De oscuridad y sueños

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de eien-no-basho y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

Nota de la autora: Nuestra pequeña lección de historia de hoy:

Shinshoku: Un sacerdote de la fe sintoísta. Además, añadir O- como prefijo a un nombre (como Shinshoku) denota grandeza o un alto rango.

Hana Ichi Monme: Un juego infantil japonés similar a El trotamundos. Podéis encontrar las reglas y cómo se juega en Internet.

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La ceremonia había sido impecable. Había asistido casi la totalidad de la corte, llenando y desbordando el Buraku-in con tal multitud de colores y galas que podrían haberse ganado la envidia de los mismísimos kami. El salón había estado decorado con la misma suntuosidad, cubierto con los tonos dorado y carmesí del linaje del Tennō.

Midoriko, en su posición de O-Miko, había presidido la ceremonia conjuntamente con el O-shinshoku, confiriéndole a la pareja las bendiciones de los kami sobre su unión mientras se desarrollaban los ritos matrimoniales. También había asistido un houshi de alto rango para ofrecer las bendiciones de la secta budista.

Tras la ceremonia, la multitud se desplazó al En no Matsubara, donde se había dispuesto un gran banquete. Músicos y artistas del más alto nivel proporcionaron entretenimiento y, fuera lo que fuera que pensasen de la unión, ningún cortesano podría haber pronunciado una mala palabra sobre la disposición y la ejecución de la elegante ceremonia al final de las festividades.

Todo esto, no obstante, era puro teatro, ya que la corte no aceptaría menos que un gran espectáculo. A la pareja a la que le afectaba todo aquello le importaba poco la ceremonia en sí, más allá de asegurarse de que se llevaba a cabo sin inconvenientes. Para ellos, lo que de verdad importaba era lo que venía después.

Por eso, mientras estaban sentados juntos en el silencio y semioscuridad de la habitación que de repente había adoptado tan extraño significado, había un tranquilo brillo de satisfacción en ellos a pesar del nerviosismo que sentían ambos.

Ella, con su ropa tan blanca y pura como la luz de la luna llena, estaba arrodillada a un lado del futón grande. Él, en un fuerte contraste, con ropa de un negro intenso bordada con oro, estaba arrodillado en el lado opuesto. Solo dos pequeñas velas a la cabeza del futón iluminaban la escena, pero la imagen de una pareja recién casada no podría haber sido más clara si la luz del sol del mediodía hubiera brillado sobre ella.

Él fue el primero en hacer un movimiento, estirando una mano tentativamente a través de la aparentemente inexpugnable extensión del futón. El sonrojo que iluminó el rostro de ella ante el gesto fue de puro placer. Con una pequeña sonrisa, estiró también la mano, depositándola en los confines de la suya, mucho más grande.

—Seré un buen marido para ti, Kikyou —dijo con seriedad y en voz baja, con los ojos sobre sus manos entrelazadas—. Juro que te cuidaré.

Ella asintió, con sus ojos brillantes sobre su rostro.

—Es mutuo —dijo en voz baja—. Yo también cuidaré de ti, Inuyasha. Quiero ser tu apoyo en todo. Esto, ser tu mujer y tu compañera, no... no podría pedir nada más que esto en el mundo entero. Yo...

Vaciló, un débil temblor atravesó la mano que él tenía aferrada en la suya. El brillo de las lágrimas iluminó aún más sus ojos y sonrió incluso mientras se las tragaba. Él le agarró la mano con más firmeza.

—Lo sé, Kikyou —dijo—. Lo entiendo. Pero ahora ya está bien. Todo está bien. Tú y yo... estamos juntos en esto de ahora en adelante.

Ella asintió, cerrando los ojos. Se inclinó lentamente, levantando la mano que sostenía y apoyando la mejilla contra ella. Él suavizó su expresión, sus ojos recorrieron su figura inclinada.

Tras la pantalla de sedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora