Del pasado y el presente

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de eien-no-basho y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Es imposible que hayan podido hacer esto solos —murmuró Inuyasha endureciendo la mirada—. Por los siete infiernos, no es posible. Los barcos no salen de la nada y si han estado reuniendo una flota, entonces alguien se habría enterado. Habrían necesitado provisiones, mano de obra... ¡algo!

—¿No podrían haber desviado materiales sin que tú te dieras cuenta? Tienen miembros en el Consejo y otros clanes que podrían haberles apoyado mientras lo hacían —dijo Kagome, intentando dejar a un lado su propia consternación para ayudarle a resolverlo.

Inuyasha negó con la cabeza.

—Ni hablar —dijo—. Puede que algunos de los cortesanos los hubieran apoyado, pero no hasta el punto de que pudieran ganarles. Ningún clan se arriesgaría a canalizar las provisiones suficientes como para dejar que tuviesen la delantera. E incluso entonces, yo me habría dado cuenta de que estaban sacando todo eso delante de mis narices.

Kagome bajó la mirada hacia el trozo de tela avejentada, sopesándolo. Frunció el ceño.

—Los extranjeros —dijo de repente—. ¿Recuerdas las armas que encontramos cuando encontramos a tu padre? Tenían el mismo símbolo tallado en la empuñadura de algunas de ellas como lo está en esto. Lo encontramos en Tsushima. Tal vez nadie de la corte podría haberles llevado las provisiones o los barcos a los Taira sin que alguien se diera cuenta, pero una corte extranjera podría haberlo hecho fácilmente si así lo hubieran querido.

Inuyasha pasó la mirada de ella a la tela.

—... Sí —dijo lentamente, sopesándolo—. Sí. Si los Taira les hubieran prometido que me destituirían o que les darían tierras como compensación, no sería difícil. Pero no reconozco el símbolo. No lo he visto nunca.

—Bueno, los Taira lo sabrían —dijo Kagome—. Si los confrontamos con esto, no podrán...

—No —dijo Inuyasha con la voz lo suficientemente alta para sobresaltarla—. No vas a acercarte a ellos.

—Pero tenemos pruebas...

—No —soltó Inuyasha, mirándola directamente a los ojos—. Piensa en ello, Kagome. Ahora mismo no tienen ni idea de que sabemos nada de esto. Eso puede ser lo único que tengamos a nuestro favor. Además, ¿qué conseguiríamos con confrontarlos? Los cabrearías y aun así no te contarían una mierda.

Kagome frunció el ceño, conviniendo en silencio la verdad de ello. Si ya tenían barcos apostados en la costa, el conocimiento de verdad podría ser su única ventaja hasta que pudieran congregar a sus propias fuerzas y ponerlas en posición. Intentar confrontarlos probablemente llevaría únicamente a una negativa y, aunque también les permitiría la libertad de intentar procesarlos en la corte, podría provocar que los barcos atacasen si se enteraban de ello.

—Bien —concedió Kagome tras un momento—. Dámela.

Extendió la mano hacia la tela. Inuyasha le dirigió una mirada de incredulidad primero a la extremidad y luego a ella.

—Alguien tiene que averiguar qué significa ese símbolo —dijo Kagome—. Puede que yo no pase tan desapercibida como me gustaría, pero aun así tengo más libertad para moverme por la corte sin que se den cuenta que tú. Al menos, lo haré tan pronto levantes la restricción que hay sobre mí.

Inuyasha aferró la tela con más fuerza, un frunce tiraba hacia abajo de las comisuras de su boca.

—Ni hablar —dijo—. Yo me quedaré con esto. Averiguaré lo que significa por mi cuenta.

Tras la pantalla de sedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora