Capítulo cero.

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La puerta de su nuevo hogar se abrió, aun arrastrando las dos grandes maletas que llevaba comenzó a caminar hasta una de las habitaciones; eligiendo la principal para él, obviamente. Había buscado un departamento durante semanas, uno que se acoplara a sus necesidades, cerca de la universidad, en una zona turística y lo más importante: que su precio de renta no fuera muy elevado. Después de navegar mucho por internet encontró un piso que cumpliera todas las necesidades, se había emocionado tanto que pago medio año por adelantado, claro, llevándose la mayoría de sus ahorros en eso.

El castaño estaba emocionado por comenzar su nueva vida universitaria en Tokio, había logrado quedar en una de las mejores universidades y más importante también tenían uno de los mejores equipos de voleibol, todo le estaba yendo de maravilla. Al principio estaba un poco deprimido al ver que su mejor amigo no lo acompañaría a conquistar Tokio mediante el voleibol pero se animó a si mismo pensando que solo estaban a unas horas de distancia, podrían verse muy seguido e incluso se encargó de rentar un departamento con tres habitaciones, para así invitar a su antiguo equipo a pasar unos días en su nuevo hogar.

Suspiro antes de lanzarse a la cama, de inmediato su cuerpo comenzó a relajarse en el suave colchón que estaba cubierto con unas sábanas color azul, el de mirada avellana tomo su celular para luego marcar a su mejor amigo.    

A los dos bips, la llamada fue enlazada con el chico que seguramente se encontraba llegando a su destino.    

Hey — escucho la voz del mayor.

— Iwa-chan — apodo el castaño —, acabo de llegar a casa, aún no he explorado todo el piso pero la habitación principal es bonita, seguro las otras dos también lo son, los chicos y tú podrían venir este fin de semana a conocer-

Iwaizumi cortó el discurso de su mejor amigo: — Mañana es sábado, idiota, ¿cómo iremos?, los chicos y yo estamos ocupados con nuestra nueva vida — Tooru escucho un suspiro de frustración desde la otra línea —...quizá el próximo mes nos podemos poner de acuerdo — finalizo.

¿El próximo mes?, Oikawa estaba acostumbrado a ver a su mejor amigo y los otros chicos del equipo todos los días, ¿cómo esperaría todo un mes entero para volverlos a ver?

El ex-capitán estaba a punto de quejarse pero el ruido de la puerta principal abriéndose con fuerza lo hizo sentarse de un golpe en la cama.

— ¡Te voy a matar! — el grito de una voz gruesa e intimidante se hizo presente en todo el piso.

Trashykawa, ¿qué fue ese ruido? — cuestiono Iwaizumi quien había escuchado un grito distorsionado.

— Creo que se metieron a robar — soltó Tooru con nerviosismo, pensando si salir de su habitación era buena idea. Los ruidos comenzaron a hacerse cada vez más fuertes —. Voy a salir — añadió el castaño.

¿Qué?, no, llama a la policía, idiota, no trates de hacerte el valiente — regaño su mejor amigo, la preocupación se detectaba en su voz.

— Iré — siguió con seguridad —. Iwa-chan, si algo llegara a pasarme quiero que sepas que te quiero — tomo una almohada como arma de defensa.

Oikawa, no se te ocurr-

No pudo escuchar lo que su mejor amigo tenia para decirle, colgó la llamada y de inmediato salió de su habitación.

Se sorprendió al ver a dos chicos en la sala de su hogar, quienes peleaban por un helado. El que parecía ser el más alto intentaba quitarle el cono de helado al chico que tenía el cabello teñido.

— Eres un maldito, ese es mi helado, el tuyo te lo acabas de comer en el ascensor — se quejaba el de cabello negro. Ese era el de la voz intimidante.

— Los amigos tienen que compartir — se defendió el otro.

Ambos chicos dejaron de pelearse al ver al castaño que abrazaba una almohada.

— ¿Rentaste a un chico? — cuestiono el de mirada ámbar.

— No seas idiota, las personas no se rentan — respondió el más alto.

— ¿Debería llamar a la policía? — interrogo Tooru con confusión.

— ¿Oikawa? — cuestiono el de mirada oscura.

— ¿Nos conocemos? — el castaño ladeo la cabeza sin entender la situación.

— Te he visto en las revistas de deporte, e incluso en unas entrevistas — dijo con simpleza —. Soy Kuroo y él es Bokuto — señalo al de cabello grisáceo.

— ¿Por qué están en mi casa? — cuestiono una voz desde la entrada principal, un chico con el cabello rubio teñido con un flequillo en el lado derecho miraba a los tres chicos.

Tooru comenzó a reír, llamando la atención de todos.

— ¿Están de broma?, ustedes tres dejen de jugar si no quieren que llame a la policía— acuso con molestia el castaño, enfadado de la situación.

— ¿Por qué vas a sacarme de mi casa?, tengo un contrato — se quejó el recién llegado —. Atsumu Miya es el propietario, ¿viste? — se acercó a los chicos, enseñando el contrato que estaba en su mano.

No mentía, el contrato era real.

— Nosotros también tenemos uno — hablo Bokuto, mientras su amigo sacaba unos papeles de un folder.

Oikawa corrió hasta su habitación para sacar de su mochila el contrato que decía que era propietario del piso por seis meses.

— Todos los contratos son originales —menciono Kuroo después de un rato — y el dueño del departamento no contesta las llamadas, eso quiere decir que...

— Nos estafaron — concluyo el castaño.

Kuroo asintió.

— ¿Qué haremos? — cuestiono Atsumu.

— No creo que alguno de nosotros tenga dinero para pagar otro piso — dijo Tooru mientras se dejaba caer al sofá de forma dramática.

— Seremos compañeros por seis meses, hasta que se arregle este problema — suspiro Bokuto.

— Compañeros por error — recalco Oikawa con cansancio.


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Compañeros por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora