Capítulo 3

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Salí de la ducha y gracias al vapor que empañaba el espejo no pude ver nada de lo que antes me había causado tanta ansiedad, me enrollé la toalla, y con la palma de mi mano quité el vapor del espejo justo en la parte de mi cara, podía verme reflejada, mis ojos marrones, mi cabello cortado por los hombros y pelirrojo color fuego, ojeras heredadas de mi padre y 10 o 20 lunares que tenía en mi lado izquierdo de la cara, me quedé viendo mi reflejo hasta que volvió a quedarse en un simple espejo opaco por la calor.

Preferí no pensar más en ello y simplemente me limité a vestirme y meterme en la cama.

"Mañana será un nuevo día"- Intenté convencerme a mi misma.

A la mañana siguiente los profesores comenzaron a mandarnos tarea para las vacaciones de Navidad, ¿Cuándo empezarán a comprender que las vacaciones son días libres y no de seguir estudiando?. Odiaba las mates, odiaba a la profesora de mates, siempre fue una persona que decidía que era buena idea centrarse solo en los chicos listos de clase quienes su asignatura pareciese que no les costaba lo más mínimo y olvidarse del resto de seres humanos que no tenemos el mismos coeficiente intelectual que Einstein. Gracias profe, me vas a arruinar las Navidades tú y tus malditas ecuaciones de no sé qué grado.

*El timbre del recreo sonó*

-Salvada por la campana, a ver si dejaba ya de poner deberes que se va a quedar sin tinta en el boli de la pizarra de tanto escribir- Le dije por lo bajito a una de mis compañeras de mesa, quien me respondió con una risa baja.

Salí al recreo y ahí estaba Laura, mi amiga más preciada, sin ella mis recreos y mis fines de semana serían muy diferentes, ella siempre tenía algo de lo que hablar, no teníamos muchas cosas en común pero eso era lo que más nos unía: No parecernos en nada.

Nos sentamos en un banco que hay en el parque frente al instituto, es el mejor sitio para pasar los recreos ya que siempre da el sol y nos quita algo de frío del invierno.

-Ayer me preguntó Jery por tí- Dijo Laura con cara de ascos.

Ah sí, se me olvidó, por desgracia todas las adolescentes alguna vez nos hemos encontrado con algún capullo que una vez nos enamoró y luego nos usó como le dió la gana, pues en mi caso era Jery, o así lo llamamos todos, en realidad se llama Jeremías. Tuvimos una relación corta pero intensa de unos 4 meses, empezó a salir conmigo y a los 2 meses me puso los cuernos con la que se suponía que era su mejor amiga, me enteré dos meses después porque se dejó su cuenta de whastapp abierta en mi portátil, os juro que no quería cotillear, pero me lo puso en bandeja.

-¿Qué es lo que quiere ahora?- Pregunté sin sorprenderme, no era la primera vez que le preguntaba a Laura por mi.

-Ya sabes, lo de siempre, quiere saber si le echas de menos, cualquier día se presentará en tu casa, y lo sabes, no está bien de la cabeza- Dijo y acto seguido tomó un sorbo de su zumo de naranja.

-Parece que no le quedó lo suficientemente claro que no quería saber nada más de él cuando le bloqueé hasta del mail. Si sigue tendré que partirle la cara con mis súper puños- Dije mientras alzaba los puños en forma de mofa.

-Estás fatal... Por cierto ¿Dónde te has dejado el desayuno?

-Pfff esta mañana me he despertado tarde y se me habrá olvidado cogerlo

*3 horas después en el autobús para volver a casa*

Me di cuenta que llevaba sin comer nada desde el medio día de ayer, me olvidé cenar con el disgusto y olvidé el desayuno, pero sin embargo no tenía nada de hambre, ¿acaso llevo toda la vida comiendo 5 veces al día sin necesidad? Mi cuerpo no me pide comida, de hecho ni si quiera me ruge el estómago, ¿Cuánto podré aguantar? 

Llegué a casa, tiré la mochila a un lado del salón y dejé las llaves en el llavero, fui a la cocina y otra vez: Una nota y un plato de comida.

Llevaba dos días sin ver a mi hermana, desde que mi madre murió nuestra abuela se había ocupado de nosotras, pero ella ya no podía seguir manteniéndonos con la pensión que tenía y mi hermana decidió dejar la escuela y meterse a trabajar en el bar cuando cumplió los 16, ahora tiene 23 años y sigue ahí metida, cuando nuestra abuela falleció tuvo que hacer más horas extras porque sin la pensión de ella y con el poco sueldo que  ganaba apenas podíamos pagar las facturas, me ofrecí muchas veces a dejar la escuela cuando cumplí los 16, pero ella siempre me decía:

"Alguna de las dos tiene que ser algo en la vida, estudia y sé alguien que valga para algo, y cuando consigas un buen trabajo podrás devolverme todo lo que quieras, pero ahora, estudia".

Le hice caso, terminé la E.S.O. y empecé en un bachillerato de ciencias. No era mi fuerte pero sabía que ahí tendría más salidas.

Tenía decidido seguir con mi plan de "huelga de hambre", no comer hasta que el cuerpo me lo pidiese. Me pasé toda la tarde estudiando, leyendo un libro y viendo algunos videos de youtube, se me pasó la noche volando, y ahí estaba, el primer rugido. Fue una sensación extraña, claramente era una advertencia de mi cuerpo: Oye tú, come algo que llevas más de un día sin probar bocado. Pero por otra parte era como... curiosa y satisfactoria sensación de vacío. Decidí que aguantaría un poco,


 ¿acaso había algo de malo en querer experimentar?



Querido espejo: Te odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora