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Sábado. Las 19:58 de la tarde. Minjeong se encontraba en su cama, acostada boca abajo, con un paquete de pañuelos a su derecha y un peluche a su izquierda. Se había pasado toda la noche abrazando el peluche mientras sollozaba. Después de lo ocurrido el día anterior lo primero que hizo Minjeong fue meterse a la ducha. No podía sentir como aún quedaba un mínimo rastro de Karina en su piel. Se sentía inútil, asquerosa, sentía que había estropeado la amistad que tanto deseaba conservar. Se echó la culpa de todo. No quiso culpar a Karina porque según Minjeong, se aprovechó de la castaña cuando más vulnerable estaba, y no se lo perdonaba. Todos sabemos que no es así pues Karina le correspondió, pero eso a Minjeong no le importaba en absoluto.

Se duchó entre sollozos. Como he dicho antes, Minjeong no culpaba a Karina, aun así no podía evitar sentir un dolor inmenso en su pecho cuando recordaba sus palabras. ¿Cómo podía seguir queriendo estar con Jeno después de todo? Que la rechazara a ella está bien, no tenía por qué ser recíproco, pero que aún lo quisiera y se planteara volver con él le parecía una idea descabellada y dolorosa. Una persona que podía hacerle eso a Karina, que era un rayo de sol, no se merecía ni lo más mínimo. Después de esa ducha se encerró en su habitación. Los recuerdos vagaban por su mente cada segundo y más aun al haber sido en ese mismo cuarto.

El móvil de Minjeong vibraba. Karina, hace unas horas, estaba sorprendida por la cantidad de llamadas y mensajes que le había dejado Jeno, si tan solo viera que ella misma había duplicado las cantidades quizá se daría cuenta de muchas cosas. Minjeong encendió el iPhone y sin desbloquearlo pudo ver los últimos 5 mensajes en pantalla. Todos eran de Karina, suplicándole que por favor le respondiera y hablaran. Minjeong rodó los ojos y volvió a bloquearlo. Aunque no la culpara seguía muy enfadada y agobiada, y si a eso le sumamos que los sentimientos de la morena estaban a flor de piel, que se había dado cuenta de lo enamorada que estaba de Karina con ese beso, quizá se empezaba a plantear tomar cierta distancia. Era doloroso, por supuesto que lo era, al fin y al cabo eran la persona de la otra. Pero Minjeong también debía mirar por ella y su dolor, si no lo hacía ella misma quién lo haría entonces.

Minjeong seguía acostada en su cama torturándose por cada mínimo detalle que recordaba del día anterior. No cenó, tampoco desayunó y por no hablar de comer. Sí, su cuerpo se sentía débil, pero tenía otras preocupaciones en su cabeza así que le dio igual. Sus padres estaban preocupados. La excusa que les dio fue que se encontraba mal y que no quería comer nada, al principio la creyeron, pero su cara y sus ojos hinchados de llorar no decían lo mismo.

Los padres de Minjeong no son de meterse en sus asuntos a no ser que sea necesario, y esta ocasión lo era. Querían que la morena les contara qué ocurría pero si se acercaban a hablarle Minjeong se cerraría en banda, así que le dijeron a su hija mayor, Taeyeon, que por favor intentara averiguar qué pasaba.

Unos golpes en la puerta sacaron a Minjeong de sus pensamientos.

–Hey... ¿Puedo pasar? -preguntó Taeyeon con medio cuerpo dentro.

–Ya estas dentro -Minjeong volvió a enterrar su rostro en la sábana sin ni siquiera mirarla. Taeyeon se limitó a entrar y sentarse en la silla de Minjeong, dónde se había sentado anteriormente con Karina.

–Minjeong... ¿Qué ocurre?

Minjeong permaneció en silencio y Taeyeon habló de nuevo.

–¿Ha pasado algo? -el silencio continuaba-. ¿Te has peleado con Karina?

Al pronunciar la última frase la morena no pudo evitar sollozar, dándole a entender a su hermana que sí, sea lo que sea lo que le ocurría tenía que ver con Karina. Como dije al principio, en la familia de Minjeong todos sabían de la relación especial de ambas niñas, así que a Taeyeon no le sorprendió todo el dramatismo de Minjeong con respecto a Karina. Taeyeon se levantó de la silla y se sentó en el borde de la cama, junto a Minjeong. Tocó su hombro como si estuviera pidiéndole que se girara para mirarla.

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