De un acuerdo mutuo y mujeres de la corte

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de eien-no-basho y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

Nota de la autora: Otra pequeña lección de historia antes de meternos en este capítulo:

Dengaku: una forma rústica de danza que se practicaba en las aldeas durante la cosecha en el Japón antiguo. Normalmente se hacía delante del templo de la aldea, ya que la danza era considerada como una comunicación directa entre el hombre y los dioses.

Por lo que sé, la danza consistía en cualquier cosa en cuanto a contenido y no estaba restringida a una única forma. Además, debemos recordar que no es una «danza» en el estilo moderno e informal en el que podríamos pensar. Eran movimientos lentos y controlados, gestos elegantes que se hacían principalmente con las manos.

Esta forma de danza más tarde influiría en las obras Noh en la época de Oda Nobunaga. Las danzas también eran de estilo narrativo, en el sentido de que cada una contaba una historia determinada a través del movimiento.

Lenguaje del abanico: el abanico de papel plegado en realidad se inventó en Japón en el siglo VI y habitualmente lo llevaban los nobles de Heian en ocasiones formales. Hasta ahora he estado descuidando el mencionar este elemento, a excepción de un fragmento en la primera escena en la corte.

Quiero profundizar en ello ahora mientras Kagome se ve obligada a tener encuentros con más y más nobles de la corte. El abanico era algo muy intrincado, así que tened paciencia con esta pequeña explicación para que podáis entender adecuadamente lo que ocurre.

El número de pliegues de un abanico era indicativo del estatus social dentro de la corte en el período Heian. Creo que uno podía tener hasta veinticinco pliegues y, cuanto mayor el número, mayor la posición social de la persona.

Pero los abanicos también se usaban como forma sutil de comunicación. La inclinación de la muñeca de una forma u otra, apuntar el abanico hacia uno o en dirección contraria a uno mismo, el número de veces que se agitaba el abanico y la posición del abanico en relación con el cuerpo. Todo eso era relevante para expresar significados y mensajes sutiles. Se usaba principalmente entre las mujeres de la corte, como habréis adivinado.

Creo que podéis ver bastante bien a dónde iré con esto y explicaré lo que significa cada movimiento cuando toque. Estoy deseando escribir escenas con abanicos y espero que tengáis ganas de leerlas.

-x-

Kagome estaba quieta.

Kagome estaba muy, muy quieta.

Inuyasha se quedó mirando con vacío horror al rostro pálido y flácido de la chica que tenía en sus brazos. Parecía como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que se había movido. El tiempo avanzó con agonizante letargo.

Volvió a zarandearla, diciéndose que esta vez iba a despertarse. Se despertaría y le gritaría por lo que fuera que acabase de ocurrir, y ella le contestaría con otro grito. Se despertaría.

Pero Kagome no se despertaba. Sus flácidas extremidades se sacudieron patéticamente con el zarandeo y volvieron a quedarse quietas. Yacía como una muñeca rota en su agarre, pálida, frágil y sin vida.

El hanyou sintió un muy fuerte tirón en las entrañas y levantó una de sus manos con garras para apretarse esa zona. Parecía como si le estuvieran apuñalando. Dolía.

—Kagome.

Y entonces se abrieron sus ojos. Estaban muy abiertos y fijos en algo muy lejano a él. Inuyasha se sobresaltó ligeramente por la sorpresa, sintiéndose casi enfermo debido a una repentina ola de ligereza y al sentir cómo se le aflojaba el nudo de sus tripas.

Tras la pantalla de sedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora