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Jimin

Enredé mis piernas con las suyas y sentí un dulce y pequeño beso en mi frente.

—Buenos días —dijo suave y calmado.

—Buen día, ¿cómo supiste que estaba despierto? -pregunté curioso.

—Tienes los ojos abiertos, Mochi —sentí como acariciaba lentamente mi nariz con su nariz. Luego me acercó a su cuerpo y recorrió mi brazo izquierdo de un extremo al otro, con la yema de sus dedos.

Acompañé sus muestras de sincero afecto. Apoyé mi frente en medio de sus clavículas y busqué, debajo de las sábanas, acariciar su espalda. Él entorpecido, me daba besos cortos en el cuero cabelludo. Yo de vez en cuando dejaba uno en su pecho mientras los dedos de mis pies rozaban, sin apuro, los suyos. Nuestro silencio estaba cargado de promesas y escudriñaba los deseos latentes de ambos. Nos susurraba que la vida, al fin y al cabo, nos había regalado un momento de paz.

—Estoy feliz —me confesó —Ahora sé que conoces lo que hay en mi corazón.

—Sí, es cierto. A mí también me hace feliz. Pero aún quiero que logres plasmarlo en un cuadro.

—¡Estoy pensando que mi hermana va a matarme! —exclamé por sobre el ruido de la secadora

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—¡Estoy pensando que mi hermana va a matarme! —exclamé por sobre el ruido de la secadora.

Apagó el aparato y pasó el cepillo por mi cabello, ya completamente seco.

—No te preocupes, yo te acompaño.

—Claro que me acompañas, no traje mi bastón —escuché que se paraba frente a mí. Se agachó a mi altura, ya que me encontraba sentado, acarició mis mejillas con sus dedos y terminó por otorgarme un beso.

Lento y profundo se colaba en mi boca, transmitiendo nuevamente todo lo que había en su interior.

Yo no podía creer que alguien me quería. No había tenido hasta ese momento, la esperanza de que una persona se fijara en mí, debido a mi ceguera.

—Mochi —me llamó mientras me abrazaba—, deja que pague tu cirugía, por favor.

—No tienes porqué hacer eso, Yoongi. Es mi deber y mi responsabilidad -tomé sus manos entre las mías.

-Cuando te pregunté qué era lo que podía darte, me dijiste que anhelabas poder verme. Y yo también quiero que me veas, quiero que dejes de imaginar todo lo que tocas. Quiero poder devolverte, de alguna manera, la pasión que tú me has dado. Podremos pintar juntos, me leerías todo lo que quisieras. Descubrirías mis sentimientos al verte...

—¿No hemos hecho ya todo eso? —lo interrumpí.

Sabía que no había sido amable, de ninguna manera.

—Sabes a lo que me refiero, Jimin.

Bajé el rostro y sentí cómo pequeñas lágrimas amenazaban con caer de mis ojos, pero las detuve porque ya estaba harto de llorar.

—De acuerdo, pero prométeme que me dejarás devolverte el dinero.

—Te prometo todo lo que tú quieras.

—¿Él va a pagar la operación? —mi hermana estaba anonadada

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—¿Él va a pagar la operación? —mi hermana estaba anonadada. Me tenía por los hombros y me zarandeaba de vez en cuando.

—Sí. Me dio el dinero. Va a llamar al doctor, entregárselo y anotarme. Entraré en lista de espera hasta que consigan un donante.

—Mochi, ese hombre en verdad te ama —me brindó un cálido abrazo.

—Lo sé, y me hace muy feliz saberlo.

𝐂𝐄𝐆𝐔𝐄𝐑𝐀 | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora