➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐 ᘒ ꒦ 🜸

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Nos abalanzamos a la puerta y corremos por el sendero empedrado que bordea la piscina. Como mi madre no está aquí para meternos prisa y azuzarnos, vamos con retraso. Otra vez. Anoche, por teléfono, nos prometió estar a tiempo para recogernos en el instituto. Por lo menos me alegro de no tener que coger el bus nunca más. No soporto el olor, los sofocantes gases del tubo de escape que encuentran la manera de colarse dentro...

La señora Chungha tiene el televisor a todo volumen, pero de pronto las persianas venecianas se abren de golpe. Una uña roja y astillada levanta una lámina de la persiana. Echarnos un vistazo no ha alterado significativamente su costumbre de espiarnos, aunque ahora tiene una excusa para hacerlo abiertamente.

Haechan avanza a toda prisa delante de mí. Siempre está ansioso por llegar al instituto, y hoy especialmente. Hoy hace la prueba para entrar en el equipo de animadores y animadoras. Yo estaré allí después de las clases, mirando y aplaudiendo, mostrándole mi apoyo, aunque esté planeando dejar todo esto atrás. Se me forma un desagradable nudo en el pecho. Quizá incluso tenga que dejarlo a él atrás. Cuando llegue el momento, espero que mi hermano y mi madre se reúnan conmigo en la nueva manada, pero sé que es más probable que tenga que hacerlo yo solo. A pesar de todo, es un riesgo que debo correr. Igual que el riesgo que corro al marcharme... Para localizar una manada que me acepte y no me descuartice antes de que pueda explicarme.

Salgo por la verja lateral dando sorbos de mi taza de viaje. Normalmente mamá no nos deja tomar café, pero, bueno, ahora ella no está aquí. Haechan frena en seco delante de mí. La galleta rellena que lleva en la mano, y a la que sólo ha dado un mordisco, cae al suelo. Yo choco con mi hermano, y resoplo cuando el café caliente me salpica los dedos. -¿Qué estás...? - Protesto. -Jaemin. - Haechan pronuncia mi nombre entre dientes, como siempre que hago algo que la saca de quicio: birlarle del plato un panecillo cuidadosamente untado de mantequilla, coger de la encimera la bebida que él acaba de servirse, sustituir sus calcetines emparejados por uno de mis pares disparejos...

Siento un cosquilleo en el vello de la nuca y sigo la mirada de Haechan hasta la calle. Un Land Rover negro aguarda junto a la acera con el motor encendido. Se abre la portezuela del conductor y Jeno se apea. Se acerca lentamente, hundiendo las manos en los bolsillos. Yo me quedo paralizado. Jeno ha estado fuera los últimos días -en otra cacería, estoy seguro-, lo que ha aplazado mis planes de sacarle información.

Se sube a la acera y se queda balanceándose sobre los talones. Yo no me muevo y empieza a dolerme el pecho. -Respira. - Me ordena Haechan en voz baja, así que tomo aire por la nariz y eso mitiga un poco el dolor, pero dentro de mí se inicia una intensa vibración. -¿Qué estás...? - Empiezo a susurrar, pero mi voz se desvanece. Haechan retrocede para colocarse a mi lado y nuestros hombros se rozan. Le lanzo una mirada y compruebo que me observa con mala cara, como si yo tuviera algo que ver con que Jeno esté delante de nuestra casa.

El autobús se acerca en la distancia. El rugido de su obturado motor suena cada vez más fuerte. En cualquier momento doblará la esquina de nuestra calle. Niego con la cabeza mirando a mi hermano. El vuelve a pronunciar mi nombre. Lo estira como si fuera un largo viento siseante. -Jaemin... - Dice. -Yo no he hecho nada. - Afirmo. Jeno habla por fin: -He pensado que a lo mejor te apetecía que te llevara al instituto. - Nosotros nos quedamos mirándolo boquiabiertos. -A los dos. - Se apresura a añadir, sacándose una mano de un bolsillo para señalarnos a ambos.

Haechan y yo intercambiamos una mirada. El autobús dobla la esquina. -¿Esto suele funcionarte? - Intento usar un tono hastiado e inseguro, pero mi voz no me obedece y suena a algo parecido a la furia. Jeno parece confundido. -¿Qué? - Cuestiona. -Te presentas en casa de un chico sin ser invitado, con una dulce sonrisa, ¿y esperas que él salte al coche contigo? - Vuelvo a reñirle. -Relájate. - Me susurra Haechan, y me pregunto si es porque teme que yo pierda los nervios y me manifieste delante de Jeno, o porque realmente quiere que haga las paces con él para que encaje y me guste estar aquí.

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