Perdido en el Encanto

En el recuerdo

El joven se había preparado para ir a encontrarse con la chica de la que vivía enamorado, o al menos eso era lo que todos decían al verlo caminar en dirección a Casita.

Debía de admitir que se sentía un poco nervioso, había pasado varios días desde la última reunión que tuvieron y sinceramente no había salido muy bien. Isabella se veía un poco triste esa vez, hermosa y perfecta, pero triste. Le preguntó si le había pasado algo malo, pero ella sólo negó y le miró sonriente. No pudo lograr ver a través de lo que le preocupaba. Su madre le aconsejó que le diera un poco de espacio, y parecía que había funcionado, despues de un par de días llegó una nota de la Señora Madrigal diciendo que Isabella deseaba volver a salir con él.

Mientras tanto, Mirabel miraba por la ventana el atardecer, pronto estaría ayudando a su mamá a preparar la cena así que se apresuró para poder llegar a tiempo.

Salió de su habitación y se dirigió hacia las escaleras, de pronto, gracias al reflejo de sus gafas, una sombra pasó rápidamente por un pasillo, perdiéndose de su vista. Ella no podía creer en fantasmas, así que se talló los ojos y limpió los critales de sus lentes. Al volver a ponérselos parpadeó mirando al rededor comprobando que no habia nadie.

- perdiendo el tiempo otra vez Mirabel?
Ella dio un salto de sorpresa, aquella voz llena de desprecio salió de la nada y le había hablado desde la espalda. La voz sin embargo sonaba rara, y aunque al principio se había asustado, no era necesario voltear a verlo para saber quien era

- Camilo! No te había dicho que no hicieras eso?! -

- No lo haría si no cayeras en esto todo el tiempo prima!. Aunque no pensé que te asustarías de esa forma! Isabella puede ser aterradora pero tampoco es para tanto- contestó con una sonrisa maliciosa, sabiendo lo mal que se llevaban últimamente.

- No me asusté en absoluto, nadie dijo nada de sustos, qué es eso? Yo no me... asustaría estando en casa, ni siquiera por un fantasma ni nada. Así que no... No estaba... Asustada. - dijo mirando hacia otro lado. Fingiendo indiferencia. - además Isabella no me da miedo! Sólo está tan ocupada con sus cosas que no hemos hablado como antes. - dijo algo distraida con sus memorias. Camilo volvió a su imagen real y se acercó a ella, dandole un pequeño abrazo.

- ya no puedo hablar con ellas como antes...- susurró afectada. Y pensar que en algún momento había esperado unirse a sus hermanas con su don, yendo a ayudar en el pueblo todos los días, pero ese sueño se quebró y de la misma forma la unión que tenían.

- hey, puedo darte una función sólo para ti si gustas, sólo dime a quien quieres a tu lado y esa persona seré! - dijo Camilo, con empatía. No entendía cómo era la vida con esas sorprendentes hermanas, pero él y Dolores tampoco habían podido seguir siendo muy unidos últimamente.

- está bien si eres tu mismo Camilo. - le dijo sonriendo. El otro se sorprendió y le devolvió la sonrisa. - Gracias. - susurró.
Se dieron un último abrazo.

- Pero en serio si me serviría que me ayudes a practicar! Aún no puedo imitar la voz de quienes me transformo. - dijo el mayor un poco más tranquilo.

- Sí que tienes que ensayar Camilo, pensé que a Isabella le había dado catarro! - contestó entre risas. El otro también empezó a reírse. Hasta que la mencionada apareció ante ellos.

- te diviertes Mirabel? Claro! como aqui nosotros sí tenemos trabajo que hacer, tu puedes seguir divirtiéndote con tus tonterías! - Isabella se notaba molesta. Se hacía tarde y sentía que no estaba todo perfecto. Al subir se encontró con esa pequeña conversación que no hizo más que irritarla más. - quiero que hoy, te quedes con mi mamá y no salgas hasta que me haya ido con Mariano, entendiste? Y tu Camilo, no eres mejor ella así que tampoco te quiero ver. - ordenó mientras los señalaba.
- Mirabel! - se escuchó desde las cocinas, era la madre de ambas buscando a su menor hija.-