Noche alocada, cruda moral asegurada.

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El castaño despertó sintiendo un peso arriba suyo, abrió sus ojos con lentitud intentando acostumbrarse a la luz que entraba por la única ventana que había en su habitación. Fijo su mirada en la persona que dormía aferrándose a su cuerpo; ese cabello negro con mechones rubios que lo podía reconocer a miles de kilómetros.

— Ah, solo eres tú, Kenma — suspiro con cansancio.           

No recordaba nada de lo ocurrido en la fiesta, después del segundo vaso que ingirió en el beer pong había perdido el control de todas sus acciones, los recuerdos se reproducían en cámara rápida en su mente; el juego, tener una clase de español con Sebastián, bailar e incluso llego a hacer el famosísimo beso de tres con el líbero y otra chica que desconocía su nombre. Recuerda vagamente que Kuroo insistió en llevárselo pero se negó, después de eso todo está en blanco, no podía atar los hilos y descifrar que hacía en la cama con el antiguo setter de su equipo.

— ¡Kenma! — exclamo alejándose del rubio al procesar lo que pasaba.

Estaba en la cama con un chico.

Su amigo.

Más importante, estaba con un chico en la cama y ese chico claramente no era Iwaizumi.

Estaba en la cama con Kenma.

¡Kenma!

Se levantó de la cama mirando al mayor removerse incomodo en esta hasta volver a encontrar una posición cómoda para seguir durmiendo. Lo primero que hizo fue verse en el espejo; se miraba destruido. Sus labios estaban resecos, tenía unos enormes círculos negros bajo sus ojos y su cabello era un completo desastre, ni hablar de la sed que sentía en esos momentos, estaba seguro que podía acabarse todo el agua potable del país de un solo trago, estaba completamente deshidratado.

El celular del castaño comenzó a vibrar, lo tomo de su mesita de noche para responder, era una video llamada de su mejor amigo, respondió al instante.

La intensa mirada de Hajime recayó sobre la pantalla de su celular; analizando por completo a su molesto mejor amigo, sintió sus mejillas arder un poco al sentirse realmente atraído de ver a Oikawa en ese estado, era realmente atractivo para el ojiverde.

U-uhm, Tooru — hablo después de un rato.

— Iwaizumi — respondió en modo de saludo, su voz salió completamente ronca ocasionando un pequeño escalofrió en el antes mencionado.

Llamaba porque ayer recibí unos mensajes un tanto extraños de tu parte — dijo con tranquilidad, el de mirada avellana rápidamente abrió el chat que mantenía con su antiguo vice capitán —. No entendí el "Me gustarías, entiéndelo. Hijo de puta. Ignóralo, ese fue Sebastián" — leyó los mensajes avergonzando al instante al armador —. Bueno, si entendí el "hijo de puta", lo busque en google, uhm.

— Error de chat, estaba intentando aceptarle una salida a uno de mis nuevos compañeros por eso el "me gustarías", obviamente lo escribí mal por eso no tiene nada de sentido...como esta explicación — murmuro por lo bajo con nerviosismo.

Entiendo, supongo que...espera, ¿estas con alguien más? — cuestiono el de cabello azabache, acercándose más a la pantalla de su móvil, como si eso fuera a permitirle ver más allá de lo que se mostraba en la pequeña pantalla de su móvil.

— Oh, es un amigo, durmió conmigo — la mirada del ojiverde hizo entender al castaño que su explicación no fue del todo buena —. E-es decir, no dormimos...maldición, eso se escucha peor, compartimos cama, sí, eso.

Tranquilo, no es como si fuera tu pareja, no tienes que darme explicaciones de las personas con las cuales te acuestas — respondió rápidamente Iwaizumi de manera tajante, un sentimiento de inseguridad surgió en el —. Tengo que irme — acto seguido corto la llamada.

Tooru estaba a punto de devolverle la llamada pero la puerta de su habitación se abrió de golpe, mostrando a uno de sus compañeros de piso.

— ¿Por qué pareces tan molesto? — cuestiono Kuroo, mirando al castaño.

— El id-

— ¡Me equivoque de carrera! — el grito de Atsumu se escuchó por todo el piso —. Kuroo, es mejor que vayamos a comer fuera, se me quemo el desayuno, la gastronomía no es lo mío — dijo entrando a la habitación del castaño —. Eh, Kenma ya son las dos de la tarde, despierta.

— Que ruidosos — se quejó el mayor, removiéndose por toda la cama. 

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