lo siento

—No es culpa de nadie —contesté separándome de ella. De reojo vi a Marco que estaba haciendo todo por no quedarse dormido, seguramente aguardó junto a Tara todo este tiempo —. ¿Qué haces aquí? —pregunté en un tono de voz moderado siendo conciente de la situación y no querer armar una escena aquí.

—Lo mismo que todos, esperando noticias de Joaquin —dijo tranquilo —¿cómo estás tú?

—Bien —contesté seco.

Éxtasis de Velocidad | EMILIACO [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora