Perforar hasta quebrar

35 2 0
                                    

Para cuando mis abuelos preguntaron quien quería que fuese mi mentor de los dos, respondí que ambos. Ellos aceptaron, pero noté que mi abuela tragó saliva y ni siquiera dijo algo; empiezo a creer que ni siquiera puede verme. Prácticamente, se que no era su plan y yo se que la hago sufrir viéndome en esta situación, pero la necesito junto a mi. Quiero pelear por ella y por el abuelo, no quiero ser otra víctima a la que deben ver morir. Pienso en la muerte, en un lanza destruyendo mi pecho y al otro lado de la camara, al otro lado de la pantalla, mi familia siendo perforada al igual que a mi... Un hueco, me estremezco y suelto el ahogo de un grito en un fino chillido.

El living-comedor del tren es un lugar muy acogedor debido a lo bien decorado que esta, con varios tonos rojos: paredes tapizadas y muebles de una madera tan relucientes que parecían brillar. Además, el lugar combina perfectamente lo clásico con lo moderno. El diseño de los ambientes es algo que nunca criticare del Capitolio.
En la cena nos encontramos cuatro sentados. Katniss y Peeta en las dos cabeceras y Martius, el escolta frente y al lado mío mi compañero, Tanner. Es el hermano mayor de un compañero de mi hermana de la escuela, es una lastima que este aquí conmigo. Tiene diecisiete, pero para ser de su edad es muy delgado. Posee piel blanca, un pelo marrón tan oscuro como sus ojos.
Ya lo conocía desde antes, y cursa en la escuela con mi primo. Esta bastante callado, ya que él siempre fue así: pasando por desapercibido, tranquilo y poco interesado en cualquier tipo de actividad en el distrito. Sus padres tienen un puesto en el Quemador vendiendo verdura y el trabajaba ahí por las tardes. En este momento, creo estar viéndolo por primera vez inquieto.
En cambio, Martius es una persona totalmente nueva para mí. Su boca suelta comentarios con voz chillona cada dos por tres y con su simpatía parece no salir de la estructura de Panem."¡Que burbuja que no explota! Parece haber nacido ayer..." pienso, al escucharlo decir que no había inflación en el Capitolio debido a sus buenos líderes. "¿No será porqué los distritos cubren todos los recursos, no? ¡No sé... yo solo opinó!" he querido responderle en un tono severo, pero mi abuelo me hizo un gesto con la mirada indicándome que me calme. Me vino a la mente lo que mi abuela pudo haberle dicho en esta cena para bajarlo de su globo, pero ella ni siquiera se movió.
Peeta rompió el hielo, comenzando a hacerle preguntas al tributo masculino.
- Tanner. Cuéntanos, ¿habías pedido teselas?
- Emm... sí. - respondió balbuceando. - Unas pocas, en realidad.
Yo jamás pedí teselas, ahora que se me pasa por la cabeza. Recuerdo que mi abuelo solía darles una pequeña, pero importante cantidad de dinero a cualquier conocido que se veía obligado a ver a sus hijos pedir teselas. Esa es una de las tantas razones por la cual estoy orgulloso de ser su nieta.
- Entiendo. ¿Y sabes manejar algún tipo de arma o algo que crees que puedes utilizar? - pregunta llevando un bocado de carne a su boca.
- Mmm... - estando a su lado, noto como las gotas de sudor comienzan a recorrer su cara que obviamente, le dejaba al descubierto los nervios. - En la verdulería, - dice finalmente. - podía pelar o cortar todo tipo de vegetal o fruta en tan solo segundos. Creo que se me dan, los cuchillos grandes.
Martius lanzá un par de carcajadas, hasta que mi abuela lo interrumpe.
- Calla. - le paró con un simple ademán de la mano, como una emperatriz. - Parece tonto, pero todo sirve. - dice mirando a su esposo y volviendo la vista hacía nosotros dos.
-Katniss, ¿de qué te sirve un verdulero en los Juegos? - ríe el escolta. - ¡Por favor, no seas rídicula! Los profesionales no son ningún tipo de lechuga.
- Tienes razón. - dijo comiendo un bocado de su plato. - Ellos son como las mandarinas asfixiadoras. Si alguien no pela bien la cascara, muere por el ardor y la hinchazón de su garganta. Y si lo hace bien, va a tomar de un increíble jugo. ¿Ahora que opinas largirucho?
Para mis adentros rió a lo loco, y mi compañero sonríe. Me parece que ella quiso subirle la autoestima, no lo digo solo por la reacción de Tanner, si no porque veo como sus labios esbozan una pequeña sonrisa. Espero que esa autoestima no le haga olvidar que somos cercanos...
Al terminar la cena, el postre me cae como una patada al hígado, ya que en Capitol TV están pasando las demás cosechas. Ni bien el símbolo del Capitolio aparece en la pantalla, me muerdo el labio y me siento en el sillón con los demás, frente a la televisión y con un vaso de gaseosa en mi mano, para tomar cuando sienta que lo necesite.
Ambos tributos de los dos primeros distritos parecen grandes y sanguinarios competidores, a excepción de la chica del Uno que fue elegida debido a que nadie se presento en su lugar. ¡Sí, a los del Uno y el Dos no se les fue la costumbre de entrenarse! Necesite vaciar de una el vaso en mis manos para no comenzar a morderme las uñas.
Preste atención para la cosecha del Cuatro, grandes aliados del Doce hoy en día. Recordé una foto en la que nos encontrábamos de vacaciones en el Cuatro con Annie, su hijo Finnick con su esposa y los hijos de ellos dos, Isabelle y Adrian. Los extraño tanto... Eramos muy amigos.
El chico del Cuatro parecía estar feliz de representar a su distrito, cosa que me resulto raro y la chica estaba tan pálida que su piel brillaba más que su melena de rulos pelirrojos. En el Cinco, vi una situación parecida a la del anterior tributo, pero en la chica rubia que fue cosechada, aunque su cara reflejaba la mentira que actuaba mientras esperaba como si alguien la fuera a salvar.
"¡Se presento voluntario!" pensé en cuanto vi las cosechas del Seis y el Siete. No lo podía creer. En el primer caso, me di cuenta que era por su compañera, que al parecer son hermanos, debido a que ambos tienen el mismo apellido.
Observé a mi abuela que parecía conmocionada por las últimas dos cosechas, apoyada en el brazo de Peeta que le acariciaba la cabellera desgastada por los años. De verdad debieron tener valor para presentarse, eso seguro pensaba más Katniss que yo: "Aquel que se presentara, es porque no es ningún cobarde" dijo.
Me dieron lastima las cosechas del Ocho y el Diez, en especial la del primero de estos; eran muy pequeños y parecían que ambos se pondrían a llorar incluso antes de decir sus nombres en el micrófonos.
La cosecha de mi distrito fue completamente distinta a lo que la pantalla mostraba. En cuanto me vi humillada por la Presidenta Snow que provocó que nombraran mi nombre; me acerqué y vi que mi cara parecía la de alguien quien acaba de perder a un ser tan querido que no se puede creer lo sucedido. Mis labios estaban abiertos como si no pudiera acabado una frase. Enfocaron mi rostro al llegar al centro del escenario, como levante la mirada con unas lagrimas corrieron por mis mejillas y finalmente, me cortaron. ¡Me cortaron! Ni siquiera apareció cuando lo cosecharon a Tanner debido a "problemas técnicos".
Por lo sucedido, me sentí completamente furiosa. Quería rebanar a la Presidente con mis propias uñas y hacerla brocheta. Katniss también pareció enfadada y Peeta tenía la boca completamente abierta. El escolta soltó un comentario totalmente estúpido acerca de la mala señal en los trenes.
Cuando la pantalla volvió a la normalidad aparecieron los comentaristas, dando un par de datos sobre los tributos.
"No podrán evitar una rebelión que ya comenzó, hace muchisimo tiempo..." pensé, clavando los ojos en el símbolo del águila del Capitolio arriba de la cabeza de las dos personas en la pantalla recordando cuando vi la mismo águila que se encontraba arriba del escenario del Doce.
Al llegar a mi dormitorio esa noche, me solté la colita del pelo y al tenerla en mi mano recordé las trenzas de la abuela, justo cuando aparece en el marco de la puerta. Yo se que no es su culpa la sensibilidad..., ni la dureza, pero su actitud desde que fui elegida para los juegos no me gusta nada, me trata hasta indiferente. ¡Es frustrante! Mientras ella se acerca a la cama, yo me subo y me tapo por la suave frazada. Katniss se sienta a un costado mío, estaba intentando ser amena, lo sabia. Hay una mueca dudosa en sus labios rugosos, aunque luego cuando me volvió a mirar al rostro lo hace con amor.
- ¿Cómo te sientes? - me pregunto comenzando acariciar mi cola de caballo.
- ¿Tu crees que muy bien? - le pregunte irónicamente y luego resople, observo el techo hasta que habla y fijo sus ojos en ella. Empiezo a sollozar: - No soy como tú. Cuando tuve que pararme en el escenario... Quise tomar el arma de un Agente de Paz, y... - quiere entenderme, me va a oreguntar que fin creía que lograría y la interrumpo: - ¡Quería desaparecer de la faz de la tierra, abuela!
Mis ojos se inundan de lagrimas y mi abuela es ágil al momento de abrazarme para contenerme. Lloro desconsoladamente en su hombro y dejo que me abraze dandome palmadas suaves.
- Atlas, jamás podrías desaparecer en la tierra. Costará, pero... - la miro con los llorosos, su vista se fija en mi y me dedica una sonrisa. - Tu valentía no se puede medir por comparación, sino que por tu rapidez al reaccionar. Te darás cuenta que ante el miedo puedes ser lo suficientemente valiente como para quebrar la tierra.

El Retorno del SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora