Capitulo 4

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Después del incidente con Patricia, Nicolás regresa solo al hotel, algo confundido y frustrado por el final de su conversación con ella.

Recuerda que olvidó llamar a Bogotá, mira el reloj que está sobre la mesa de noche; son las 11 de la noche, piensa que es un poco tarde para llamar, pero por otro lado al ser verano en Florida, es una hora mas tarde que en Bogotá, primero decide llamar a su madre.

- ¿Alo? - Contesta Doña Eugenia

- Alo, ¿Mami?

- ¡Nicolás!, ¡mijo!, ¿Cómo le fue?, ¿hasta ahora llegó?, me tenía preocupada.

- No mami, tranquila, llegué temprano, pero tuve que salir y reunirme, que pena llamarla tan tarde.

- Tranquilo mijo, lo importante es que está bien; ¿Cómo le fue?

- Bien, bien, mañana nos encontramos con la gente de la inmobiliaria, otra reunión pero es más tempranito; mami, también le quería preguntar por los papás de Betty, ellos también me pidieron llamar, pero ya está como tarde, ya sabe que Don Hermes se acuesta con las gallinas y de pronto se emberraca por llamar a esta hora.

- Si mijo, después de dejarlo a sumercé en el aeropuerto el nos trajo en el carro a Doña Julia y a mi; y pues de ahí ya se fueron para la casa.

- Bueno mami, entonces mándeles saludes y mañana los llamo más tempranito.

- Bueno mijo, hasta mañana.

A la mañana siguiente Nicolás se levanta y sale en pijama a la recepción del hotel, tiene una pijama café con rallas verticales color crema, y unas chanclas de cuero el peinado sigue igual por la cantidad de gel que acostumbra a usar.

Ve listo el buffet del hotel, donde están sirviendo el desayuno.

- Buenos días, ¿Qué precio tiene el desayuno?

- Buen día, está incluido en el servicio de la habitación- responde el chef.

- Ah bueno; entonces sírvame 3, no, 4 huevitos, ¿de casualidad tendrá buñuelitos?

-No, no señor

- Que mal, que mal; entonces deme 5 panes y chocolate, ¡y rápido, rápido! - dice Nicolás sacudiendo la mano.

Mientras el chef prepara el desayuno, Nicolás sirve un vaso de jugo de mora y busca a un mesero

-Oiga joven, el señor me está terminando de hacer el desayuno, llévemelo a esa mesa de ahí, apenas esté, ¡rápido que tengo hambre!

A los pocos minutos llega el mesero y deja la comida en la mesa; luego este extiende la mano esperando su propina; Nicolás le da un apretón de manos - ¡Gracias joven!- y se dispone a comer.

Mientras come, llega Mario con su bandeja y se sienta en la silla frente a el.

- ¿Me puedo sentar? - dice Mario, quien viste un pantalón corto gris y una camisa deportiva.

- Pues si, ya se sentó, quédese.

- Nicolás, ¿usted se come todo eso?- pregunta sorprendido.

- Si, la verdad es que no tengo hambre, entonces me como un desayuno así, ligero.

Mario estupefacto solo levanta las cejas y toma un sorbo de su jugo de naranja.

- Hoy nos reunimos con las personas de la inmobiliaria - dice Mario iniciando una conversación - ¿tiene algo que hacer antes?, acuérdese que es a las 2

- No, no señor, creo que no tengo que hacer nada ahorita, ¿por qué? 

- Bueno, es que con las fachas que se presentó ayer al restaurante la verdad me preocupa que llegue a la cita con algo parecido o hasta peor; es un negocio importante y no lo podemos perder por bobadas.

Yo Soy Nicolás MoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora