Espejo

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Cuando recuperé la conciencia ya no me encontraba en el hospital, ahora estaba en mi habitación. Miré el reloj que había en mi mesa de noche, eran las tres de la madrugada, probablemente todos dormían en casa. Tanteé a oscuras hasta que di con el interruptor de la luz, al encenderla pude notar que había una nota junto a la lámpara,  estaba garabateada con la letra de mi madre: "Amor, el doctor nos explicó que sigues en estado de shock y que es mejor que te dejemos descansar tranquila. Si despiertas, búscanos en nuestro dormitorio. Te amamos. Mamá y papá". Sacudí la cabeza tratando de imaginar lo mucho que debían de haber sufrido estos últimos años,  preguntándose si su hija despertaría o no. La incertidumbre torturándolos día tras día. Aún no los había visto y tenía muchas ganas de hacerlo pero decidí esperar a que amaneciera y fuera una hora más decente, por ahora los dejaría dormir.

Podían haber pasado ocho años pero mi alcoba no había sufrido cambios. Las paredes eran del mismo tono pastel que siempre, mi cama se encontraba en el mismo sitio junto a la ventana,  mis libros seguían intactos en la repisa y en la pared seguía colgada la fotografía que nos habíamos sacado Janet, Sophie, Emma y yo en mi decimoséptimo cumpleaños.  Me incorpore y caminé hasta quedar frente a la imagen, la descolgué y observé con detenimiento. Era desconcertante pensar que de esa foto ya habían pasado ocho años, en mi mente sólo tenía un mísero mes de antigüedad. Ansiaba reencontrarme con mis amigas y que éstas me pusieran al tanto de todo lo que había sucedido mientras estaba en coma, me preguntaba cómo lucirían cuando me percaté de que aún no me había visto al espejo ¿habría sufrido muchos cambios? ¿me reconocería?. No dudé demasiado y corrí al cuarto de baño. No sé cuanto tiempo estuve frente al espejo a oscuras, sin animarme a encender la luz y enfrentarme a mi reflejo. Cuando no pude alargar más el momento, tomé una profunda bocanada de aire, cerré los ojos y encendí la luz. Pude notar tras los parpados la fluorescencia del foco, conté hasta tres y los abrí de sopetón. 

La mujer del reflejo era muy parecida a mí. Sentí un alivio profundo al notar que los cambios eran sutiles. Impactantes sí,  pero sutiles. Estaba más alta, como era de suponer, y mi pelo rojo cobrizo era más largo que de costumbre, casi llegaba a mis caderas, claramente habían cuidado de mí en el hospital porque éste brillaba limpio y sin nudos. Mi cara era mucho mas angulosa y afilada, con los pómulos sobresaliendo y una leve rojez en las mejillas. Los ojos estaban igual que siempre y eso era reconfortante,  el mismo marrón oscuro y las mismas pestañas espesas. De repente un pequeño destello en mi garganta llamó mi atención, se trataba dr mi cadena con el dije de mi incial, seguían en su lugar  habitual, descansando en mi clavícula. Fue entonces cuando su imagen asaltó mi mente ¿dónde estaba Jamie?. Emma no lo había mencionado en ningún momento, supuse que debía esperar hasta más tarde para poder hablar con ella y aclarar todas mis dudas, era inútil preocuparse ahora. Mis parpados me pesaban, parecían de plomo. Has dormido ocho años ¿no crees que es suficiente? me pregunté a mi misma con ironía mientras volvía a mi dormitorio y me metía bajo el edredón.  Me esperaba un largo día.              

8 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora