𝟎𝟎𝟎. 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬.

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  La mirada de Mattheo no se apartaba del vientre de la chica, tampoco su mano

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La mirada de Mattheo no se apartaba del vientre de la chica, tampoco su mano. Ella comenzó a mover sus manos, comenzando a despertar, él la miró con sorpresa pues no esperaba tal milagro. Los ojos de ella se abrieron, haciendo que él la abrace con fuerza. La chica sonrió al volver a ver al chico, al volver a sentir sus abrazos.

—Te he echado de menos— le dijo, una tierna sonrisa en su rostro.

—¿Qué te ha pasado? ¿Por qué algo se mueve ahí?— Preguntó, señalando su vientre.

—Cuando supe que te iban a matar hice un hechizo silencioso para protegerme, era claro que moriría en ese momento, pero cuando recuperase fuerzas volvería de nuevo a la vida. Y a lo otro, pues no lo sé— contestó ella, frunciendo también el ceño al ver que su vientre se movía, como si alguien golpease por dentro.

—Mandaré una carta a Tom, creo que sé lo que es— dijo él levantándose. Ella también se pudo hacer una idea de lo que estaba sucediendo, ella estaba embarazada.

—Ha sido un infierno estos días, era todo tan desolador y tan desesperante— suspiró ella mientras él hacía una carta para su hermano.

  —¿Dónde has estado?— Cuestionó él sin mirarla, ella se levantó y de repente tuvo que sentar de nuevo debido a un mareo que la recorrió el cuerpo entero.

  —¿Aryana? Estás pálida— dijo él cuando sintió la fuerza con la que ella se volvía a sentar, levantándose  alarmado para enviar la lechuza e ir donde ella.

  —Me he mareado— dijo e iba a seguir hablando cuando una arcada la hizo levantarse para salir corriendo hacia el baño.

  Mattheo fue tras ella, llegando al baño para sujetarla el pelo mientras ella vomitaba, asqueada limpió la comisura de sus labios con la manga de la sudadera de su novio.

  —Joder, Aryana— bufó él con asco viendo que algo de vómito había salido por fuera de la baza.— Bueno, ahora lo limpio— murmuró cogiendo su varita.

  —Mattheo, estoy embarazada— murmuró cabizbaja sin querer mirarlo, pese a que no lo sabía al cien por ciento, se lo temía.

  —Ahora cuando llegue Tom nos lo dirá, él tiene una especie de intuición para las mujeres embarazadas de nuestra familia, le tocó a él, yo me quedé sin nada de eso— la dijo mientras se sentaba junto a la chica en el suelo, ella volvió a suspirar.

  —¿Cuánto va a tardar?— Le preguntó la chica recostando su cabeza sobre las piernas estiradas del chico, él se encogió de hombros desentendido.

  —Pues no lo sé, acabo de enviar a la lechuza con la carta así que lo que tarde en llegar la carta y lo que tarde en llegar— murmuró él acariciando la cabeza de la chica con cariño.

  En Hogwarts, Draco corría por los pasillos en busca del único Riddle que se encontraba por la escuela. Una vez lo encontró le entregó la carta que se encontraba abierta pues ya la había leído antes de dársela al chico, por miedo a que algo malo hubiera ocurrido. Tom no dijo nada, ellos dos mantenían silencio mientras el Riddle iba hacia la chimenea del despacho de Snape para dirigirse al lugar que su hermano le había mandado.

  Apareció repentinamente en una chimenea frente a la pequeña y moderna cabaña, entró con rapidez y buscó con la mirada a su hermano o la chica, frunció el ceño al ver que no había nadie.

  —¿Mattheo?— Lo llamó caminando con cuidado y atención por la cabaña.

  —En el baño— contestó el nombrado, mirando hacia la puerta para esperar a su hermano. Tom buscó la puerta del baño y una vez lo encontró hizo una mueca de asco ante el asqueroso olor de vómito.— Comprueba que Aryana se encuentra en estado— le pidió, aunque su tono exigente hizo saber que era más una orden que un pedimento.

  —Bien— asintió yendo hacia la cocina para coger un cuchillo y un par de velas. Volvió donde ellos y cortó cuidadosamente la mano de la chica para sacar la suficiente sangre para realizar el hechizo, colocó las velas y comenzó a murmurar cosas antes de que la sangre formase la forma de la constelación virgo.— Sí, sí que lo está— murmuró mirando la solución que había dado el hechizo.

  Tom quisiera que él fuera el padre pues hace tiempo que él mantuvo relaciones sexuales con la chica y, probablemente, sería suyo, aunque ella no presentaba síntomas de estar de más tiempo que unos pocos días. Mattheo miró asombrado a su hermano para luego volver a mirar a la chica.

  —Ahora sí que es una unión de sangre, no hay vuelta atrás— murmuró Tom mirando a ambos.

  —¿Qué consecuencias puede haber?— Preguntó Mattheo a su hermano, la chica lo miro confusa.

  —¿Consecuencias?— Cuestionó ella intentando que alguno de los dos la respondiera, pero ambos mantuvieron silencio.

  —Hablemos mañana des esto, debo volver a Hogwarts cuanto antes— contestó Tom con su mirada en su hermano, Mattheo asintió, aunque ella no pensaba dejar ahí el tema.

  —Mattheo Riddle, dime ahora mismo qué consecuencias pueden ser esas— exigió ella incorporándose para mirarlo con seriedad, él bufó.

  —No lo sé, cuando hable con mi hermano te lo contaré, hasta entonces no puedo decir nada pues no tengo ni idea del tema— contestó él, ella lo miró resignada antes de levantarse, aunque tuvo que acudir de nuevo a la baza para vomitar una vez más.

  Tom fue directamente a la mansión Riddle, debía de decirle a su padre sobre el embarazo de la chica, probablemente un sex excepcional y único nacería de ahí, y eso tendría consecuencias.

  —Padre— lo llamó, éste le miró con interés pues tendría información acerca de la chica.— Aryana está embarazada de Mattheo— le confesó. Voldemort abrió sus ojos como platos ante lo dicho.

  —¿Dónde está ella?— Preguntó el mago mirando fijamente a su hijo.

  —No pienso decirte dónde está ella, no sabiendo el estado en el que ella se encuentra, no quiero que te sigas aprovechando de ella, de aquí en adelante ella se encontrará muy débil— negó él haciendo que su padre haga una mueca de disgusto.— Quiero saber qué consecuencias puede tener esto— exigió.

  —Pues contando con el tipo de magia que tiene tu hermano y el tipo de magia de ella sumando sus poderes pues un ser nuevo y nunca visto nacerá, y si no es así un mago normal y corriente— contestó sin darle suma importancia.

  Tom escondió su asombro al saber que sus pensamientos eran ciertos, que seguramente ella traería una arma de matar a éste mundo, un niño del cual su abuelo se aprovecharía.

  —Hablaré con Mattheo mañana, le diré que hable con Aryana para saber si ella quiere volver, de no ser así deberás de respetar su decisión, sino te quedarás sin tu arma de aniquilación— le dijo, amenazándole.

  Voldemort miró disgustado a su hijo, cuestionándose en qué momento el chico que siempre seguía sus órdenes ahora le enfrentaba por una chica, por la chica de su hermano.

𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 𝟐: 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora