Capítulo 11

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Por fortuna el hotel que habían rentado tenía una bunea tina. Había tomado tres baños hasta sentir fuera de su ser la mierda y agua estancada. El hotel no era de los mejores de Mascow pero según era para "pasar desapercibidos". Los políticos eran demasiado codos.

La comida del Estado del Este tenía una reputación de insípida y Marzena lo comprobaba. Almorzar con Keslon se había vuelto un hábito el último mes. Al principio había querido mantener distancia pero le había sido imposible por estar al pendiente de nueva información cada día.

-¿Te vas a comer este?-pregunto Keslon señalando el cuernito.

Marzena negó y Keslon lo hundió en su café.

-Hoy tengo una reunión con mis superiores-dijo ella.

-¿De verdad? No me dijiste.

-Probablemente se me olvido ¡ups!-respondió limpiándose con la servilleta.

Keslon hizo una mueca. Sus "superiores" como ambos sabían eran diferentes. Él un detective y ella del "servicio secreto" respondía a diferentes personas con diferentes objetivos.  Y él sabia que no estaba permitido que la acompañara.

-¿Le dirás lo del alcantarillado?-preguntó él.

Marzena levantó la mirada para verlo, de verdad había estado en desacuerdo con matar a aquel hombre.

-Si, les diré, no te preocupes, nadie te dirá nada ni regañara.

Keslon abrió la boca pero se detuvo y la cerró.

-Bien, no quiero reportarlo yo-siguió él cambiando de tema- después debemos ir con Vilia, me mandó un mensaje en la mañana de que tiene algo que nos puede ayudar.

Marzena asintió.

-Si, te mando un mensaje cuando termine la reunión para ir-dijo ella levantándose.

Keslon se levantó también.

-Voy al gimnasio, nos vemos luego-dijo él asintiendo hacia ella.

Marzena apenas le regresó el gesto antes de tomar las llaves del carro y bajar al estacionamiento. Ni siquiera había valet parking en el hotel. Prendió el coche y le entró una llamada.

-¿Si?-dijo ella.

-Ya estamos aquí-respondió Desia.

-Voy en camino, llego en veinte minutos-respondió Marzena.

🔪🔪🔪

¿A dónde iba?

Después de verla escabullirse dos noches anteriores la curiosidad no había podido dejarla ir sin seguirla.

Keslon había tomado el taxi y dicho que la siguiera a una distancia prudente. El coche oscuro era fácil de perder en la ciudad pero la marca nunca. Si los agentes secretos tenían coches de lujo él pronto pediría un ascenso.

Para su sorpresa estaciono en una de las avenidas más lujosas.

-¿También va a querer que lo deje cerca?-preguntó el taxista sorbiendo ruidosamente de su café.

Keslon vio bajar a Marzena y caminar unos cuantos pasos con la nieve cayendo en su cabello.

-Espere-dijo Keslon- oríllese y vaya más despacio.

El taxista obedeció y Keslon estuvo a punto de bajarse para seguirla cuando dos siluetas se le unieron de la nada. 

-Si va a pelearse con su novia dígame para grabar-dijo el taxista viendo al hombre que se le había pegado- me encantan los programas de confrontación de infidelidades.

MarzenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora