Déjà vu

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Desperté dolorida y muy confundida. Me encontraba en una habitación amplia, toda blanca. Había algunas máquinas que producían sonidos extraños junto a mi cama y en el brazo derecho tenía clavada una sonda, reprimí el impulso de quitármela. Sin dudas me encontraba en un hospital. La cabeza me daba vueltas y aún estaba intentando separar lo que había soñado  y lo que realmente había vivido. Me incorporé hasta quedar sentada en la cama y por primera vez me percaté de que no me encontraba sola. Había una mujer mayor junto a mí, sentada en una silla plástica con la cabeza inmersa en un libro. Vestía de blanco y llevaba el cabello cano prolijamente trenzado.

— ¿Qué ha pasado?— le pregunté

—Oh ¡has despertado!— me dijo la anciana dejan-do el libro sobre su regazo. Frunció un poco el cejo. — Vanessa, soy Sophie… ¿Me recuerdas? Han pasa-do muchos años y…

— ¡No!— exclamé— ¡No otra vez!

Una máquina detrás de mí comenzó a pitar repetidamente y pude sentir mi corazón golpeando con fuerza contra mis costillas. No podía respirar. La cabeza me comenzó a doler, no creía ser capaz de soportarlo, no de nuevo. La mujer hizo una mueca extraña.

—Bueno, creo que ya ha sido suficiente… No que-remos que sufra un ataque —dijo alzando un poco la voz  y antes de que yo pudiera decir algo la verdadera Sophie entró a mi habitación vistiendo sus característicos pantalones ajustados y un arma colgando en su cintura.

— ¡No me digas que no te lo merecías!— exclamó entre risas.

Las máquinas dejaron de sonar y mi pulso comenzó a normalizarse.

—Eres cruel.

—Oh, por favor, no dramatices. Por cierto, ella es Nicolle, tu enfermera. — me informó Sophie mientras hacía un ademan señalando a la anciana que reía suavemente— Nicolle cuidó de ti mientras te recuperabas y ha accedido a jugarte la bromilla porque le he contado lo tonta que has sido. ¿Cómo has podido reunirte con Samuel sin avisarme?— me reprendió.

La mención de Samuel hizo que un torrente de imágenes cruzaran por mi mente.

—Sophie, ¿Qué ha pasado? ¿Jamie está bien?

—Será mejor que hablen a solas…— dijo Nicolle — Vanessa, lamento haberte asustado,  pero la señorita Sophie fue muy convincente. — Me dedicó una sonrisa y sin más preámbulos abandonó la habitación.

— ¿Tienes tiempo para una larga e increíble historia?— me preguntó una vez que estuvimos solas y yo asentí.

—Muy bien. —Sophie se sentó en los pies de la cama. — Primero que todo debes saber que sólo es-tuviste inconsciente durante la noche. Emma decidió pasar por tu casa ayer entrada la tarde, tú le habías dicho que irías con tus padres al club y supuso que ya deberías haber vuelto para ese entonces. Llamó a la puerta y tu madre la atendió. Le dijo que habías salido con “amigas”. Acto seguido, Emma me llamó para preguntarme si estabas conmigo. Cuando recibí el llamado de Emma no tardé en formular una teoría. No es por ofenderte pero convengamos que dada tu situación, no tienes muchos amigos y si no estabas con Emma ni conmigo…

» Justo estabas esperando una llamada de Samuel, supuse que habías hecho lo más insensato posible: reunirte con él sin mí. Le conté mi sospecha a Emma y ambas decidimos buscarte. Visitamos El Sol y algunos otros lugares similares pero no tuvimos suerte. Ya casi habían pasado seis horas desde que tus padres te habían visto por última vez. Supe que lo mejor sería rastrearte, podías estas en peligro. Fui a la central informática de la policía y decidí probar suerte rastreando tu móvil, verás, recordé que tú habías encendido el GPS por error algunos días antes y rogué que no se te hubiera ocurrido apagarlo. El res-to puedes imaginártelo, cuando la computadora me mostró que te encontrabas en la parte industrial abandonada de la ciudad supe que estabas en peligro, di aviso a la policía y todos nos dirigimos allí.

8 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora