𝑺𝒊𝒆𝒕𝒆.

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Observaba más dormido que despierto la hoja del cuaderno que estaba delante de mí. 

Tenía varios minutos dibujando al lado de las anotaciones que realizaba, tanto así que parecía más lo que pedía el profesor Uzui en el momento que dictaba su clase. Dejé de escuchar las voces que me arropaban alrededor, tanto así que pronto alguien notó mi aislamiento.

Para mi mala suerte se trataba del profesor Obanai quién se colocó al frente de mí para que me diera cuenta de su presencia. Sin embargo, al detener lo que estaba haciendo y sentir vergüenza por lo que temía este solamente me hizo un gesto de que prestara atención.

Sus ojos hetero cromáticos me observaron con seriedad para continuar con su explicación.

Suspiré y pase la página para volver a la realidad.

Al terminar la hora fui notificado por el profesor para dirigirme a la enfermería, aquello me extrañó pero hice caso al llamado algo preocupado. No quería que alguno de mis seres queridos se enfermara o le ocurriera algún accidente.

Me encontré con la figura de Kanae en la entrada recibiéndome con una sonrisa amable. Su olor desprendía serenidad junto con variedad de flores.

—Disculpa que te moleste, solo quería hablar contigo. —asentí viendo como ella se aseguraba de que nadie escuchara nuestra conversación. —He visto a Tokito en el patio de manera constante, ¿tienes alguna idea de que puede ocurrir?

Tarde un poco en reaccionar. Entonces recordé. 

Se supone que el gato que estaba ahí se lo llevó a su hogar. ¿Acaso se arrepintió?

—Sí, creo que ya sé de qué se trata. —suspiré. No consideraba que los padres de Muichirou se negaran a tener una mascota después de todo lo ocurrido. —¿Aún se encuentra ahí?

—Lo acabo de ver, seguramente esta todavía.

Agradecí haciendo una reverencia. 

Al dirigirme al patio no encontré a nadie más. Debido a la hora seguramente la mayoría se encontraba buscando sus libros para la siguiente clase.

No tuve que acercarme tanto para percatarme de que Tokito estaba agachado a unos pasos de la caja donde se encontraba el minino. Tragué un poco de saliva y al acercarme este simplemente me miró de reojo.

—No pude quedármelo. —dijo confirmando mi suposición. —Lo mantuve en la casa de una vecina hasta que pude traerlo de nuevo.

—¿Por qué no me dijiste nada? Podía ayudarte.

Se levantó haciendo que retrocediera unos pasos.

—Eres el único que me habla. Por eso tenía miedo de que quizás si te molestaba podrías alejarte como el resto.

𝑃𝑒́𝑡𝑎𝑙𝑜𝑠 𝐴𝑔𝑟𝑖́𝑑𝑢𝑙𝑐𝑒𝑠 ¦ TanMui 🌷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora