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PARTE UNO.


Me desperté tal cual me quedé ayer, a diferencia que hoy estaban los chicos durmiendo por todo el piso y en distintas formas.

Parecían un tetris.

Salí de la cama directo al baño para arreglarme un poco y volver a mi  casa, tenía unas cosas que hacer ahí.

— ¿Te vas?.

Casi tiro todo del susto.

— Me asustaste, ¡pelotudo!—  No tardó en iluminar la habitación con su hermosa risa de delfín.

— Perdón,  ¿te vas?.

— Sí, tengo que hacer unas cosas.

— ¿Te llevo?, tengo que salir a comprar algo para comer. Lit no tiene una mierda acá.  Siempre es lo mismo.

— Dale.

Agarré lo que traje ayer y salimos hasta llegar a su auto en el que recorrimos ochenta panaderías hasta encontrar la tarta toffee que quería comer el señor.

Unos minutos después, estábamos afuera de mi edificio.

— Nos vemos, Cuscús.  Te amo, gracias.

— Para eso estoy, reina. Nos vemos. Si hacemos algo más tarde te aviso y cualquier cosa te vengo a buscar.

— Messirve.

Salí del ascensor y en la entrada de mi departamento había un chico con unas cajas. Supongo que llegó el correo.

— ¿Hola?.—  Me acerqué con la llave en la mano para abrir la puerta.

— Hola, mi nombre es Franco y traigo el correo al edificio. Tres cajas para  Lucía Rossi.—  Con una sonrisa señaló las cajas que tenía en las manos.

— ¡Perfecto!. Las entro yo, no te hagas drama.  ¿Tengo que firmar algo?.

— Sí, acá. —  Me alcanzó un fichero que tenía hojas. Me señaló dos cruces y puse mi firma.— Perfecto, muchas gracias.

— ¡Nos vemos!.

Entré una de las cajas, la que pude agarrar con las cosas que ya tenía encima y Volví a salir para entrar las dos restantes. Las más grandes.

No tenía idea de que podría estar dentro de ellas, hice muchos pedidos. Dos de ellas deben ser ropa, seguro que sí.

Las llevé hasta mi cuarto y busqué una tijera para abrir las cajas. Empecé por la más grande y tenía ropa, como había pensado. Polleras, vestidos, pantalones de todo tipo, tops y remeras de algún pedido que hice hace tiempo.

En la segunda, estaban el teclado y mause que pedí para mi setup. En colores negro y rojo, como el resto de cosas.

La última y más pequeña pero no menos importante estaba el regalo de cumpleaños de Kukito. Le compré un lindo muñeco estilo funko pop de Clarence, al que para darle una apariencia más única le mandé a hacer sus tatuajes para hacerlo más característico de él.

Normalmente lo hubiera comprado un día antes pero como venía de otro lado tuve que hacerlo antes. Una semana antes para ser exactos.

La tarde se me pasó entre limpieza hogareña, jugar jueguitos y comer. Hubiera ido a dormir la siesta si no fuera por que Mauro me llamó para invitarme a salir con ellos, a lo que por supuesto accedí.

Hace mucho no salíamos todos juntos.

Hace mucho que no salía a bailar.

Tomé una ducha larga, sequé mi peloy pinté mis uñas de los pies que era lo que más tardaba. Cuando secó, busqué algo de ropa y empecé a arreglarme: maquillaje y pelo que sólo iba a dejarlo suelto.

Una vez que estuve lista avisé al grupo para que alguno venga a buscarme

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Una vez que estuve lista avisé al grupo para que alguno venga a buscarme.

Todos me clavaron el visto.

Me senté en el sillón a esperar a que alguno se digne a buscarme. No fueron más de diez minutos cuando Mauro me avisó que ya estaba abajo esperando. Agarré mi teléfono, una tarjeta y cerré la puerta para bajar.

No iba a llevar una cartera que seguro termine molestándome. Mejor le decía a alguno que guarde mi teléfono en su bolsillo.

— ¡Bombón!, ¿no estarás soltera vos?.

Los comentarios de Mauro y sus silbidos fueron mi saludo.

Apoyado en el auto, también estaba Julián, vestido completamente de negro y con una gorra. Como siempre. Mauro iba como siempre, a su estilo.

— ¿Me van a seguir viendo o nos vamos?.

— Nos vamos.

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