Roxanne Snow como nunca antes

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- ¿A quien demonios se le ocurre infringir mis normas? ¡Esto debería ser castigado con la ejecución de todos! - chilla la Presidenta Snow frente a mi equipo, Tanner, algunos Vigilantes y yo. Estabamos en una parte del Centro de Entrenamiento que era exclusivamente de los Vigilantes, una sala de piso de madera y elegantes escritorios. - ¡No llamas! ¡Nunca jamás, ese fue mi decreto! Que bien que pusimos ese dispositivo en su traje, por si esto llegaba a suceder.
"Por eso me ardía el cuerpo..., por culpa de esta arpía". Jamás había estado frente a la Presidenta en persona, seguramente era mayor, pero luce las pocas arrugas de una mujer de cuarenta y siete años muy bien llevados. La expresión de su rostro demostraba como rebalsaba su ira, odio y gran desprecio a lo que significo; no era difícil captarlo ya que sus gritos me lo confirman. ¡Hasta sus Vigilantes parecen temerles! Roxanne esta apoyada en el frente nuestro, en un escritorio de madera oscura que hay en la habitación, con un cara reacia y los brazos cruzados.
- Prácticamente, no infringieron ninguna norma. - le informo un Vigilante a mi izquierda, con un gran libro que le costaba sostener por su peso y que se titulaba Normas del Nuevo Capitolio. - Aquí dice, "Están prohibidas las llameantes llamas rojas en los trajes de los Juegos, a los violadores de esta norma serán severamente castigados". Y sus llamas más que flamear, irradiaban y como usted ya sabe, eran...

- Azuladas. Ya lo sé... Y por favor, que alguien reescriba eso luego. - interrumpe al hombre. - Podría ser peor, mucho peor, pero por esto si va a haber consecuencias. - dijo y miro a los miembros que formaban parte del mundo de la moda. - Asistentes, ¡están despedidos, ya no se requiere más de sus servicios! ¡Salgan de mi vista!
Me imagine que iba a ejecutarlos o torturarlos, pero no que los iba a soltar sin más. Los estilistas comenzaron a rogarle una oportunidad ya que este era el mejor labor que podrían hacer y otros rogaban por sus familias. Todos estaban en la misma situación, excepto Lenny. La vi al lado de la puerta antes de retirarse, me miro esbozando una leve sonrisa y guiño un ojo cuando se paso la mano por su cabello de puntas azules. Luego se fue sin más. "¡Qué fenomeno! Tal vez, ¿una fiel a la rebelión?". La Presidente no escucho a los otros dos y unos Agentes de Paz tuvieron que sacarlos por la fuerza, Jerome se puso a llorar.
Cuando finalmente se fueron todos, la Presidenta Snow continuo su monologo furioso.
- A los estilistas, ¡llévenselos! - los Agentes de Paz hicieron caso a las ordenes de su jefa y los tomaron por atrás. El de estilista de Tanner era un hombre petiso y regordete, que cuando los hombres lo agarraron, se le cayó la peluca rosa y no tuvo tiempo de agarrarla.
Como pude fui por ella y se la tendí en la mano, me mira nervioso y no se puede retener más. Con el corazón en la garganta, vuelvo a Roxanne.
No tenia cariño alguno por los estilistas, pero"¿¡Que les espera a ellos?!" me pregunte por dentro hasta que reflexioné que claramente, yo no sabré nunca la respuesta. Estuve por mirar a mi abuelo, que siempre sabia que decir, pero en vez de eso dirigí mi cara a la Presidenta y sorprendentemente recibí una respuesta a mi duda. Ella solo arqueo una ceja y luego me sonrió maliciosamente, mientras reía por lo bajo. No le puedo sostener la mirada, por lo que miro hacia abajo y luego me anime a algo que no creí.
- No les hagas daño. - murmuro como por impulso. Fue como una voz inesperada que tenia guardada y por fin salio de mi interior, en busca de la luz, pero con cierto miedo de no encontrarla.
Me había acercado unos pasos a ella, y Peeta intenta tomarme para que no me abalancé, pero ella le hace un gesto con la mano prohibiéndole el paso. Luego, se acerca tanto a mi que retrocedo un paso, unos pocos centímetros más y podríamos rozarnos las narices. Su mirada es la de un fiera a pesar de tener las ojeras y las finas arrugas bien tapadas; sus ojos hundidos, claros como los míos, pero profundos y penetrantes como ningún otro par son capaces de hacerme sentir como si me atravesará y desvelaría todos mis secretos, como si fuese a desnudarme y humillarme. Retrocedo otro paso.
- ¿Cómo te atreves a hablarme sin permiso niña? - me pregunto seriamente. Sentí como si todos mis huesos se congelaran, sin poder abrir la mandíbula y baje la cabeza. Estoy por comenzar a balbucear cuando de sus labios rosas salieron más palabras. - ¿Cómo es que si quiera puedes mirarme así, pichón de pájaro?
Era verdad, la estaba observando y nota más importante aún, me había llamado sinsajo. Aunque no lo quisiera, así lo hizo. "Será que ahora me consideraran, lo que ella quiera que yo sea, ¿un sinsajo machacado?". Katniss no es capaz de hacer lo que yo hago en este momento, con el Snow anterior, solo por su olor a rosas que su nieta emana igual que él. Sin embargo, este día soy expectante de comp pudo por primera vez manejar esa fobia porque me movió para atrás, se interpuso entre nosotras dos y la miro de frente. Yo me corrí a los brazos de Peeta.
Las dos mujeres de edad parecían leonas luchando por la misma manada y la tensión de la habitación parecía hablar por si sola, no dude que se odiaban.
- ¡No le hables así, Roxanne. Es una niña! - le grito mi abuela. Todos los integrantes de la habitación nos inclinamos atónitos, como para preguntar "¿cómo te has atrevido a llamarla por su nombre?". Nunca había escuchado que alguien hablara de ella así, solo en lo personal o en la clase de Historia. - ¡Ella solo esta aquí por que tú lo has querido! Y lo sabes...
- Para recordártelo... Tú tampoco tenías la intención de crear una guerra, sin embargo terminaste provocando una rebelión, solo un año después. Es pero que no se te olvide.
- Y la volvería a provocar... - note como Snow se ofendió, pero Katniss frunció los labios y volvió a hablar apretando sus puños. - Lo único que te voy a pedir es que no uses a mi nieta de juguete, como lo han hecho con nosotras.
Mi abuela se retiro, con una actitud dura y ofensiva. Unos agentes de Paz quisieron detenerla, pero la Presidenta dejo que se retirara sin más con un ademán de su mano y un "Dejanla" saliendo de su boca. Luego de la conversación con Katniss parecía totalmente distinta, sumisa y pensativa, como si no la hubieran bajado de la cumbre más alta... más como si le hubieran pegado un tiro para que cayera.
- Retírense. Todos..., a excepción del señor Peeta. Tengo que hablar contigo. - dice casi a murmullos a mi abuelo, quien esta detrás mío. Lo mire extrañada y asustada, pero el asintió indicándome que todo estaría bien.
Unos agentes de Paz nos llevaron a mi y a Tanner a nuestro piso, el 12. Mi compañero pudo dormir, sin embargo yo no podía. Mi cabeza daba vueltas por mil, por lo tanto ni siquiera podía disfrutar de las chuchearías que mi bello dormitorio tenía. ¿Qué quiso decir todo eso? ¿Por qué mi abuela se ofendió así, ¿¡y que relación tiene la arpía de Snow con el abuelo Peeta?!". Sabía que muchas cosas estaban ocultas, pero no entendía el porque aunque estoy segura que lo averguaria...
No pude conseguir que el sueño me alcanzara, ya que no podía dejar de formularme peguntar e intentar armar un rompecabezas en el que montones de fichas faltaban. Luego me arrepentí de no haber descansado para nada, porque el abuelo no volvía como para preguntarle que fue todo eso y además, porque mi primer día de entrenamiento iba a ser la cosa más ardua que pude haber vivido hasta el momento.
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¡Hola! Por favor, voten y comenten el capítulo si les gusto ya que me super motivan, y dudo que vaya a poder publicar algo hasta el próximo fin de semana. ¡Saludos!

El Retorno del SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora