𝟎𝟎𝟔. 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬.

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  Aryana Russo pronto se convertiría en una Riddle, cosa que comenzaba a aterrarla según iba viendo cada lado obscuro de la familia a la que se estaba uniendo, o ya estaba unida

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Aryana Russo pronto se convertiría en una Riddle, cosa que comenzaba a aterrarla según iba viendo cada lado obscuro de la familia a la que se estaba uniendo, o ya estaba unida.

Ella deseaba poder salir al exterior y pasear de la mano con su chico, mostrando su panza sin miedo alguno, pero la realidad era otra totalmente diferente  a la que la gustaría vivir.

Los días comenzaban a ser más eternos, más sabiendo que el buen tiempo se estaba acabando y que pronto llegaría el invierno, no había disfrutado los meses de verano para absolutamente nada.

—Mattheo, en un mes nacerá nuestro hijo y no veo que hagas nada para frenar todo lo que está pasando— bufó la italiana sin querer mirarlo, el chico suspiró pasando su mano por el pelo.

—Ya sé que nacerá en un mes y que la situación no es la mejor, pero sabes que no puedo hacer que todo cambie de un momento a otro— suspiró el chico con desgana—, Aryana te quiero pero no quiero que todo se tuerza por el simple hecho de que mi padre haga planes en nuestra contra— añadió desesperado por sentir la mirada de la chica sobre él.

  Ella miró hacia el suelo durante unos segundos pensando en todo lo que había ido sucediendo en todos esos meses, en que pronto se casarían, en que pronto nacería su hijo, en que pronto serían una familia, y que pronto sería una Riddle.

  —Simplemente quiero que todo vaya bien, que a nuestro hijo no le ocurra nada, y si alguno de los dos morimos que esté en buenas manos— le pidió mirándole suplicantemente.

  Él asintió antes de besar a su prometida con cariño y desesperación, hacía días que no la besaba dado el comportamiento que comenzaba a mostrar la chica debido al revuelo de hormonas que tenía.

Seis meses antes

  Los días iban pasando y ya estaban en otoño, la estación favorita de la Russo y cuando más feliz se sentía siempre, pero éste año todo estaba siendo completamente diferente comparado con otros. Siempre tuvo la molestia de Tom y Mattheo Riddle, pero ahora que ella estaba involucrada en su familia y estaba viendo la realidad de muchas cosas que no quisiera haber visto nunca, su estación favorita se convirtió en una más.

  —Enviaré una carta a Blaise hoy, necesito que venga y que me traiga unas vitaminas para el embarazo— murmuró la chica yendo hacia la cocina, Mattheo estaba sentado en la mesa mientras tomaba un café con tranquilidad.

  —Procura que tenga cuidado, no quisiera que todo lo que hemos conseguido estos meses se vaya a la mierda por su culpa— pidió el rizoso, ella asintió cansada de lo mismo de siempre.

  Odiaba el simple hecho de tener que ocultarse tanto, odiaba la situación en sí, pero sobretodo odiaba a Lord Voldemort. Ella sabía que no podía actuar como una niña pequeña y quejarse por todos los cuidados que Mattheo la estaba brindando. 

  Por otra parte, Tom no había vuelto a dar señales de vida a absolutamente nadie. Acabó sus estudios en Hogwarts, dejando un año sin hacer pero con los que ya tenía hechos le era suficiente. Mattheo sabía que su hermano estaba bien, pero eso no quitaba que no estuviera preocupado.

—¿Crees qué Tom vaya a volver algún día?— Murmuró Mattheo mirando por la ventana, haciendo que la chica sonría enternecida por ver cómo extrañaba a su hermano.

—De seguro que cualquier día le tenemos aquí con nosotros desayunando— asintió ella con una sonrisa.

Tom no quería presenciar el amor de su hermano y la italiana, no sabiendo que él también la amaba a la Russo. No quería ser egoísta, por primera vez iba a hacer las cosas bien, alejándose de ellos para dejarles en paz y que cuando estuviera preparado volvería de nuevo con ellos para apoyarles.

Pero tendría que pasar toda una vida para eso.

[...]

Aryana tenía ocho meses de embarazo y todo se la comenzaba a complicar, incluso el relajarse para recordar momentos en Hogwarts. Ella quisiera tener algún recuerdo bonito junto a su prometido en la época escolar, pero solamente tenía momentos en los que se insultaban o molestaban.

Mattheo había desarrollado una capacidad de estar en calma que desconocía por completo, había entendido que muchas veces Aryana necesitaba el silencio para poder estar en paz, y eso era lo que él necesitaba, que ella estuviera en paz.

Él no había olvidado el momento en el que creyó que la chica había muerto, cuando pensó que ella se había ido para siempre, sin embargo, ella volvió y con una muy buena sorpresa, o al menos eso quería pensar para no sentirse peor.

Ya era un hecho, ella estaba embarazada de una nuevo ser excepcional y mágico, quizás también peligroso, y no había manera de reverterlo, la naturaleza quiso buscar un equilibrio y lo halló.

Ella desconocía por completo el porqué Voldemort había comenzado a interesarse por su embarazo, o al menos eso fue lo que Draco les contó a la pareja. Mattheo guardaba en silencio el secreto de que su hijo podría ser el arma para matar a su padre, no quería decirle nada a la chica para que ella no se agobiara ni sobre pensara el tema.

—Quiero salir a dar una vuelta por el bosque— pidió ella—, necesito andar para preparar el cuerpo para el parto— justificó con una sonrisa inocente.

—Bien, pero solo un rato y no vamos a irnos muy lejos— acabó aceptando el chico, señalándola acusadora mente para hacerla saber que no irían de nuevo al río, no sabiendo que la última vez se enfermó y estuvo varios días mala.

Ella sonrió ampliamente antes de volver a besarlo de nuevo, él acarició su panza con cariño haciendo que ella se enterneciera por su acción y que el bebé comenzara a patalear de nuevo al sentir las manos de su padre sobre él.

—A veces me imagino una mansión nuestra propia, grande y muy iluminada— comentó ella mientras miraba con una sonrisa a cada rincón del bosque.

—Dentro de poco podremos irnos a una mansión, he encontrado una que está bastante lejos y que es difícil de encontrar, pero hasta que no haga un hechizo de protección no iremos— la confesó la sorpresa que la llevaba guardando semanas. Ella cubrió su boca con alegría antes de besarlo.

—Muchísimas gracias, amor— sonrió mientras lo abrazaba con fuerza.

—En un mes nacerá— comenzó a decir mientras volvía a tocar la panza de la chica— y quiero que crezca en un buen hogar— añadió con una sonrisa.

Ella en ese momento se sintió tan agradecida de tener a Mattheo a su lado, de haber aceptado aquella mentira que finalmente se hizo una realidad.

𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 𝟐: 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora