➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒 ᘒ ꒦ 🜸

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Al día siguiente, el sudor me desciende por la columna vertebral mientras cubro corriendo el último kilómetro hasta la casa de Jeno. El duro golpeteo de mis zapatillas sobre el asfalto me resulta tonificante. Le he prometido a mi madre que regresaría antes de cenar. Los sábados le gusta cenar temprano. Ya hay bastante tensión en casa, así que no quiero disgustarla.

Con un poco de suerte, Jeno tendrá un cesto para la ropa sucia, como lo tenemos Haechan y yo. Me imagino su camisa apelotonada dentro del cesto, donde pasará inadvertida mi sangre, morada, iridiscente y brillante incluso cuando no corre por mi cuerpo. Eso espero. Jeno reconocería las manchas moradas inmediatamente, y que descubra que soy un Draki nos expone a todos. Pone en peligro a todos los Drakis, incluso a mi madre y a mi hermano. Los castigarían simplemente por ser mi familia.

Reduzco el paso al acercarme a su casa, vislumbrando el tejado de estilo español entre los árboles. He memorizado las indicaciones que Ryujin me ha dado por teléfono. Sabía que Ryujin me caía bien por una buena razón. Aparte de soltar un significativo «Hummmm», no ha fisgoneado para averiguar por qué quería saber dónde vive Jeno.

La verja está abierta, así que recorro el sendero de acceso. Dudo un momento ante el majestuoso pórtico al ver el Land Rover aparcado delante del garaje. Me quedo allí plantado, decidiendo cuál debe ser mi próximo movimiento. En un mundo perfecto, la casa estaría desierta y habría quedado una ventana abierta. Yo me colaría en el interior, encontraría la camisa y estaría de nuevo fuera al cabo de cinco minutos. Pero mi mundo nunca ha sido perfecto. No tengo elección. No puedo arriesgarme a que pase ni un día más. Tengo que seguir adelante.

Soltando un suspiro entre dientes, me pongo en marcha. Antes de poder reconsiderar mi decisión, he subido los escalones y estoy llamando a las enormes puertas dobles. El sonido retumba, como si al otro lado se abriera una gran caverna o un abismo. Espero, pensando que ojalá me hubiera puesto otra cosa, en vez de una camiseta de tirantes y los pantalones cortos de correr. Me he acomodado el pelo desordenado. No tengo muy buena pinta, la verdad. Cuando la puerta empieza a abrirse, ese sentimiento me embarga de nuevo y sé que se trata de Jeno incluso antes de verlo. Él ni siquiera intenta parecer contento de verme. Teniendo en cuenta cómo salí huyendo de su coche ayer, no es de extrañar que se muestre sorprendido.

-Jaemin... ¿Qué haces aquí? - Yo le devuelvo la explicación que él me dio anoche: -He pensado venir a ver dónde vives. - Jeno no se ríe, ni siquiera sonríe ante mi broma. En vez de eso, mira por encima del hombro con nerviosismo. Al menos no está gritando que hay un Draki en su umbral. Es evidente que no ha inspeccionado su camisa con atención. -¿Es que no vas a invitarme a entrar? - Le pregunto. -¿Jeno? ¿Quién está ahí? - La puerta se abre y un hombre con los ojos avellana de Jeno aparece a su lado. La semejanza termina en los ojos. Es un poco más bajo que Jeno y delgado, pero fuerte, como si empleara mucho tiempo en el gimnasio. -Ah, hola. - Dice. Al contrario que Jeno, sonríe con facilidad, aunque de forma vacía. Como si lo hiciera continuamente sin sentirlo.

-Papá, este es Jaemin. Del instituto. - Menciona Jeno. -Jaemin. - Repite el hombre con entusiasmo, tendiéndome una mano. Yo le tiendo la mía: le doy la mano al mismísimo diablo y veo en sus ojos, noto en su contacto, que no es como Jeno. Este cazador jamás dejaría escapar a un Draki. -Señor Lee, me alegro de conocerlo. - Logro decir con voz normal. -Igualmente. Jeno no trae por aquí a muchos amigos suyos. - Replica. -Papá... - Dice Jeno en tono tenso.

El hombre me suelta la mano y le da una palmada a Jeno en la espalda. -Vale, ya dejo de avergonzarte... - Vuelve a mirarme, y su expresión es ávida mientras me examina con patente aprobación. -Jaemin, únete a nosotros. Estamos preparando una barbacoa en el patio trasero. - Menciona. -Papá, no creo que... - Le interrumpo. -Me encantaría. - Miento. Comer con el padre de Jeno está en la misma categoría que permitir que me taladren los dientes, pero tengo que entrar ahí. No se trata sólo de mí, sino de mamá, Haechan, la manada, los Drakis de todo el mundo... Dejar esa camisa en esta casa nos pone en peligro a todos.

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