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salí de la prisión, pobre Sara está tan angustiada por su hijo si no le llega la ley entonces haceremos que llegue, nomás espero que cuando salvador despierte Sara ya esté libre.

Iba de nuevo al rancho cuándo un auto se atravesó en mi camino, otra vez esto me está sucediendo a mi, tome mi arma le cambié el cartucho y le saqué el cerrojo, bajaron dos hombres del carro y se dirigeron hacia donde estaba yo...

— ¡ABAJO! AHORA —dijo uno de ellos— ¿Que no escuchaste? Abajo ya o te pegamos un tiro Aquí mismo.

Salí de la camioneta con las manos arriba mientras ellos me apuntaban con un arma.

— Si van a matarme háganlo de una vez —dije

— No, de eso se va a encargar el patrón ¡Ven chamaco! —dijo unos de ellos y de la camioneta bajo un muchacho pelinegro.

— ¿Quien es el?

— Es el hijo de don Teca, nadie sabe sobre el pero tú ya no podrás ser una amenaza por qué hoy te mueres.

— Así que ¿está es la heredera del cártel de Jalisco? Pobre de tu Papi que le salió una nena. —se burló

Reí sarcásticamente— ¿Cómo te llamas?

— Álvaro Martínez —respondio algo confundido.

— ¡Álvaro.... Alvarito! No me subestimes no sabes de lo que soy capaz —saque mi pistola y le disparé a los dos hombres que venían con el—. Aprendí a disparar desde los 7 años, nunca fallo.

— No cantes victoria aún te puedo matar —dijo

— ¿Tú? Pero si nisiquiera sostienes bien el arma, no me hagas reír. Ahora déjame ir antes que te maté.

— ¡ándale, dispara!

— No, ya estamos hasta el cuello de problemas no necesito otro, ahora me vas a dejar ir o de lo contrario te meto un plomo — camine de espaldas hacia la camioneta aún apuntadole—. Dile a tu papi que Verónica Quintanilla le manda saludos—grite mientras me marchaba.

(.....)

Necesito regresar al hospital, chava está en peligro solo espero que no le hayan hecho daño.

Cuando llegue el indio estaba apuntando con la pistola a Aracely y Plutarco lo apuntaba a el.

— Cierra la puerta ¡eh! osino le meto un plomaso, afuera están mis hombres de esta no salen vivos ningúno de ustedes.

— Pues ni nosotros ni tú, cabron. ¡Suéltala!

Yo también estaba apuntando al indio Amaro, me puse enfrente de la camilla de salvador por si le tiraba un tiro.

— No es más hombre el que se agarra a todos a tatorrazos, sino el que sabe cuándo retirarse, cabezón. —dijo el indio

— No le hagas caso Plutarco, este güey igual nos va a matar a todos—dijo Aracely—. Métele un plomazo en la cabeza... No va a poder matar a cuatro a la vez. ¡Disparale¡

Ambos nos disparamos por qué Aracely podría salir herida estaba muy cerca, el tiro podía fallar.

Afuera se escuchaban los disparos, la DEA pidió más refuerzos pero tardaron en llegar.

— ¡Disparén ya cualquiera de los dos! —grito Aracely

— No te queremos lastimar...

— Este tipo es un asesino, nos va a matar a todos ¡Disparale!

— Ya dejaron de escucharse los plomazos allá afuera. Si tus hombres hubieran sobrevivido, ya estarían aquí haciendonos tragar balas.

— O se mataron a todos. Porque yo tampoco veo entrar a ningún policía entrar por aquí ¿Eh? Nos quedamos Tú, yo, el chamaco, la niñita de papi y aquí mira la prietita, ¿Te contó tu vieja que alguna vez fue mía? ¿Eh? ¿Le contastes? ¿Eh?

❛LA HIJA DE QUINTANILLA❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora