El primer partido, mi primer amigo

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¡! once años atrás.
kuroo: siete años,
kenma: ocho años. 

 
El menor sintió una mirada encima suyo, tuvo que girarse para notar que un pequeño niño lo observaba mientras se ocultaba detrás de un poste al notar la mirada del menor y ser captado viéndolo se escondió por completo.      

Se encontraba fuera de su casa, su madre había decidido separarse de su padre y para comenzar una nueva vida tenían que mudarse así que Kuroo se encontraba viendo como los mayores subían todas sus cosas a un gran camión que los ayudaría con la mudanza.

— Mamá, ¿puedo ir a jugar un rato? — cuestiono el menor mientras jalaba el borde de la blusa de la mujer.

— Solo regresa a las cinco — respondió su madre mirando la hora desde su reloj de mano.

Tetsuro soltó una pequeña risita, tomando su balón de voleibol entre sus manos para comenzar a caminar hasta el pequeño niño que todavía se encontraba escondiéndose detrás del poste de luz.

— ¿Qué haces ahí? — cuestiono el más alto al estar lo suficientemente cerca. El de cabello largo desvió la mirada con inquietud, centrándose en sus pequeños tenis rojos —. Me estabas viendo y creí que querías jugar — siguió Kuroo al no obtener respuesta del chico —, podemos jugar un poco de voleibol antes de irme, ¿o que te gusta jugar a ti? — pregunto.

— Video...videojuegos— pronuncio con nerviosismo, mientras le mostraba su pequeña consola portátil.

— Oh, yo también tengo una consola pero es un poco más grande, te invitaría a jugar pero estoy a punto de mudarme — respondió Kuroo con rapidez —. Entonces, ¿quieres jugar conmigo? — volvió a preguntar, alzando su balón.

— No se jugar eso — respondió el pequeño de mirada ámbar.

— Yo puedo enseñarte, además, el punto no es saber jugar el punto es divertirse. Podemos ir al parque que está en la siguiente cuadra, anda — antes de que pudiera responder Tetsuro tomo de la mano a su nuevo amigo para guiarlo al pequeño parque que se encontraba en su residencia —. Por cierto, mi nombre es Kuroo Tetsuro, pero puedes llamarme Kuroo, o como más te guste.

Kuro — pronuncio el chico, ganándose una sonrisa por parte el contrario.

Kuro suena bien — respondió —. ¿Cuál es tu nombre?

— Kozume...Kenma — pronuncio por lo bajo, parecía que era un chico muy introvertido todo lo contrario a Tetsuro.

— Kenma, Kenma, Kenma — repitió varias veces —, me gusta.

Ambos chicos comenzaron a entrenar en el parque, Kuroo le daba consejos al mayor; intentando que aprendiera a jugar su deporte favorito, aunque a Kenma no le agradaba cansarse se estaba divirtiendo, además, le parecía interesante el deporte sin importar que apestara en ello.

Las horas pasaron, el de mirada ámbar se quejaba de no lograr buenos pases, el de cabello azabache lo miraba con una gran sonrisa mientras le daba palabras de aliento para seguir intentándolo.

Kuroo pensó que Kenma era un chico muy divertido a pesar de que era alguien de pocas palabras, le gustaba pasar tiempo con él, incluso si había un silencio no se sentía nada incómodo. Mientras Kozume pensaba que Tetsuro hablaba muchísimo, se preguntaba si no se cansaba de hablar tanto, es decir, para el mayor era mucho esfuerzo mantener una conversación mientras que el menor no parecía tener mucha dificultad para aquello. Aun así le agradaba.

El chico de cabello oscuro y desordenado se dejó caer en el césped: — Tenía mucho que no me divertía así — exclamo con emoción. Sintiendo como su pecho subía y bajaba con rapidez debido a todo el esfuerzo de jugar.

Kenma lo imito.

— Fue divertido, ¿podríamos jugar otra vez? — pregunto, jugando con sus manos en un acto de nerviosismo.

— Estaría genial, pero es mi único día en Tokio — admitió Kuroo —. ¿Por qué no apareciste antes en mi vida, Kenma? — se quejó el chico. Siempre había deseado a un amigo para jugar voleibol juntos y cuando por fin consiguió uno, tenía que irse.

— ¿Ya no volveremos a vernos? — cuestiono Kenma con la desilusión tiñendo su voz. Acababa de llegar a Tokio y comenzaba a pensar que su nuevo vecino podía ser su primer amigo, nunca había sido bueno relacionándose y jamás había tenido uno.

— No por un tiempo — respondió con sinceridad —. Pero hagamos una promesa, cuando seamos más grandes nos encontraremos y jugaremos un partido de voleibol juntos, como los viejos tiempos — sonrió el menor con emoción mientras se sentaba en el suelo, mirando el perfil del mayor quien se encontrara jugando con el césped —, pero para eso tienes que entrenar, porque apestas jugando — se burló — pero no te preocupes yo también entrenare.

Kenma dejo de ver el césped para encontrarse con la oscura mirada del menor.

— ¿Una promesa? — dijo sin sonar muy convencido.

Kuroo asintió: — En unos años volveremos a encontrarnos y seguiremos siendo tan buenos amigos, lo prometo — finalizo levantando su dedo meñique.

— De acuerdo — cedió el de cabello largo, entrelazando su meñique con el de su nuevo amigo, cerrando la promesa.

El ruido de un claxon saco de su pequeña burbuja a los menores, se trataba de la madre de Tetsuro, al parecer ya era hora de irse.

— Me tengo que ir — informo Kuroo levantándose del suelo, el de mirada ámbar le tendió su balón de voleibol pero el menor negó—. Es para ti, tómalo como un regalo, cuando nos encontremos de nuevo jugaremos con el. Nos vemos, Kenma — se despidió para correr hasta el auto de su madre. Al estar dentro abrió la ventana para volver a mirar a su nuevo amigo —. ¡No me olvides! — grito mientras se despedía con la mano, el auto comenzó a acelerar.

— No lo haré — susurro Kenma, para después mirar el auto desaparecer al doblar la esquina. 

Compañeros por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora