09

134 21 0
                                    

Jimin

Esa pregunta me dejó helado.

—Te mentí —confesé.

—¿Por qué?

—Porque sabía claramente que ibas a burlarte de mí. Hubieras dicho algo como -intenté imitar su voz: —"¿cómo que eres ciego hace seis años y apenas estás aprendiendo a leer?"

— Sí, la verdad es que quiero una explicación. Además, nunca mehablaste del accidente -no logré descifrar su voz, sonaba entre triste y amargada.

—Es una larga historia...

—Tenemos lo que resta de la noche —me interrumpió.

—Bueno, hace seis años yo estaba en último año de preparatoria. Me faltaba muy poco para graduarme. Al parecer mi homosexualidad era muy evidente y siempre me molestaban por eso. Me escribían y decían cosas feas, me escupían, arruinaban mis útiles, metían mi cabeza en el retrete y todo lo que ves en las películas de Hollywood.

>>No solo era ese el problema, no teníamos dinero. Mi madre estaba enferma y todo lo que mi padre ganaba era destinado a sus medicamentos. Mi hermana y yo intentábamos ganar dinero de cualquier manera. Recuerdo que pintaba y vendía mis cuadros, claro que no era reconocido y ganaba mil o dos mil wones por obra.

>>Lo que sucedió con mi visión es que un día como cualquier otro, los deportistas de mi salón estaban molestándome. Me llevaron hasta el baño y allí había un gran ventanal. Al parecer ellos no tuvieron en cuenta la opción de que se rompería y golpearon mi rostro contra este. Lo único que recuerdo es que pude llegar al hospital, aunque todo era borroso debido a trozos de vidrio microscópicos que amenazaban con terminar de romper mis córneas.

>>El médico me dijo que debían operarme pronto, pero yo sabía que esas cirugías costaban demasiado. Entonces no me operé y no se lo dije ami familia. Cada vez que me levantaba en las mañanas, veía menos. Todo iba oscureciéndose, hasta que desperté un día y mi alrededor era absolutamente negro. Al poco tiempo falleció mi mamá y... —comencé a sollozar. Sentí cómo me abrazaba con delicadeza y me daba ánimos para continuar—, una cosa más otra: caí en una horrible depresión, pues las tres cosas que más amaba hacer eran pintar, leer y reír junto a mi madre. Ya no podía hacer ninguna de ellas. Mi vida se deshizo, hasta hace un poco más de un año, cuando decidí que no podía seguir de esa manera. Me operé para quitarme los trozos de vidrio. Había esperanzas de recuperar mi vista, pero no dio resultado.

Me escondí en su perfume y metí mis manos bajo su chaqueta.

—Entonces empezaste a leer hace un año, ¿verdad? —asentí con la cabeza.

Él acariciaba mi cabello y mi espalda, casi en modo de disculpa: —Nunca me burlaría de ti, Bonnie.

—Lo sé, ahora lo sé. De hecho me di cuenta al poco tiempo de haberte conocido. Es solo que no quería que te alejaras de mí porque —tragué con fuerza —me gustas mucho.

Inhaló suave y me dio un corto beso en la frente.

—Tú también me gustas mucho.

Mi corazón se detuvo un instante cuando sentí sus labios sobre los míos.

El beso se mezclaba con el agrio sabor de mis lágrimas y mi alma se anudaba con la suya.

Me pregunté si estaba viéndome, si sus ojos estaban abiertos. Yo, por si acaso, los cerré. Pero fue el momento en el que más logré observar.

Descubrí frente a mí, que estaba enamorado

𝐂𝐄𝐆𝐔𝐄𝐑𝐀 | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora